La historia del capitalismo se tejió en las fábricas de algodón

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La historia del capitalismo y del mundo moderno puede narrarse a través del auge y desplome del imperio del algodón, una industria que llegó a dirigir Europa, y que en nuestros días controlan cadenas minoristas como Walmart y marcas de moda como Zara, explica el finalista del premio Pulitzer Sven Beckert.

En una entrevista con Efe con motivo de la publicación en España del ensayo "El imperio del algodón: Una historia global" (Crítica), este profesor de Historia en Harvard remarca que para él el capitalismo tiene dos caras, aquella que facilita la productividad humana y el bienestar, y la que se sustenta en el abuso.

"En el libro hablo de la gran importancia de la esclavitud, las colonias y el imperialismo en la historia del capitalismo", recalca Beckert, que con esta obra de más de 700 páginas ha ganado el premio Bancroft de la Universidad de Columbia y ha sido finalista del Pulitzer y el Cundill de Historia en 2015.

La explotación de los esclavos en las plantaciones y de los trabajadores en las fábricas impulsó la expansión del dominio imperial del mundo por parte de Gran Bretaña, que tuvo acceso a la tecnología india y a mercados alrededor de todo el mundo.

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Pero además del imperio británico, en el siglo XIX la industria algodonera y el capitalismo industrial se expandió a gran velocidad a regiones como Cataluña (conocida como "la pequeña Inglaterra del corazón de España", según el libro), y en cuyas factorías giraban 800.000 husos en 1861.

Más adelante, "en la más extrema periferia del arco geopolítico" algunos países, como la España de Francisco Franco y la Argentina de Juan Domingo Perón, entre otros, "forzaron el cultivo del algodón en sus respectivos territorios a fin de aislar a la nación del mercado internacional".

En la actualidad, la producción del algodón vuelve a concentrarse en China, la India, Pakistán y Turquía, que curiosamente ya fueron feudos de la industria algodonera anterior a 1780.

También hay una cierta vuelta a los orígenes en el actual poder de los comerciantes, en este caso de los gigantescos minoristas como Walmart, Metro y Carrefour, frente a los manufactureros, al igual que ocurría a mediados del XIX.

La industria actual se caracteriza además por la preeminencia de grandes marcas del negocio de la ropa, como Zara o HM, que compran el algodón, el hilo, la tela y la vestimenta a los proveedores más baratos que consiguen localizar, sin implicarse ellos mismos en la manufactura.

"Los consumidores deberían tener en cuenta que si compramos una camiseta por unos pocos euros, están en conexión con una producción muy barata y unas terribles condiciones de trabajo", defiende el profesor en la entrevista.

Y si bien admite que en el pasado hubo trabajo infantil en España e Inglaterra al igual que ahora existe en la India o China, y que estos países también tienen derecho a industrializarse, aboga por "exigir unos estándares mínimos" de salubridad y seguridad que eviten desastres como el del incendio de una fábrica textil en Bangladesh, que provocó 112 muertos en 2014.

"El imperio del algodón fue, desde un principio, un espacio de constante pugna entre esclavos y colonos, mayoristas y políticos, granjeros y comerciantes, obreros y patronos. Tanto en este como en otros muchos aspectos, iba a encargarse de alumbrar el mundo moderno", defiende Beckert.

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