El futuro incierto de la banca portuguesa

Portugal debate estos días qué hacer con su banca nacional ante el riesgo de que el movimiento de consolidación que[…]

Portugal debate estos días qué hacer con su banca nacional ante el riesgo de que el movimiento de consolidación que vive el sector en toda Europa deje sus entidades financieras en manos extranjeras.

Especialmente significativo es el peso español en los bancos lusos, con el Santander como propietario de un Totta que acaba de comprar el Banif, el Caixabank como mayor accionista del Banco Portugués de Inversiones (BPI), y el Sabadell en el accionariado del Banco Comercial Portugués (BCP).

La banca portuguesa atraviesa por un momento delicado a pesar de que el país ya dejó atrás la recesión y prevé encadenar este año su tercer año consecutivo de crecimiento.

La palabra "preocupación" es utilizada en privado incluso por miembros del Gobierno socialista, que siguen de cerca la evolución de los acontecimientos y prevén actuar para evitar nuevos riesgos que afecten al rumbo económico del país.

Sólo en los últimos dos años, tanto el Banco Espírito Santo (BES, en aquel momento la segunda mayor entidad del país por volumen de activos) como el Banco Internacional de Funchal (Banif, el octavo en esa misma clasificación) fueron intervenidos por el regulador luso.

De los 12.000 millones de euros reservados al sector financiero en el programa de rescate suscrito por Portugal (2011-2014), sólo se utilizó la mitad y continúan todavía las dudas sobre el futuro de algunas entidades.

"Cómo no van a estar preocupados en el Gobierno", asume un directivo de un banco luso bajo condición de anonimato, para quien el caso del Novo Banco -heredero del extinto BES- es el primero en la lista.

No en vano, la firma anunció esta semana pérdidas en 2015 por valor de 980,6 millones de euros y comunicó su intención de iniciar un despido colectivo de 500 empleados.

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Tras intervenir el BES, la solución del Banco de Portugal fue crear esta nueva entidad únicamente con sus activos saludables a través del Fondo de Resolución, un instrumento en el que participan todos los miembros del sector financiero del país de forma proporcional a su tamaño.

De los 4.900 millones de euros que costó la operación, 3.900 procedieron de un crédito concedido por el Estado luso que debe recibir íntegramente de vuelta.

Es por este motivo que la venta del Novo Banco -cancelada en septiembre de 2015 por no encontrar ofertas suficientemente atractivas y relanzada desde enero- es de interés capital para Portugal, ya que serán los bancos lusos los que deban asumir las pérdidas si es adjudicado por un precio que no cubra los costes, como se prevé que ocurra.

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Dada las escasas perspectivas de hacer un buen negocio -firmas españolas destacan en las quinielas- y la inexistencia de inversores nacionales con capacidad para postularse, en el país ya surgieron voces que abogan por nacionalizar directamente la entidad, e incluso miembros del Partido Socialista no descartaron esta opción.

"Hay que mirar al conjunto del sistema bancario y las autoridades deben tener una idea de cuál es la configuración que quieren ver de aquí a algunos años. En Europa se va a producir un proceso de consolidación (bancaria) y podemos (...) no tener ningún banco verdaderamente portugués dentro de poco tiempo", advirtió esta semana el economista y ex presidente del BES Vítor Bento.

También afronta dificultades, aunque de diferente índole, el BCP, ya que su principal accionista es la petrolera estatal de Angola (Sonangol), muy afectada por la severa caída del precio del crudo.

Otra entidad con problemas de tipo accionarial es el BPI, al que Bruselas dio de plazo hasta el 31 de marzo para deshacerse de sus negocios en Angola -nacionalidad de su segundo mayor accionista, que por el momento bloquea la operación- si no quiere ver penalizados sus ratios de solvencia.

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En Portugal ya se especula con la posibilidad de que el Ejecutivo tome cartas en el asunto para permitir superar esta situación dando, en la práctica, más poder al mayor accionista, el español Caixabank, actualmente restringido por los límites de derecho de voto.

La estatal Caixa Geral de Depósitos (CGD) -líder del mercado a nivel de activos- necesita por su parte de una inyección de capital, tal y como reconoció días atrás el primer ministro luso, António Costa, mientras que el modesto Montepio continúa envuelto en rumores sobre su situación financiera.

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