¿Qué le espera la renta variable europea hasta final de año?
El riesgo político ha reaparecido en escena
Me gustaría comentar dos cosas. En primer lugar, el riesgo político ha reaparecido en escena. Si bien nunca ha llegado a desaparecer por completo, la política interna no resultó perturbadora en 2017, puesto que los resultados de las elecciones fueron favorables al mercado en Francia, Alemania e, incluso, el Reino Unido. Sin embargo, este año Italia cambió esta tendencia. Sí, se ha formado gobierno, lo que es bueno, pero no está del todo claro qué vendrá después. La coalición resultante desató temores en el mercado, aunque no parece haber creado problemas duraderos.
En segundo lugar, por lo que respecta a la rentabilidad, el crecimiento de los beneficios parece razonable durante el año (más de un 10%), pero la rentabilidad de las inversiones ha variado de un sector a otro. Los bancos, por ejemplo, se han situado a la zaga de la rentabilidad, mientras que la tecnología se ha encaramado a las primeras posiciones. Nuestros resultados superan a los del índice, pero el liderazgo lo han copado segmentos inesperados.
Nos mantenemos bastante optimistas, y la renta variable europea (excluida la británica) sigue gozando del favor de nuestro equipo de asignación de activos: el mercado ofrece unas valoraciones razonables, aunque no especialmente asequibles, y el crecimiento económico y de los beneficios es palpable. No obstante, somos conscientes de que algunas de nuestras mejores compañías están empezando a encarecerse, si bien las que se enfrentan a mayores dificultades se han abaratado.
Por tanto, nos preguntamos si esta ampliación de los diferenciales de valoración está justificada o es sostenible. No vamos a cambiar nuestras perspectivas radicalmente, pero los argumentos de las valoraciones se han tornado más críticos.
¿Cuáles serán las oportunidades y las dificultades principales para los inversores durante el segundo semestre de este año?
En cuanto a las dificultades, debemos sopesar las valoraciones teniendo en cuenta los acontecimientos macroeconómicos: el brexit, las guerras comerciales y la desaceleración de China son tan solo algunos ejemplos. Si la valoración de un título nos ofrece protección frente a pérdidas (es decir, más margen en caso de error), la cotización podría absorber uno o dos de esos acontecimientos sin verse perjudicada. Sin embargo, si el título ya está sobrevalorado, la cotización podría verse debilitada, e incluso deteriorarse, a causa de factores externos.
El mayor riesgo no procede necesariamente de las compañías de segunda o tercera fila que atraviesan dificultades, puesto que es posible que estas ya se reflejen en su cotización. El peligro se halla más bien en la complacencia si una compañía con una rentabilidad excelente ha pasado a ser demasiado cara. Si la valoración no integra protección frente a pérdidas, podría verse penalizada por acontecimientos macroeconómicos y, en ese caso, la posición supondría una rémora para la rentabilidad de los clientes. En eso estriba la dificultad.
Dicho esto, nosotros no tememos a la volatilidad. Puede suscitar intranquilidad entre los clientes, pero para los inversores a largo plazo genera oportunidades, ya que la debilidad injustificada de las cotizaciones puede abrirnos una puerta de entrada.
A grandes rasgos, el crecimiento mundial es alentador, al igual que el europeo. Los beneficios son bastante robustos y las valoraciones se revelan razonables, a lo que se suma la necesidad de mantener las previsiones bajo control. De ese modo, si los resultados superan las expectativas, el mercado se verá favorecido. Sin embargo, si a corto plazo la situación empeora, aparecerán oportunidades de compra.
Mientras que Estados Unidos está en la fase final del ciclo, la situación en Europa es distinta. La recuperación se vio frenada por la crisis de la zona euro, y las tareas de recuperación en el sector bancario no fueron ni tan rápidas ni tan amplias. Por consiguiente, Europa ha ido a la zaga de Estados Unidos, y los tipos de interés no subirán este año, por lo que quizá haya menos perturbaciones de final de ciclo de las que preocuparnos, aunque los acontecimientos en el gigante norteamericano pueden tener cierta repercusión.
Nos gustaría comprar compañías de primera fila a buen precio, pero por el momento no hay mucho donde elegir. Después de haber disfrutado este verano de la Copa Mundial de la FIFA en Rusia, en este país se usa un proverbio que viene que ni pintado: «Бесплатный сыр бывает только в мышеловке», que podría traducirse como «Solo se encuentra queso gratis en las trampas para ratones». Existen oportunidades fantásticas, pero no debemos olvidarnos de los riesgos
Desde que estalló la crisis financiera mundial en 2009 y hasta 2016, la rentabilidad ha procedido de la revalorización de los índices, no del crecimiento de los beneficios. No ha sido hasta el año pasado y este cuando por fin hemos asistido al crecimiento de los beneficios, lo que supone una evolución mucho más sana. En consecuencia, seguimos albergando un optimismo moderado.
Philip Dicken es director de renta variable europea en Columbia Threadneedle