La operación saudí en Telefónica es un toque de atención a Bruselas

El recelo de Bruselas a favorecer la concentración en el sector es el tipo de debilidad que ha permitido el fácil desembarco de Saudi Telecom en Telefónica

El desembarco de Saudi Telecom en el accionariado de Telefónica no solo cogió por sorpresa a la compañía y al Gobierno de coalición encabezado por Pedro Sánchez. En el sector se ve con preocupación la facilidad con la que el capital saudí ha desembarco en un grupo estratégico como Telefónica.

El movimiento llega un año después de que Emirates Telecommunications Group, de Abu Dhabi, se convirtiera en el mayor accionista de Vodafone, tras comprar el 14,5 por ciento de la teleco británica.

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La operación significa que dos de las mayores telecos europeas tendrán entre sus primeros accionistas a dos grupos con capital del Golfo Pérsico.

No se trata de la única incursión de capitales árabes. La propia Saudí Telecom alcanzó un acuerdo en abril para comprar las torres de United Group por 1.300 millones de dólares. Además, el fondo Mubadala, de Abu Dhabi, ha invertido en la firma de infraestructuras británica Cityfibre y en el operador de redes EQT.

La situación es muy incómoda para las autoridades de la competencia europea, justo cuando se preparan para decidir sobre la fusión entre Orange y Másmovil. El telón de fondo es el enérgico rechazo que siempre han manifestado las altas esferas comunitarias para facilitar las fusiones entre telecos.

La debilidad de Telefónica y el resto del sector europeo

Lo cierto es que con “este afán de la Comisión Europea de tener tanta competencia y tantas operadoras, lo que están haciendo es debilitar el sector de cara a terceros”, dijo a finanzas.com Juan Peña, analista en GVC Gaesco.

Lo sucedido con Telefónica muestra que en cualquier momento puede venir un operador mediano y comprar una participación relevante en una teleco europea. Esto es una consecuencia clara de que “se ha debilitado a las compañías europeas por un exceso de competencia”, añadió Peña.

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Es cierto que la alergia de Bruselas con la concentración sectorial tiene una base económica sólida. “Este sector es un oligopolio natural, lo que quiere decir que las empresas que compiten no pueden ser muchas porque los costes unitarios serían demasiado elevados”, dijo a finanzas.com Leticia Poole Derqui, profesora de la Universidad Europea de Valencia.

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El temor de los reguladores es que las compañías lleguen a acuerdos de precios que perjudiquen a los consumidores. “El abuso de poder es muy fácil, por lo que la necesidad de supervisión es muy grande”, explicó Poole.

Rentabilidad mermada

Sin embargo, la otra cara de la moneda son las compañías de telecomunicaciones, que operan con márgenes cada vez más escurridos, lo que hace que el sector lleve casi dos décadas sin ganar dinero de manera consistente.

El regulador exige que haga un gran despliegue de redes que luego las empresas no pueden monetizar porque no pueden subir precios. “Es un sinsentido, el retorno del capital empleado siempre está por debajo de coste del capital. Lo que pasado viene muy bien para que la gente despierte y vea que el lobo ya ha llegado”, argumentó Peña.

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El origen de toda esta situación es que “se ha exigido unas inversiones mastodónticas al sector, sin garantizar un marco que permita rentabilizarlas”, explicó a finanzas.com José Ramón Ocina, analista en Mirabaud Securities.

La peor noticia, a juicio de este experto, es que no se garantiza la sostenibilidad financiera del negocio. En opinión de Peña, o “la Comisión Europea despierta y apuesta de verdad por crear gigantes europeos que pueden competir con las compañías asiáticas o estadounidense, o esto es solo el principio”.

La fusión Orange-Mámóvil, en el punto de mira

Un buen momento para tomar el pulso a las autoridades comunitarias serán las condiciones que finalmente se impongan a la fusión entre Orange y Másmovil, que serán determinantes para Telefónica y el resto del sector.

La decisión se espera en las próximas semanas, aunque la candidatura de la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, al Banco Europeo de Inversiones, podría retrasar el dictamen.

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La política danesa se ha tomado una licencia temporal por este motivo, y ha dejado el cargo en manos de Didier Reynders. Aunque Vestager no es favorita, si finalmente triunfase esto haría que las condiciones fuesen menos exigentes, apuntaron los analistas de New Street Research.

En el mercado se da por hecho que Vestager es muy estricta con las opciones de consolidación sectorial, mientras que Reynders sí será más proclive a facilitar el proceso en caso de acceder al cargo de manera permanente.

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