¿Quién va a levantar el muro de Trump?

La escasez de mano obra en la construcción es crítica, al menos de trabajadores legales. Construir un muro con trabajadores legales es muy difícil, aseguran los expertos, todavía más porque cerca del 50% de los trabajadores de Texas son ilegales

Donald Trump ha firmado la orden para construir un muro con México, pero no será fácil encontrar los trabajadores que levanten la polémica construcción fronteriza. Ese es el principal escollo, más alto que los cinco metros del propio muro, dar con los obreros dispuestos a emplearse en esta obra, y que no estén indocumentados...

El problema es que la escasez de mano de obra en las regiones fronterizas, especialmente en Texas, ha retrasado numerosos proyectos para construir casas o fábricas, al tiempo que los salarios no han hecho más que aumentar. Ahora, los faraónicos planes de Trump obligarán a los constructores a emplear mano de obra legal, trabajadores debidamente documentados, que son precisamente los que faltan. Y harán falta muchos, quizás decenas de miles. 

La cuestión es que cerca del 50% de los trabajadores de Texas son ilegales, porcentaje que llega al 14% en todo Estados Unidos, según datos de Workers Defense Poject, una organización de Austin (Texas) que aboga por los derechos de los indocumentados. "Si va a construir un muro con trabajadores legales en Texas, lo va a tener muy difícil", explica a Bloomberg Stan Marek, director ejecutivo de Marek Brothers, una constructora de Texas. "Hay una verdadera escasez de mano de obra legal", apunta. 

El muro, cuyo coste final se irá por encima de los 25.000 millones de dólares, será una de las mayores obras de Estados Unidos desde la construcción de la presa Hoover en los años de la Gran Depresión. Trump, que ha prometido crear millones de empleos mediante la inversión de medio billón de dólares en grandes proyectos de infraestructuras, se enfrenta en este caso a serios problemas prácticos. Al contrario de lo que muchos piensan, la frontera con México no es solo desierto. A lo largo de más de 2.000 kilómetros, los constructores tendrán que sortear toda una suerte de dunas, arroyos y montañas escarpadas. Habrá que construir nuevas carreteras y plantas temporales de hormigón para alcanzar las zonas más alejadas. 

"Los contratistas de todo el país han estado diciendo que es muy difícil contratar trabajadores", dice Ken Simonson, economista jefe de la Asociación de Contratistas de Estados Unidos. "Conseguir trabajadores que estén capacitados para trabajar en estos proyectos gubernamentales, y luego llevarlos a estos lugares, que están muy alejados, es uno de los muchos desafíos que tiene este proyecto", asegura este experto. 

Obviamente, con dinero se podrían solucionar los problemas, pero habrá que arrimar mucho. El salario medio por hora de un trabajador de la construcción son 28,42 dólares, un 3% más que el año pasado, lo que supone el mayor incremento desde 2009. Los sueldos de los trabajadores indocumentados son menores, pero sería un contrasentido que se emplearan en el proyecto de Trump. Por si fuera poco, la competencia con la industria del petróleo y el gas, que puede pagar salarios mayores, es feroz. La escasez es tan crítica que las compañías están siguiendo métodos poco convencionales, como la colaboración con ONGs para enseñar habilidades laborales a trabajadores sin experiencia. 

En todo el país, dos tercios de las empresas constructoras están teniendo serios problemas para encontrar mano de obra, según datos de la Asociación de Constructores estadounidenses. En Texas, con más de 1.300 kilómetros de frontera, el 63% de las empresas tuvieron problemas para encontrar encofradores, y el 63% no pudo encontrar suficientes albañiles. 

¿Qué sucede cuando una industria ya de por si apurada como la de la construcción pierda todavía más mano de obra en aplicación de las políticas de inmigración, y con el muro por construir? "Escasez de mano de obra y aumento de los costes laborales", apunta Mark Boud, economista jefe de la firma de investigación inmobiliaria Metrostudy. Marek asegura que su empresa ha tenido que rechazar trabajos porque no ha sido capaz de encontrar mano de obra cualificada y legal. A su modo de ver, una solución sería "dar estatus legal a los inmigrantes ya establecidos en el país". Y esto es precisamente lo que no quiere Donald Trump, empeñado en construir contra viento y marea un muro del que aún correrán ríos de tinta.

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