La maldición de las Zombis S.A.

El problema de las compañías que no acaban de morirse se extiende más allá de Japón, donde siguen siendo un obstáculo

Ninguna de las casi 4.000 compañías que cotizan en la Bolsa de Japón ha presentado concurso de acreedores en el ejercicio fiscal finalizado en marzo. Shinzo Abe ha alardeado de la reducción del número de concursos como prueba de que la economía del país se está reactivando. Pero allí donde el primer ministro ve signos de vida, los críticos más escépticos ven zombis, es decir, compañías en declive que siguen arrastrándose gracias al crédito fácil, aunque no puedan asumir los intereses. Los zombis son un obstáculo para un proceso que el economista austriaco Joseph Schumpeter definió como «destrucción creativa»: la batidora caótica mediante la cual el capitalismo se reinventa a sí mismo, con la muerte de las compañías más viejas e improductivas, que dejan paso a las startups. «Si no desaparecen empresas viejas, no pueden nacer las nuevas, porque no hay espacio para todas en el mercado», afirma Martin Schulz, economista del Instituto de Investigación de Fujitsu. 

El brote de zombis en Japón comenzó en los 90, pero ahora la enfermedad se está extendiendo a otros países, según un estudio realizado en enero en la sede de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en París. Los autores culpan a los zombis de lastrar el crecimiento y la productividad en el mundo desarrollado. Los muertos vivientes se «mantienen con vida por el legado de la crisis financiera», lo que incluye un periodo prolongado de tipos de interés bajos, mimos por parte de los Gobiernos y paciencia por parte de los acreedores que no quieren dejar a las empresas fuera de juego por el daño que podría hacer en sus balances la declaración concursal. 

En Corea del Sur, donde la industria naviera se ha visto golpeada por el desplome del comercio global, los bancos estatales acordaron el pasado mes de marzo entregar un crédito a Daewoo Shipbuilding & Marine Engineering Co. por valor de 2.600 millones de dólares y un intercambio de deuda por acciones para evitar la insolvencia de la compañía. Ha sido la segunda vez en menos de dos años que este gigante del sector naviero recibe un rescate. Y no son las gigantes las que reciben un trato especial. La antipatía generalizada respecto de los conglomerados que dominan la economía de Corea del Sur está tan extendida que los acreedores tratan con especial deferencia a las pequeñas empresas en apuros, según Oh Suktae, economista en SG Securities Korea Co. Sí, tenemos muchas compañías zombis», afirma, «pero desde un punto de vista político, es imposible quitar todos los apoyos que reciben de agentes menores». 

En China, la segunda economía del mundo, apenas el 10 por ciento de las 3.300 compañías que cotizan en bolsa son muertos vivientes que reciben ayudas constantes del Gobierno y los bancos, según He Fan, economista de la Universidad Renmin de Pekín. 

En gran parte de Europa, la ineficiente legislación concursal es en mucha medida la causa del aumento del número de compañías zombis. Este es un problema particularmente acusado en Italia, donde los muertos vivientes suponen el 6 por ciento de todas las empresas, el doble que en 2007, según un informe de la OCDE. Los tribunales en los que se dirimen los procesos concursales son tan lentos que se tarda una media de ocho años en liquidar una empresa en apuros, en comparación con los pocos meses que se tarda en EE.UU. Este proceso tan prolongado dispara los costes judiciales, por lo que los acreedores no suelen recuperar más que una pequeña parte de su deuda. «Al final, los bancos pueden quedarse sin nada, por lo que no tienen incentivos para hacer nada a favor de las compañías en apuros con las que trabajan», afirma Müge Adalet McGowan, coautora del estudio de la OCDE. 

Caída pronunciada

En EE.UU., los planes del presidente Trump de renegociar los acuerdos comerciales, establecer aranceles e intensificar la aplicación de medidas que favorezcan la compra de productos estadounidenses en contrataciones con el sector público podrían reforzar a algunos fabricantes estadounidenses frente a la competencia exterior. Ya se ven algunas muestras de que las fuerzas de destrucción creativa no son tan poderosas como antes. En un artículo académico publicado en 2016 y firmado, entre otros, por el economista de la Universidad de Maryland John Haltiwanger, se mostraba que la tasa de creación de empresas lleva cayendo de forma estable desde los 80. La caída ha sido tan pronunciada desde la crisis financiera que en los últimos años han desaparecido más empresas de las que se han creado. Es decir, hay destrucción, pero apenas creación. «Los políticos estadounidenses ya no pueden seguir diciéndole al resto del mundo aquello de 'Sed exactamente igual que EE.UU. en lo que se refiere a flexibilidad y dinamismo a nivel empresarial', porque aquí tampoco lo somos ya», afirmó Haltiwanger en una ponencia realizada en 2016. 

Japón presentó por última vez una tasa de cero liquidaciones de compañías que cotizan en bolsa durante un periodo de cuatro años hace 26 años, según una investigación realizada en Tokio por parte de la compañía Teikoku Databank Ltd. Por aquel entonces, el país contaba con un recalentamiento de la economía que arrojaba un crecimiento del 5,5 por ciento anual y que se estrelló con el pinchazo de la burbuja bursátil y del mercado inmobiliario. En esta ocasión, son los bajísimos tipos de interés y las garantías crediticias del Gobierno lo que está manteniendo a las empresas con vida. 

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Ocultos

Paul Donovan, economista jefe global en UBS Wealth Management, Londres, afirma que el crédito barato ha hecho que las empresas de todo el mundo pierdan eficiencia, y que los verdaderos muertos vivientes se mantengan ocultos hasta que los costes crediticios empiecen a subir. «En el último informe sobre estabilidad financiera mundial del Fondo Monetario Internacional se destaca que una cuarta parte de los activos corporativos de EE.UU. son vulnerables a cambios repentinos en los tipos de interés», afirma Donovan: «Puede darse la situación de que haya compañías ineficientes que sigan operando en Europa y EE.UU. como consecuencia de la política de tipos de interés tan bajos, pero eso no garantiza que esas compañías vayan a sobrevivir si suben los tipos».

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