Ana Botín y por qué se siente feminista: «En general, las mujeres no reciben un trato justo»

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, ha publicado en su cuenta personal de la red social Linkedin una reflexión[…]

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, ha publicado en su cuenta personal de la red social Linkedin una reflexión de por qué se considera feminista. Con el título «por qué me considero feminista y tú también deberías» Botín explica que hace diez años su respuesta hubiera sido diferente a la de hoy día, pero que a pesar de lo que mucha gente cree, durante ese periodo de tiempo «no he he pasado por ningún proceso de conversión».

«Llevo muchos años como ejecutiva. Años en los que he visto suficiente como para saber que, en general, las mujeres no reciben un trato justo», prosigue. Además, cree que «no se trata de culpabilizar a los hombres. Ni tampoco se trata de dar ventaja a un género sobre el otro», al considerar que el feminismo se ha refugiado con el establecimiento de cuotas, un hecho que no le parecía la respuesta adecuada. «Es evidente que mujeres y hombres no somos exactamente iguales, ni física ni psicológicamente ?aunque nos parecemos más de lo que algunos creen?. Lo más significativo es que las mujeres estamos expuestas a experiencias y expectativas muy diferentes a lo largo de nuestra vida», prosigue en su texto.

Al relatar su experiencia laboral, Botín considera que las mujeres tienen «las capacidades intrínsecas para avanzar por méritos propios. En mi caso, opté por hablar claro y trabajar más que mis jefes», espeta.

En su publicación, cita a la escritora Sheryl Sandberg para hablar de feminismo autosuficiente. «El feminismo de Sandberg defiende que las mujeres podemos ascender profesionalmente si trabajamos más, si hablamos claro y a la vez presionamos para conseguir condiciones de trabajo más flexibles, que nos permitan compaginar nuestra profesión y nuestra vida personal. Es un feminismo autosuficiente, en el que te puedes valer por ti misma. No requiere una organización colectiva y, mucho menos, necesita la etiqueta pública de feminista».

Sin embargo, también explica que eso no es suficiente. «Aunque las mujeres sí necesitamos aprender a defendernos mejor, y ser más asertivas, estos esfuerzos individuales no serían suficientes para lograr el cambio que necesitamos». Comenta a continuación la necesidad de cambios estructurales en la organización del trabajo para ir hacia un entorno laboral más justo. Se basa en distintos estudios para exponer las ventajas de este entorno. «Además de talento, las mujeres aportan al negocio competencias complementarias a las de los hombres: mejor comunicación interpersonal, cooperación, pensamiento horizontal y capacidad de escuchar de verdad. También mayor empatía y capacidad de priorizar».

En su reflexión también tienen cabida las distintas brechas a superar entre hombres y mujeres. «Con los años estoy más convencida de que no son suficientes los cambios de actitud de las mujeres, se necesitan medidas proactivas. Por ejemplo, un estudio de McKinsey de hace unos años demuestra que, cuando se abre una nueva posición en la empresa, muchos hombres que se postulan cumplen solo con el 50-60% de los requisitos del puesto. Las mujeres, sin embargo, se presentan cualificadas en un 100 o 120% en la mayoría de los casos. Es decir, incluso cuando están muy cualificadas las mujeres se muestran más inseguras y son menos insistentes que los hombres». Además, también relata que para llegar a una igualdad laboral, la igualdad doméstica juega un papel clave, donde las mujeres emplean más horas al cuidado del hogar y de los niños que los hombres.

«Para que cada vez más hombres puedan compartir esa responsabilidad doméstica, necesitamos políticas públicas que permitan mayor flexibilidad en el entorno laboral, dije entonces. Es muy difícil para las mujeres negociar estos acuerdos de forma individual. El impulso para lograr la igualdad es también un impulso para conseguir un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal para todos, hombres y mujeres». Es por ello que sugiere que el «teletrabajo debe ser una opción» porque «los directivos tienen que ser capaces de priorizar, organizar, delegar y descartar malos hábitos», ya que considera que es una cultura que no favorece a las mujeres.

Importancia de la tecnología

Botín justifica su cambio de parecer en estos diez años por el peso de la tecnología en la actualidad. «Las redes sociales, en concreto, han modificado completamente el debate sobre la mujer. El movimiento viral #Metoo en respuesta a las acusaciones sobre Harvey Weinstein es el último y espectacular ejemplo del poder de las redes sociales para enfocar el debate y promover el cambio». Aboga por acabar con la espiral de silencio a la que se ven sumidas las mujeres y que acaba protegiendo a los agresores.

Finalmente, recalca la importancia de la actuación colectiva: «Son admirables las mujeres autosuficientes, son significativos los cambios que algunos hemos puesto en marcha en nuestro entorno, pero es necesario hacer aún más para cambiar los cimientos de la sociedad; y hacerlo de forma colectiva».

Es por ello que termina siendo «consciente de que decir las cosas públicamente, de forma solidaria con otras mujeres, tiene el poder de cambiar. Soy consciente de estar en una posición privilegiada para hacerlo. Así que, cuando hablo, no lo hago solo por mí misma. Lo hago, junto con la gran mayoría de los hombres que nos apoyan, por todas las mujeres. Por eso mi feminismo es ahora público. Y quizá el tuyo también debería serlo».

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