Con la quita de Grecia a vueltas

El Bundestag alemán ha aprobado la ampliación del fondo de rescate europeo. También lo hizo Finlandia. Y es un verdadero[…]

El Bundestag alemán ha aprobado la ampliación del fondo de rescate europeo. También lo hizo Finlandia. Y es un verdadero alivio para los mercados, no hay duda, porque son dos de los miembros menos europeístas de la Unión. Así, las primas de riesgo se han relajado y las Bolsas han subido con mucha fuerza en las últimas sesiones. También es verdad que los síntomas de mejora están comenzando a flaquear. Pero, ¿por qué? ¿No estaría allanado el camino para poner en marcha el segundo rescate de Grecia? Además, las votaciones han coincidido también con un momento en que se espera que los técnicos de la Troika formada por el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea emitan un dictamen favorable para desbloquear el último tramo del primer rescate y que, en una reunión extraordinaria del Eurogrupo, en octubre, Grecia pueda recibir esos 8.000 millones que necesita para evitar una precipitada suspensión de pagos.

Al primer ministro griego, Yorgos Papandreou, se le escucha poco y caso se le hace todavía menos. Pero el martes, en el discurso que pronunció ante el empresariado alemán, dio la respuesta al porqué del aspecto dubitativo que presentan los mercados en las dos últimas sesiones pese a que, a primera vista, todo parezca favorecerles.

Papandreou explicó que, para dar carpetazo a la crisis de deuda de su país, se tendrían que cumplir tres condiciones. En primer lugar, dio por sentado que su país cumpliría con las exigencias de sus socios y del Fondo Monetario Internacional. En segundo lugar, los socios europeos deberían aprobar la ampliación del fondo de rescate. Pero añadió que es fundamental que sus acreedores, los bancos, adopten una actitud constructiva y, sobre todo, realista.

Es, precisamente, en el último capítulo en el que están ahora los problemas. Según publicó Bloomberg, los legisladores alemanes, con el respaldo, seguramente, de los daneses, estarían presionando a las entidades financieras acreedoras de Grecia para que acepten una quita mayor de Grecia. Pero Alemania, una vez más, se enfrentaría a la oposición de la Comisión Europea y de Francia. No hay que olvidar que los bancos franceses son los que más tienen que perder, porque son los más expuestos a la deuda griega. Y, obviamente, las entidades financieras tampoco están muy por la labor de aceptar más minusvalías. 

Según el acuerdo para el segundo rescate de Grecia del pasado 21 de julio, los bonistas aceptaban el canje de 135.000 millones de euros en bonos que vencían en 2020 por nuevos títulos respaldados por la Unión Europea de los que no recuperarían el principal durante décadas. Este pacto implicaba una quita del 21% que, a juicio de muchos políticos alemanes supone un tratamiento excesivamente benévolo para los bancos. Pero esa quita sólo afecta a un tercio de la deuda pública griega y supone reducir el stock total de lo que deben los griegos en sólo un 7%. La situación del país seguiría siendo insostenible y, periódicamente, volveríamos a hablar de la amenaza de un "default" griego. Por eso, Grecia quiere que la quita se aplique sobre el 90% de la deuda. Y los alemanes, daneses, etc., por su parte, además de muchos analistas, creen que el porcentaje de la quita debería incrementarse del 21% al 40% o al 50%. Aunque la cotización de los bonos griegos en el mercado secundario descuenta un impago superior. Pero, como hay opiniones para todos los gustos, hay economistas que dicen que la fuerte caída de los bonos griegos se debe a la contaminación de los políticos con sus declaraciones.

El acuerdo del 21 de julio daba por supuesto que los bancos aceptaban voluntariamente esa quita del 21%. Bajo esta premisa de voluntariedad, las agencias de "rating" serían más benévolas con el "evento" del impago griego. Pero, ¿qué ocurriría si se obliga a las entidades a asumir más pérdidas?

En uno de los peores escenarios posibles, se podría volver a abrir una renegociación de los términos del acuerdo de julio, lo que inyectaría mucha más incertidumbre en los mercados. Pero si de ese proceso saliera una solución definitiva, podríamos dar por bien empleadas las nuevas turbulencias.

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