Donald Trump ultima el traspaso de su emporio empresarial a sus hijos

Si el aterrizaje de Trump en la Casa Blanca ya es de por sí complejo, su condición de presidente electo[…]

Si el aterrizaje de Trump en la Casa Blanca ya es de por sí complejo, su condición de presidente electo más rico de la historia añade dificultad al proceso. Nunca antes, el dueño de un emporio de tal magnitud, con negocios repartidos por EE.UU. y medio mundo, había asumido las riendas del país. Los conflictos de intereses, que obligan a separar las posesiones personales de las decisiones del Despacho Oval y de los cargos en la Administración, afectan a toda la familia Trump. Sus abogados trabajan en el traspaso de la Trump Organization a sus tres hijos mayores, Ivanka, Donald Jr. y Eric, de acuerdo con el plan que el millonario anunció en campaña, en caso de victoria.

El presidente electo prevé crear un blind trust, conocido en español como fideicomiso ciego, como hicieron sus predecesores. Una fórmula para blindar los bienes mientras ejerce la presidencia. Su intención es que el trío de futuros herederos, que no ostentará cargos ni vínculos con la Administración, y un grupo de ejecutivos independientes, gestione el emporio. El primer problema es que, según la legislación federal, los fideicomisos no pueden estar encabezados por familiares. Un reto para los letrados de Trump, pero también un desafío para el mandato que se viene encima.

Mientras su padre no haya tomado posesión, la legislación federal no rige para la familia

A la espera de conocer los primeros movimientos en torno a sus bienes, la imagen de la primera visita de un jefe de Gobierno ha levantado polvareda. Aparece el presidente electo sentado en un sillón, intercambiando opiniones con el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Ambos, acompañados de sus respectivos traductores. A la derecha, en una silla, escucha atenta Ivanka Trump, miembro del equipo de transición. Mientras su padre no haya tomado posesión, la legislación federal no rige para la familia. Pero la prensa, derrotada en la elección presidencial por el desafiante candidato republicano y menospreciada por la renuncia de Trump al habitual pool de periodistas que sigue los pasos del presidente, se mantiene alerta.

La legislación federal sobre incompatibilidades no obliga directamente al presidente de Estados Unidos, pero sí sus compromisos políticos, la tradición de todos sus predecesores y la supuesta autoridad moral de quien se ha presentado en campaña como el adalid contra la «corrupción» de su rival, Hillary Clinton, con un pasado no precisamente ejemplar. Además, el riesgo de incumplimiento por parte del presidente Trump vendría de la ley que prohíbe a los altos cargos federales aceptar pagos o regalos procedentes de países extranjeros sin el consentimiento del Congreso.

La circunstancia más llamativa sobre las propiedades del presidente electo es que posee el Trump International Hotel Washington DC, situado en el 1100 de Pennsylvania Avenue, a sólo unas manzanas del 1600 de la misma avenida, donde se ubica la Casa Blanca. Además, el lujoso alojamiento ocupa en régimen de alquiler un antiguo y emblemático edificio de Correos, cuyo propietario es el Gobierno Federal.

Fortuna en bienes raíces

El emporio de Trump, que a diferencia de todos los presidentes anteriores está mayoritariamente integrado por bienes raíces, está formado hoy por decenas de grandes hoteles, campos de golf, edificios de alquiler y propiedad, la mayoría condominios. La suma de sus propiedades asciende hoy a 3.700 millones de dólares (casi 3.500 millones de euros), según la revista Forbes, que le sitúa en el puesto 156 del ranking de los más ricos de EE.UU.

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