Elecciones de la UE: ¿Más importante a nivel nacional que a nivel europeo?

El mes pasado, la Catedral Notre-Dame de Paris fue devorada por un gran incendio y apenas pudo escapar a la[…]

El mes pasado, la Catedral Notre-Dame de Paris fue devorada por un gran incendio y apenas pudo escapar a la destrucción total, ya que su estructura resistió en gran medida el derrumbe de la viga del techo. En vista de las próximas elecciones europeas, la cuestión es si la catedral gravemente dañada podría representar simbólicamente el estado actual de la Unión Europea. Los resultados de las elecciones mostrarán el nivel de apoyo que tienen los partidos euroescépticos entre la población.

La Unión Europea se enfrenta actualmente a toda una serie de retos. Durante mucho tiempo, la estructura de sus miembros ha mostrado inestabilidad debido al deseo de Gran Bretaña de dejar de ser miembro. Hasta ahora, el 12 de abril se evitó el horror de una situación de un Brexit sin consenso y el plazo para un acuerdo se ha alargado hasta finales de octubre. Sin embargo, todavía no está claro cómo se puede superar el bloqueo político en Gran Bretaña. Es bastante improbable que se resuelva mediante un Brexit sin acuerdo. Pero las próximas elecciones europeas, en las que Gran Bretaña debe participar ahora para bien o para mal, podrían conducir a una mayor turbulencia política a nivel europeo, especialmente si un partido británico antieuropeo aumenta su influencia en Bruselas.

Según las últimas encuestas, no cabe esperar que se produzcan cambios importantes. Es probable que los partidos euroescépticos ganen terreno, pero la opción con más posibilidades es que permanezcan en minoría, aunque esto no significa que el crecimiento de su voto no tenga consecuencias. Paradójicamente, es previsible que el las elecciones tengan más impacto en la política de cada uno de los Estados miembros de la UE que a nivel europeo. Por ejemplo, si al partido de protesta italiano Lega le fuese muy bien en estos comicios, es posible que quiera romper con su actual coalición gubernamental con el Partido cinco estrellas y forzar nuevas elecciones en el país. Esto probablemente sería bueno para la economía italiana a largo plazo, pero aumentaría la incertidumbre a corto.

Entre las principales razones del auge de los partidos antieuropeos se encuentran las persistentes diferencias económicas entre algunos países de la zona del euro. Estas plantean importantes retos para el euro como moneda única y para el BCE como administrador del sistema. La necesidad de superar las diferencias económicas utilizando al mismo tiempo una moneda única fomentará nuevos movimientos antieuro en los países con una situación económica más débil, convirtiendo a la divisa en el chivo expiatorio de los errores de las reformas domésticas.

La moneda común como chivo expiatorio

En los últimos años, el euro ha sustituido a las monedas nacionales en 19 de los 28 Estados miembros de la UE. La moneda única favoreció el comercio intraeuropeo eliminando el riesgo de cambio, acercando a los que comparten divisa en un mercado laboral e interior común. Esto alentó la competencia y condujo a un uso más eficiente de los recursos. También apoyó la creación de un mercado financiero común, aunque el sistema bancario europeo sigue estando menos integrado de lo esperado. En un contexto global, el euro también facilitó el acceso al mercado a los inversores extranjeros e hizo más atractiva la inversión extranjera directa.

Sin embargo, una moneda única no es una panacea, ni mucho menos, para solventar problemas fundamentales como un mercado laboral ineficiente. Del mismo modo, la divisa no puede, por supuesto, compensar la falta de condiciones marco institucionales como una política fiscal o una política de inmigración comunes. El desarrollo económico de cada uno de los países de la zona euro varía, en algunos casos considerablemente. Sin embargo, cuando un país se adhiere al euro, pierde la capacidad de compensar estas diferencias a través de su propia moneda. Por último, el BCE se ve obligado a aplicar una política monetaria única para todos los países en una especie de estrategia universal. Sin embargo, el corsé del euro y los reglamentos de la UE ayudan a muchos países de la zona del euro a mantener los tipos de interés de su deuda por debajo de lo que estaría, si fuera de otro modo.

Desajuste entre las competencias nacionales y las de la UE

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Nunca sabremos cómo habría evolucionado la zona euro si no se hubiera introducido la moneda común en una fase tan temprana del proyecto europeo. Sin embargo, hay varios ejemplos exitosos en la historia, como Suiza o Estados Unidos de América, que fundaron una unión de Estados que al principio carecía de una moneda única y sólo la introdujeron después de haber puesto en marcha otras medidas unificadoras. Por ejemplo, se trataba en primer lugar de mantener una frontera común con la ayuda de una alianza militar y definir así una política exterior común fuerte. Afortunadamente, la Eurozona (y la UE) se ha librado de esta prueba. Sin embargo, esto tampoco supuso el primer impulso para una política fiscal común europea, ya que para Suiza y los Estados Unidos la recaudación de un impuesto para financiar el gasto militar representó el comienzo de un impuesto a escala nacional. Dado que hasta ahora en la zona euro sólo se ha llevado a cabo de forma conjunta la política monetaria, no la fiscal, y que los parlamentos nacionales siguen teniendo soberanía sobre los ingresos y los gastos de los países, existe un desequilibrio entre las competencias nacionales y supranacionales (véanse las competencias de la UE), lo que impide el pleno funcionamiento como una unidad. Este desequilibrio debería remediarse con el tiempo gracias al gran marco regulador de la UE (criterios de Maastricht, Pacto de Estabilidad y Crecimiento), pero esto aún no se ha logrado si se consideran las políticas fiscales de países como Francia, Italia o Bélgica. En este sentido, la introducción del euro, en particular la inclusión de países más endeudados como Italia o Bélgica, parece una medida prematura en el marco del proyecto europeo común, cuyos fundamentos económicos eran todavía demasiado heterogéneos para soportar las consecuencias de una moneda única de una forma plena.

Sin embargo, por el momento, no es probable que se produzca una ruptura de la unión monetaria; un claro ejemplo de esto es el hecho de que el nuevo Gobierno italiano, formado por una coalición de dos partidos de la UE y euroescépticos, también quiere mantener el euro. Esto demuestra que la moneda única sigue siendo valiosa para los países del euro, o al menos que dar la espalda a la comunidad monetaria sería demasiado caro.

Reto Cueni, Economista Senior de Vontobel Asset Management:

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