¿Y si Krugman tiene razón?

El premio Nobel Paul Krugman ha reconocido que últimamente ha estado obsesionado con España. Durante varios días, se ha dedicado[…]

El premio Nobel Paul Krugman ha reconocido que últimamente ha estado obsesionado con España. Durante varios días, se ha dedicado a comparar diversas variables de la economía española con otros países. Fundamentalmente, con Alemania. En su blog podemos ver multitud de gráficos que ilustran esos contrastes: en balanza comercial, deflactor del PIB, déficit presupuestario, costes laborales unitarios... en todo sale perdiendo España. Y en su último artículo de opinión en el New York Times vuelve a hablar de nuestra economía.

La "tragedia española", como Krugman la llama, no es, a su juicio, consecuencia de las políticas aplicadas por los sucesivos gobiernos que, por otra parte, alaba. No. El interés de Krugman no es hacer política, aunque el presidente del Gobierno actual, José Luis Rodríguez Zapatero, quedara deslumbrado con su inteligencia. Este economista sólo habla de economía.

Krugman atribuye los problemas de España a lo que él considera "euromess" o desastre europeo. Es decir, coincide con los minoritarios círculos críticos que surgieron cuando se estaba elaborando la mal llamada constitución europea, ese proceso de arriba a abajo, tan propio del despotismo, pero que, desgraciadamente se puede calificar de ilustrado. Los heterodoxos abogaban por la instauración de un mismo sistema fiscal armonizado para todos los países de la zona euro. Y, también, por la implantación de un mercado laboral paneuropeo con las mismas leyes y derechos para todos. En definitiva, las mismas reglas del juego para un grupo de países que desde hacía ya varios años contaban con una única política monetaria.

Krugman también coincide con quienes, en la propia España, criticaban a contracorriente la incorporación de nuestro país a la moneda única. Este premio Nobel considera contraproducente aplicar la misma política monetaria en economías que no tienen nada que ver la una con la otra. Si ahora Alemania y España se encuentran en momentos del ciclo diferentes, lo mismo sucedía hace once años cuando el euro comenzaba su andadura.

La aplicación de una política monetaria excesivamente expansiva para una economía como la española provocó que entre 2000 y 2008, los precios subieran un 35%, mientras que en Alemania sólo se elevaron un 10%. De haber tenido nuestro país su propia política monetaria, se habría frenado la escalada de los precios. La crisis habría llegado pero, quizás, sin tanta virulencia. Es posible, incluso, que se hubiera evitado la creación de una burbuja inmobiliaria que aún no se ha desinflado todo lo necesario, ni en sobreoferta ni en precios. Además, de haber sobrevivido la peseta, España no hubiera perdido competitividad vía precios o no tanto. Como el valor de los activos sigue siendo comparativamente más elevado que en Alemania, Krugman prevé años de deflación en nuestra economía. Si España tuviera la peseta, el proceso sería más fácil y rápido: una devaluación de un 20% con respecto a otras divisas europeas, como ocurriera en los primeros años noventa.

En este sentido, algunos bancos propietarios de pisos pretenden solucionar la crisis como hicieron a principios de los años noventa. Entonces, los que aguantaron con los inmuebles en cartera lograron acumular interesantes plusvalías, mientras que los que optaron por vender inmediatamente su cartera de viviendas perdieron dinero. Pero entonces, la devaluación hizo el trabajo sucio de bajar precios. Ahora ese trabajo lo tienen que hacer ellos mismos. Se acabaron los atajos.

Krugman afirma que, en las actuales circunstancias, el Gobierno español no puede hacer mucho por solucionar los problemas que sufre España. Y aclara que el déficit y la deuda crecientes no son la causa sino el resultado de un euro que se introdujo con demasiada precipitación, para alimentar los egos de los próceres comunitarios.

Al premio Nobel no le preocupa demasiado el déficit. Lo que le inquieta es que la retirada de las políticas expansivas puede ser perniciosa para la recuperación. Así, el premio Nobel, en el último post de su blog, afirma que el Gobierno de Estados Unidos estaría iniciando la estrategia de salida antes de lo que sería prudente. Así, en 2012, cuando el efecto de los estímulos sobre el déficit se haya reducido a prácticamente cero, la tasa de paro continuará en la preocupante cota del 8%.

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Pero, ¿y el Reino Unido? Sus problemas son parecidos a los de España. Ellos sí tienen una política monetaria propia y pueden jugar con su valoración. ¿Les interesa una libra fuerte para salir de la crisis? ¿A qué responden sus ataques al euro? Lo cierto es que los británicos no guardan buenos recuerdos de las especulaciones que llevaron al Banco de Inglaterra a devaluar la libra.

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