La seducción de Marrakech se acerca al norte de España a través de Santander

La seductora ciudad de Marraquech, principal foco turístico del Reino de Marruecos, está ahora más cerca de los viajeros del[…]

La seductora ciudad de Marraquech, principal foco turístico del Reino de Marruecos, está ahora más cerca de los viajeros del norte de España, que en poco más de dos horas pueden aterrizar en la ciudad imperial en vuelo directo desde el aeropuerto Seve Ballesteros de Santander.

Los números reflejan el acierto de la apuesta del Gobierno de Cantabria y de la compañía Ryanair por conectar Santander con el norte de África y más concretamente con Marrakech, destino al que dos días por semana (lunes y viernes) hay vuelos directos que despegan y aterrizan prácticamente llenos.

El abanico de posibilidades que te ofrece esta ciudad, que aspira a recibir 20 millones de turistas al año y a ser uno de los 20 principales destinos del mundo, es tan amplio que hace que merezca la pena la experiencia ya sea para pasar en Marrakech un fin de semana largo o para dedicarle más tiempo.

El centro neurálgico de la ciudad es la medina, pero el auténtico corazón de Marrakech es la plaza de Jamaa el Fna, cuyo latido supone un irresistible imán para los turistas, que mezclados entre los lugareños, quedan perplejos y un tanto sobrecogidos, por el incesante bullicio de este espacio, declarado patrimonio cultural por la Unesco.

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Al margen de la mezquita de La Kutubia, "gemela" de La Giralda de Sevilla, que se encuentra próxima a Jamaa el Fna, la plaza no tiene ningún monumento o escultura, pero su magnetismo radica en la coexistencia de vendedores ambulantes; puestos de comidas, frutas y especias; domadores de monos, encantadores de serpientes y bailarines de música tradicional marroquí.

Y todo ello con multitud de motocicletas y bicicletas que te esquivaran y pasarán rozando mientras observas atónito un espectáculo; que gana en intensidad a la caída de la tarde, si se observa desde una de las terrazas de los establecimientos hosteleros que rodean la plaza, como ésta se transforma y se llena de luces y puestos de comida mientras se pone el sol tras La Kotubia.

La plaza también da acceso a otro de los principales atractivos de Marrakech, sus laberínticos zocos, que abren a primeras horas de la mañana -las mejores para comprar y deambular por ellos- y cierran ya avanzada la noche.

Caminar por el dédalo de callejuelas es una aventura. Son kilómetros de estrechos pasillos adoquinados, por los que los turistas han de desenvolverse atentos a los cientos de establecimientos que invaden parte de las callejuelas con sus productos, pero también a las motos, motocarros e incluso carros tirados por pequeños burros, que van pidiendo paso sin detenerse nunca.

Todo ello sin dejar de preguntar cuánto cuesta algo, para que tras darte un precio excesivamente elevado te pregunten cuánto estás dispuesto a pagar. Al final, podrás comprar por la mitad del precio inicial y te irás satisfecho, pero pensando si podrías haberlo conseguido por menos, mientras que el comerciante se embolsa nunca menos de lo que estaba dispuesto a aceptar.

Para encontrar un momento de calma y asimilar el torbellino de sensaciones vividas en la plaza de Jamma el Fna y en los zocos, sin salir de la medina se puede acceder a "El Jardín Secreto", antiguo palacio que se ha abierto al público apenas hace dos años tras levantar dos pabellones nuevos y mantener solo las murallas originales.

Además de unos bonitos jardines, este lugar destaca por su torre, atalaya desde la que puedes contemplar la medina.

También son parada obligada los Jardines Majorelle, que fueron adquiridos por Ives Saint-Laurent y su pareja Pierre Berge en 1980, restaurándolos y dotándolos de más de trescientas especies vegetales de todos los continentes. El chalet de estilo art decó, que fue vivienda del diseñador hasta su muerte en 2008, alberga un museo de cultura bereber.

Otras visitas recomendables en Marrakech son el Museo del Agua, inaugurado en mayo del pasado año; y el palacio de la Bahía, único palacio de la ciudad que se puede visitar aunque solo tiene abiertas al público dos de sus ocho hectáreas.

Y si dispones de tiempo, puedes desplazarte en autobús en excursiones de un día a lugares como Essaouira, ciudad costera con mucho encanto por su arquitectura y comercios mayoritariamente de pinturas y madera.

Ouarzazate, conocida como la puerta del desierto, es otra visita imprescindible; y también son espectaculares las Cascadas de Ouzoud, situadas a 150 kilómetros de Marrakech.

Ya en el avión, de vuelta a Santander, los dos jóvenes que tienes sentados a tu lado te llevan a pensar en la rica y variada oferta turística de Marruecos, al escucharles hablar de los siete días que han pasado escalando en la cordillera del Atlas, donde han coronado el Tubcal, el pico más alto del norte de África.

Pese a haber estado 60 horas bloqueados en un refugio por las condiciones climatológicas, vuelven satisfechos de haber logrado su objetivo, pero también seguros de que repetirán porque aún les han quedado picos por subir.

Como tú, estos jóvenes de Palencia que se encontraron en el Atlas con un grupo de montaña de Reinosa, saben que volverán a Marrakech, porque ahora Marruecos está más cerca de Santander.

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