Menos mal que nos queda Portugal

"Saudade" es el sentimiento de pesadumbre que ha invadido históricamente a los portugueses y que, aún hoy en día, es[…]

"Saudade" es el sentimiento de pesadumbre que ha invadido históricamente a los portugueses y que, aún hoy en día, es el que les puede llevar a un rescate financiero que se prevé inevitable. Es esa sensación, esa forma de afrontar la vida, de entender la política y de actuar con la economía la que ha llevado al país vecino a la quiebra técnica. Y no será porque no se le hayan dado oportunidades para superarse a sí mismos.
 
Cuando España y Portugal se adhirieron a la Comunidad Económica Europea, allá por 1986, ambos países presentaban una renta per cápita, unas infraestructuras y una alfabetización, si no iguales, sí muy similar. Hoy, la renta per cápita de España se sitúa en los 35.331 dólares, mientras que la de Portugal se ha estancado en los 22.997 dólares, un 34% inferior.
 
Y no es que Portugal haya jugado con desventaja: ha recibido millones de euros procedentes de los Fondos de Cohesión;  es el país de la zona euro en el que la mayoría de sus regiones (Norte, Centro, Alentejo, Algarve, Azores y Madeira) son Objetivo 1 de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder), y el resto (Lisboa, por ejemplo) es todavía susceptible de contar con financiación para su desarrollo; cuenta con unas relaciones preferentes con sus antiguas colonias africanas y americanas -léase, el gigante Brasil-, mucho más estrechas que España con Iberoamérica; y, por qué no decirlo, está rodeada de una de las mayores potencias económicas del mundo, algo de lo que podría haberse beneficiado.
 
La "saudade" lusa es la que ha llevado a muchos portugueses a rechazar de plano el tren de Alta Velocidad entre Lisboa y la frontera española, para enlazar con Madrid, Barcelona y el resto de Europa. Posiblemente, se dejarán de percibir miles de millones de euros para un proyecto clave en el desarrollo del país vecino. ¿Por qué? "Porque España nos invade". Es sólo una de las muestras de la atonía de los políticos portugueses que, en más de 30 años de democracia, no han conseguido impulsar a un país con potencial. Ni PSD, ni PS, ni siquiera el Bloco allá donde ha conseguido gobernar, han sacado del ostracismo a Portugal.
 
No hablemos ya de la oportunidad de negocio recíproco que se les había brindado en los últimos años, y que sólo han sabido aprovechar las empresas españolas. Recuerdo, allá por 2003, la portada del semanario Expresso en un quiosco de Lisboa, con el titular: "La 18ª región española". Se lamentaban, se apenaban y se quejaban de la invasión española a través de entidades financieras, firmas de moda o distribuidoras, entre otras muchas, que vieron en Portugal una oportunidad de negocio a escasos kilómetros de la frontera y con unos costes similares a los de España. Pero, a este lado, sólo unas pocas sociedades lusas se atrevieron a cruzar la Raya.

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