Un estudio asegura que cibervíctimas en riesgo de ser grave sufren más estrés
Las cibervíctimas en riesgo de convertirse en graves son las que mayores niveles de ansiedad y estrés sufren durante todo[…]
Las cibervíctimas en riesgo de convertirse en graves son las que mayores niveles de ansiedad y estrés sufren durante todo el día; mientras que los ciberacosadores y aquellos que solo observan presentan los niveles más bajos, según un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Esta es una de las conclusiones del estudio desarrollado por el grupo de investigación Cyberbullying-OUT de la UNIR, en colaboración con las Universidades de Deusto y de Granada, en el que se ha relacionado por primera vez la secreción del cortisol u "hormona del estrés" con el acoso en internet.
En una nota, la UNIR ha precisado hoy que este estudio asocia el perfil de liberación de cortisol con el rol desempeñado en el ciberacoso, ya se sea víctima, agresor u observador.
La investigación ha detectado cambios fisiológicos que afectan directamente a la salud dependiendo del papel que adoptan los adolescentes en el ciberacoso, especialmente, en el caso de las víctimas.
"La cibervictimización está significativamente relacionada con un alto perfil de secreción de cortisol, que, a su vez, también se relaciona estadísticamente con las medidas de estrés y ansiedad", según el director de Cyberbullying-OUT, Joaquín Manuel González-Cabrera.
De la combinación de los resultados de los cuestionarios y del análisis de la cantidad de cortisol en saliva -que indica el nivel de estrés- se deduce que las cibervíctimas en riesgo son las que más sufren.
"Creemos que, al ser víctimas puntuales, mantienen un nivel de alerta superior a aquellos adolescentes que son cibervíctimas graves y que, lamentablemente, han llegado a un proceso de habituación al estrés", ha indicado.
Para él, "el ejercicio mantenido de la violencia genera un efecto de costumbre en los agresores", ya que "no les genera ansiedad ejercer la violencia contra sus compañeros".
Según los investigadores, la intervención sobre el ciberacoso pasa por una acción más directa sobre el colectivo de observadores para que tomen un papel activo en la denuncia de la conducta de sus compañeros.
"Difícilmente se producirían muchas conductas de violencia si hay una actuación proactiva de los observadores en defensa de la víctima", ha dicho González-Cabrera.
Se ha referido a que otra de las conclusiones del estudio es que la secreción de cortisol es más alta en el ciberacoso que en el acoso tradicional, "probablemente porque sus consecuencias se perciben como más perniciosas, ya que puede alcanzar una audiencia más amplia, es anónimo en muchos casos y ocurre en cualquier momento y lugar".
En esta investigación participaron 371 alumnos de entre 11 y 18 años de un colegio de Asturias, de los que se seleccionaron a 60 para una prueba adicional, que consistía en medir el perfil de liberación de cortisol a través de cinco muestras de su saliva tomadas durante todo el día.
Ha explicado que la generación de cortisol funciona como un mecanismo natural que prepara a las personas para una situación estresante, en la que se siente en peligro.
Los resultados apuntan a que, desde el momento de despertarse, cada uno de cinco roles establecidos en el estudio -cibervíctima en riesgo, cibervíctima grave, cibervíctima-agresor, ciberagresor y ciberobservador- tiene ya un perfil de liberación de cortisol diferenciado.
La investigación ha concluido que, a las 7:30 horas, se dispara el nivel de cortisol en todos, pero son las víctimas las que alcanzan el nivel de 1,3 miligramos por decilitro; mientras que los ciberacosadores se mantienen en niveles por debajo de un miligramo.
Los ciberacosadores y los observadores son los que menores niveles de estrés padecen y, a partir de las 11:00 horas, las cibervíctimas en riesgo superan los niveles del resto de acosados, situación que permanece hasta las 21:00 horas, donde presentan la mayor diferenciación con los demás compañeros.
Para los ciberacosadores, la producción de cortisol se reduce al mínimo; sin embargo, las cibervíctimas en riesgo alcanzan los 0,5 microgramos por decilitro. EFE.
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