Las cuestionadas amistades de Draghi

La Defensora del Pueblo de la Unión Europea, Emily O?Reilly, ha abierto una investigación sobre los vínculos de Mario Draghi[…]

La Defensora del Pueblo de la Unión Europea, Emily O?Reilly, ha abierto una investigación sobre los vínculos de Mario Draghi con un exclusivo grupo privado de banqueros conocido como «Grupo de los Treinta». En una carta enviada el martes 17 de febrero, informó al presidente del BCE del inicio de las pesquisas a raíz de una queja presentada por la organización no gubernamental Corporate Europe Observatory (CEO), que considera la existencia de un conflicto de intereses basado en que al club privado de banqueros pertenecen los máximos representantes del «lobby» financiero global y que ejercen en ese foro una influencia ilegítima sobre el presidente del BCE.

El G-30, en efecto, contiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en objetivo predilecto de los teóricos de la conspiración. Fundado en 1978 gracias a la iniciativa y a la financiación de la Fundación Rockefeller, tiene su sede en Washington DC. A este selecto «lobby» pertenecen los primeros ejecutivo de las grandes entidades financieras mundiales. Organiza dos reuniones plenarias y privadas al año, además de diversos seminarios sobre asuntos específicos, para «impactar en la estructura actual y futura del sistema financiero mundial a través de recomendaciones aplicables directamente a las comunidades públicas y privadas que deciden las políticas», según la queja de CEO.

Gran influencia

En sus reuniones, bajo epígrafes indescifrables para los no iniciados, se discute básicamente sobre cuánto dinero debe circular en el mundo, en qué condiciones y a qué precio. Sus recomendaciones parecen ser muy tenidas en cuenta, a juzgar por ejemplo por su documento «Reforma Financiera. Un marco para la estabilidad financiera», emitido en el segundo año de la crisis y que ha sido incluido en buena parte de las legislaciones financieras occidentales. Claro que, anteriormente, concretamente durante la negociación Basilea II, el Grupo de los 30 apoyó el sistema de riesgo denominado valor-en-riesgo (VAR), considerado después como uno de los factores básicos que permitieron la crisis financiera del 2008. Y si bien es cierto que en este mundo globalizado del siglo XXI es comprensible e incluso aconsejable que las políticas monetarias y financieras del planeta se contrasten e incluso coordinen entre sí, también lo es que cualquier reunión a puerta cerrada y sin unos mínimos de transparencia resulta automáticamente sospechosa, cuando no culpable. Y aunque sus informes son publicados, las reuniones de este selecto foro son sometidas a la más estricta confidencialidad.

Y si la sospecha de «lobby» se cierne fácilmente sobre el Grupo de los 30, lo mismo podría decirse de los acusadores, el CEO, una oficina en Bruselas con al menos 15 empleados que se define como «grupo que se dedica a la investigación y a la organización de campañas sobre las amenazas a la democracia, la igualdad, la justicia social y el medio ambiente que supone el poder económico y político de las grandes empresas y sus grupos de lobby», lo que se traduce en la práctica en, por ejemplo, campañas para crear opinión contra tratados comerciales como el CETA o el TTIP, además de esta iniciativa para preservar la independencia de Draghi. Se financia gracias a donaciones privadas y entre sus donantes figuran numerosas fundaciones. Una de ellas es la Rockefeller Brother Foundation (RBF).

A la espera de que avance la investigación, el BCE defiende a su presidente, recordando que la pertenencia al G30 no implica estar de acuerdo con todos sus informes que menos de una tercera parte de sus miembros proceden del sector financiero privado, entre las que sólo dos son instituciones supervisadas por el BCE. El banco emisor europeo ha mostrado su disposición a «proporcionar a la Defensora del Pueblo información» que requiera y subraya que «el Tratado (de la UE) aconseja que el BCE mantenga un diálogo con instituciones externas».

En opinión del Banco Central Europeo (BCE), el G-30 es «un foro muy diverso que incluye antiguos y actuales gobernadores de bancos centrales, ministros de Finanzas, académicos y representantes del sector privado, incluidos banqueros? un foro relevante con el que interactuar, siempre recordando que tenemos una serie de normas e instrumentos en vigor para evitar conflictos de intereses aparentes o potenciales». El artículo del Tratado al que se refiere el BCE es el 11 y dice que las instituciones darán a los ciudadanos y asociaciones representativas la oportunidad de dar a conocer e intercambiar sus opiniones. Ese mismo artículo señala que las instituciones mantendrán un diálogo abierto, transparente y regular con asociaciones representativas y la sociedad civil.

Un selecto club

El G-30 es prácticamente un «dream team» del poder financiero mundial. Además de Draghi y su predecesor en el cargo Jean Claude Trichet, pertenecen al club ejecutivos de algunos de los mayores bancos del mundo. Actualmente está presidido por Jacob Frenkel, de JP Morgan Chase, rodeado de personalidades como E. Gerald Corrigan, de Goldman Sachs; Guillermo de la Dehesa Romero del Grupo Santander; o David Walker, de Morgan Stanley. Pertenecen también gobernadores de bancos centrales como el de Inglaterra, Japón o China, incluido el español Jaime Caruana, y altos cargos de entidades privadas como UBS, Crédit Suisse o JP Morgan, además de académicos como Paul Krugman.

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