¿Cumplirá el cajero automático 50 años más?

Desde su nacimiento, los cajeros automáticos han contribuido a facilitar la vida de millones de personas, permitiendo extraer efectivo a cualquier hora de cualquier día de la semana. Sin embargo, los nuevos métodos de pago podrían dejarlo obsoleto.

Cuenta James Goodfellow, uno de los británicos que reclaman haber inventado el cajero automático hace cincuenta años, que solo ganó 10 libras (unos doce euros) con su invención. Sin embargo, esta herramienta ha facilitado la vida a millones de personas en el último medio siglo, permitiendo que pudiesen extraer efectivo a cualquier hora de cualquier día de la semana. «Ahora lo vemos normal pero fue una revolución para el sector y también para la sociedad. Para los bancos porque redujo la actividad en las sucursales y, para la gente, por el hecho de poder sacar dinero físico 24 horas al día. En el caso de España, además, este país ha sido uno de los líderes a nivel mundial en la red de cajeros, tanto a nivel de volumen como de innovación», explica Rodrigo García de la Cruz, consejero delegado de Finnovating y profesor del IEB. 

Durante estas cinco décadas, el cajero ha evolucionado mucho. Inicialmente, no había tarjetas plastificadas como las conocemos ahora. En su lugar se usaban unos cheques impregnados en carbono 14 ligeramente radiactivo, que requerían de un código de seguridad. Ahora, en cambio, entidades como BBVA permiten usar el cajero con tarjetas contactless, con el DNI electrónico o, incluso, con las claves de Internet sin necesidad de emplear una tarjeta física. Asimismo, un cliente puede enviar efectivo a cualquier persona, sea o no cliente de BBVA, para que lo retire de cualquier cajero utilizando únicamente su móvil, según explica Gonzalo Rodríguez Rodríguez, responsable de Transformación de BBVA España.

Pero, ¿serán estas innovaciones suficientes para garantizar la supervivencia de esta invención de origen británico durante otros cincuenta años?, ¿tiene sentido el cajero en un mundo en el que es posible pagar con el móvil?, ¿seguirá teniéndolo en un futuro en el que se permita el pago con la huella dactilar o la medición del pulso?

Los expertos explican que la continuidad de este artefacto estará muy ligada a la del dinero en efectivo. En ese sentido, hay opiniones contrapuestas. «El dinero físico es algo de la antigüedad, no del siglo XXI. Por lo tanto, no debería de existir ya a día de hoy. De hecho, la tecnología para que no exista ya está disponible. Y es que el dinero físico tiene costes de emisión, de transporte, de seguridad (porque te lo pueden robar) y luego de evasión fiscal. En cambio, el dinero digital es totalmente trazable y los países deberían fomentarlo para mejorar el control de capitales y también para hacer más sencillos los pagos del día a día. En ese sentido, en el futuro iremos hacia la creación de monedas virtuales o criptomonedas de diferentes tipos», relata Rodrigo García de la Cruz. 

Publicidad

De hecho, países nórdicos como Dinamarca, Suecia o Islandia ya están tomando medidas para acabar por completo con el metálico, en la creencia de que un país sin efectivo supondría el final del dinero negro, el blanqueo de capitales y la citada evasión de impuestos. 

Sin embargo, otros expertos como Gonzalo Rodríguez tienen una visión más moderada, aunque reconozcan las razones prácticas del dinero virtual: «Es cierto que los países escandinavos están mucho más avanzados y trabajan para eliminar el efectivo antes de 2025, con lo que es razonable pensar que esta política se extienda por Europa y quizá Japón y Corea, donde los medios de pago electrónicos crecen a buen ritmo. Pero todo esto va a depender mucho de las medidas de impulso que se tomen desde la Administración», asevera. Aun así, Rodríguez recuerda que el uso de los billetes y monedas está muy extendido y no va a ser fácil de erradicar. En España, por ejemplo, su uso se ha incrementado con el final de la crisis económica. En concreto, en 2015 creció un 9,7 por ciento, hasta los 129.250 millones de euros, una cifra que representa el 11,9 por ciento del PIB y que se sitúa tres puntos por encima del registro de 2010, según un informe de Tecnocom titulado «Tendencias en Medios de Pago 2016».

Y, en este contexto, el cajero sigue siendo una herramienta fundamental. Así, el 48,4 por ciento de los españoles saca efectivo del cajero al menos una vez a la semana, según el mismo documento, que apunta que la retirada de efectivo en cajeros automáticos alcanzó en 2015 los 114.862 millones de euros, lo que supone un 3,1 por ciento más que el año anterior y que implica el segundo año consecutivo de crecimiento tras seis años de caídas ininterrumpidas (desde 2008 hasta 2013). 

Y eso que hay factores que han jugado a la contra, como la reducción de la red de sucursales por los recortes de la crisis y el incremento de las comisiones a la retirada de efectivo por parte de algunas entidades, lo que ha llevado a bancos como ING a llegar a un acuerdo para poder retirar dinero en las cajas de los supermercados.

Y es que las posibilidades como ésta de retirar efectivo en los supermercados se multiplican cada vez más. Amazon, por ejemplo, lanzó recientemente en España Amazon Pay, un sistema que permite a sus clientes pagar por productos y servicios en otras páginas web con tan solo introducir los datos de acceso a su cuenta de Amazon (Vueling ha sido una de las primeras compañías españolas en adherirse a la iniciativa). «En la medida en que las novedades traigan consigo más comodidad o más valor añadido van a ser muy fácilmente aceptadas por los clientes. Por ejemplo, el pago con tarjeta contactless está ya muy extendido», asevera Gonzalo Rodríguez, en una opinión compartida por García de la Cruz: «La sociedad está preparada para hacer las cosas de forma más sencilla y eficiente. Y lo va a realizar sin darse cuenta. Hace 15 años si nos hubieran dicho la transformación que ha supuesto un smartphone, hubiéramos pensado que es imposible. La clave está en quién sea el que ofrezca ese valor añadido. Si alguien puede generar un standard son compañías grandes como Apple o Google».

En todo caso, BBVA sigue apostando por esta herramienta que celebra su quincuagésimo aniversario: «El cajero seguirá siendo un complemento y un apoyo a las oficinas facilitando el autoservicio de nuestros clientes 24 horas al día. De hecho, nuestros clientes ya realizan más transferencias, pago de impuestos o domiciliación de recibos por cajero que en oficina. Asimismo, no renunciamos tampoco a que el cajero sea un canal para la compra de determinados productos sencillos como un préstamo de consumo inmediato o la aportación a un plan de pensiones, que ya están disponibles con muy buena aceptación», asevera Gonzalo Rodríguez.

En esa última dirección también apunta García de la Cruz, quien cree que la evolución y el incremento de servicios pueden alargar su supervivencia. «El cajero tiene difícil su supervivencia si no se transforma. Otra cosa es se convierta en una especie de asesor virtual que pueda tener una relación con el cliente. O que la sucursal digital se convierta en un cajero con mucha tecnología. Pero debe renovarse en algo más que dé asesoramiento virtual», relata.

En todo caso, este experto señala que «cincuenta años es mucho tiempo» para hacer predicciones. «Me cuesta ver el futuro a 5-10 años. Pero, para dentro de cincuenta años, estaremos hablando de hologramas, de 3D o de inteligencia artificial muy renovada», dice.

Lo mismo opina Rodríguez: «Sólo hay que tener en cuenta que el i-Phone aún no ha cumplido 10 años y ya ha revolucionado industrias enteras. De forma casi segura en un futuro próximo los pagos serán más interpersonales, desintermediados, instantáneos, seguros, y sin soportes (tarjetas de plástico) adicionales de por medio».

En portada

Noticias de