Resiliencia: Pon buena cara a la adversidad
Las personas pueden aprender de su lucha frente a los problemas diarios y hacerse más fuertes. Esta capacidad de adaptación se llama resiliencia, y la buena noticia es que se puede entrenar. Te damos las claves para ello.
Tras un hecho traumático, como un atentado, un ataque, un accidente o la muerte de alguien cercano, la mayoría de las personas -con mayor o menor dolor emocional, con o sin ayuda de especialistas-, puede continuar con su vida. ¿Cómo es posible? El concepto clave para explicarlo es la 'resiliencia', la capacidad de los organismos para sobreponerse a un estímulo o una agresión y volver al punto de partida o, incluso, mejorar.
«Cuando hablamos de resiliencia, vamos más allá de la capacidad para superar la adversidad. No solo se trata de ser capaz de atravesar las dificultades, sino de ser maleables y, a la vez, creativos, para que estas nos transformen, nos hagan crecer o crear algo beneficioso, útil o hermoso como resultado de estas experiencias difíciles». Así define el concepto de 'resiliencia' Rosario Linares, psicóloga, psicoterapeuta y directora del gabinete de psicología El Prado Psicólogos (www.elpradopsicologos.es).
En efecto, hay algunos individuos que no solo consiguen sobreponerse a las dificultades, sino que aprenden de ellas y les sirven para crecer como personas. Una investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona analizó las respuestas de 254 estudiantes de Psicología a un test sobre cómo afrontan las dificultades y encontró tres tipos de personas: las que sufren sus secuelas toda la vida, las que se sobreponen -la mayoría- y las que salen reforzadas de ellas. Este tercer grupo -el 20 por ciento de los encuestados- era el que, además, estaba más satisfecho con su vida.
La resiliencia es un concepto tan antiguo como el hombre y es objeto de estudio por parte de instituciones como el Instituto Español de Resiliencia (resiliencia-ier.es), presidido por la doctora Rafaela Santos, especialista en neuropsiquiatría. Ella define esta característica de la psicología humana como «el resultado interactivo entre las capacidades del individuo y las características del entorno».
Por su parte, Francisco Gavilán (www.franciscogavilan.net), escritor, especialista en psicología y autor de varios libros sobre la materia como Nadie es perfecto, Yo no he sido, Ya no hay patitos feos o el reciente Qué decir cuando no se sabe qué decir, añade que la resiliencia «simplemente es la fuerza de voluntad, la perseverancia. Con ella se puede reaccionar de una manera distinta frente a otras personas. Igual que si un vaso de cristal se estrella contra el suelo se rompe, si una pelota de goma impacta de la misma manera, se deforma pero vuelve a su estado natural».
La resiliencia mejora nuestra actitud ante la vida, y la buena noticia es que se puede entrenar. En los siguientes apartados te aportamos algunas claves para fortalecerte de forma proactiva frente a los problemas.
EL PRIMER PASO: CONÓCETE MUY BIEN A TI MISMO
Si sabemos cuáles son nuestras habilidades y fortalezas y cuáles nuestras limitaciones y debilidades, estamos en el buen camino, ya que así sabemos de qué recursos disponemos y qué somos capaces de conseguir para afrontar los problemas cotidianos. Como afirma el especialista Francisco Gavilán, la resiliencia se puede ejercitar. «Siempre digo que uno solo no puede cambiar el mundo, pero sí la forma de verlo, nuestra actitud ante él. Y es una base importante para enfrentarse a las adversidades, todo un estímulo».
SÉ CREATIVO, ES UN VALOR QUE ESTÁ EN ALZA
Como comenta la psicóloga Rosario Linares, «la persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, sino que es consciente de que ya nunca volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil».
DESARROLLA LA SEGURIDAD Y LA CONFIANZA EN TI MISMO
Ser consciente del balance que existe entre las potencialidades y las limitaciones de cada uno aumenta las posibilidades de éxito. La seguridad ayudará, y mucho, en nuestro empeño para que, paradójicamente, de una experiencia negativa se saque algo positivo. Eso sí, debemos ser conscientes de que es importante el apoyo de los demás y, en caso necesario, dedemos pedir ayuda a un profesional.
PRACTICA EL MINDFULNESS O LA CONCIENCIA PLENA
Esta práctica nos ayuda a vivir el presente, con sus pequeños detalles, y analizarlo en función de nuestras posibilidades y de los condicionantes del entorno. El mindfulness supone no aturdirse por el pasado ni arrugarse ante lo que pueda deparar el futuro.
SÉ OBJETIVO, PERO CON UN TOQUE OPTIMISTA
La objetividad ayuda a tomar conciencia de nuestras posibilidades para afrontar los problemas, a valorar la parte positiva de muchos momentos de la vida y a contar con el apoyo de personas proactivas y optimistas -con datos- en sus vidas cotidianas. La especialista Rosario Linares afirma que «las personas que desarrollan un optimismo realista, también llamado 'optimalismo' -ojo, que este término no está aceptado por la RAE- están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor». Y Francisco Gavilán recuerda en sus obras frases que debemos tener en cuenta a este respecto, como el sustancioso proverbio árabe que dice que «quien quiere hacer cualquier cosa encuentra un medio; quien no quiere, siempre encuentra una excusa», o la frase de Thomas Alva Edison, un resiliente de manual: «Los que dicen que algo es imposible no deberían interrumpir a los que están haciéndolo».
MANTÉN EL CONTROL, PERO SIN PASARTE
Un control de todos los aspectos de nuestra vida conduce en línea recta hacia las tensiones y el estrés, ya que la más mínima disfunción hace tambalear todo el conjunto. No se puede tener todo bajo control, es imposible. Si algo se descontrola, ya se buscará la solución con la flexibilidad indispensable para triunfar en nuestro propósito: siempre hay tiempo para cambiar, para adaptarse a lo que nos sucede, por mucho que no entrase en nuestros planes.
ENTRENA LA VIRTUD DE LA TENACIDAD
La frase de Séneca «no es por la dificultad de las cosas por lo que no nos atrevemos. No nos atrevemos y por eso son difíciles» ya mostraba el camino de la tenacidad: ante la tentación de tirar la toalla, ponerse manos a la obra con decisión, motivación y perseverancia es uno de los mandamientos de la resiliencia. Un esfuerzo que, con inteligencia y sentido práctico, potencia sus efectos positivos.
NUNCA DEBE FALTARTE EL SENTIDO DEL HUMOR
Siempre debe haber hueco, en la medida de lo posible, para apelar al sentido del humor. De hecho, varios especialistas agruparon una serie de artículos que habían escrito en el libro Resiliencia y Humor. Uno de estos expertos, Stefan Vanistendael, destacaba que «con sus formas modestas, el humor ayuda a cimentar muchas de las dimensiones de la vida humana; a ampliar nuestra perspectiva de la vida, a la que vuelve más realista, más allá de preocupaciones y desengaños. Al igual que la belleza, el humor nos eleva y nos brinda aliento». Y Mercedes Chico, psicóloga clínica y especialista universitaria en terapia cognitivo-conductual aplicada a la psicosis, que aportó sus conocimientos sobre la aplicación terapéutica del humor en el libro Psicoterapia y rehabilitación de pacientes con psicosis, subraya que «el humor permite disfrutar del yo y de los otros y nos ayuda a superar y a obtener una sensación de control sobre los problemas mediante la risa. De forma más específica, los investigadores proponen cuatro mecanismos por los cuales el empleo del sentido del humor podría producir una influencia relevante para la salud y el bienestar psicológico: cambios fisiológicos placenteros, inducción de estados emocionales positivos, moderador de los efectos negativos del estrés y como elemento que ayuda a incrementar el nivel de apoyo social percibido».
¿QUÉ DICE LA NEUROCIENCIA?
Muchos autores están investigando cuál es la base biológica de la resiliencia. El concepto clave sería el de neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar físicamente y adaptarse a las diferentes situaciones que se le presentan y buscar la salida a situaciones que, en un principio, no parecen tenerla.
Algunos expertos también relacionan las hormonas con la resiliencia. En concreto, se sabe que ante una situación de estrés o de alerta ante una amenaza, el cuerpo segrega altos niveles de cortisol. Sin embargo, las personas que consiguen manejar el estrés de forma adecuada consigue reducir los niveles de esa hormona. Por lo tanto, una adecuada regulación del cortisol podría estar detrás de las personas con más resiliencia.
Otros estudios relacionan la resiliencia con la genética. Como señala el doctor Javier Cabanyes en el artículo Resiliencia: una aproximación al concepto, la variación en los genes explicaría por qué unas personas son más susceptibles que otras a las situaciones ambientales. Al parecer, los genes influyen sobre la 5-HTT y la MAO-A, dos neurotransmisores implicados en la regulación del ánimo y de las respuestas ante el estrés.
RESILIENCIA JUNIOR
La resiliencia es un concepto especialmente relevante en niños y jóvenes. Los especialistas señalan que hay que evitar la sobreprotección y ayudarles a que crean en sus capacidades. Como dice Rosario Linares, no se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Es esencial que todas las claves personales necesarias en la vida adulta se cimenten en la infancia: de esa forma, los problemas pesarán menos en la mochila y el camino será más gratificante.