El "banco malo" puede ser bueno: depende del precio de compra de activos

La última polémica alrededor del sector financiero tiene que ver con la próxima creación de un banco malo público que[…]

La última polémica alrededor del sector financiero tiene que ver con la próxima creación de un banco malo público que absorba todos los activos inmobiliarios de las entidades financieras. Ya han salido defensores y detractores, pero la discusión sería incompleta si no tuviéramos en cuenta que posibilidades de bancos malos hay muchas y que, dependiendo de cuál se adopte, los efectos en el sector financiero, en el inmobiliario y en las finanzas públicas son diferentes.

El quid de la cuestión, lo que marca la diferencia entre unos y otros bancos malos, es el precio al que el Estado compre los activos de los bancos.

Hay algunos analistas, como Joaquín Maudos, investigador del IVIE, que apuesta porque el Estado adquiera los adjudicados de la banca a precios de mercado, es decir, a los precios a los que efectivamente podrían cerrarse las transacciones sin intervención pública. A las finanzas públicas, de esta manera, les saldría más barata la creación del banco malo. Además, a los bancos les ayudaría a reconocer sus pérdidas latentes de una vez por todas, lo que eliminaría del mapa una de las principales incertidumbres que el mercado tiene con respecto a las entidades españolas: el valor de lo que tienen en sus balances y hasta qué punto tienen cubiertas sus minusvalías con provisiones.

De esta manera, el sistema financiero español recuperaría el crédito de los inversores internacionales, fundamental para salvar un importante escollo: según algunos cálculos, la banca española aún tiene que realizar saneamientos por valor de 60.000 millones de euros ligados al ladrillo. ¿Serán capaces las entidades de captarlos por sus propios medios? Difícilmente, de continuar las turbulencias en los mercados. Pero tampoco el FROB, el instrumento creado por el Estado para acometer la reestructuración del sector: también para él está cerrado el mercado de emisiones. Y, por ahora, tampoco puede apelarse al fondo de estabilidad financiera de la zona euro.

Pero, si la situación se tranquiliza, si los líderes europeos son capaces de calmar a los inversores con sus acuerdos, el saneamiento de la banca española y la recuperación de la confianza que vendría después son condiciones "sine qua non" para que el crédito vuelva a circular hacia empresas y particulares.

¿Y el sector inmobiliario? Si el Estado valora a precios de mercado el stock de pisos y suelo se habrá dado un gran paso adelante (quizá el definitivo) en el necesario ajuste que aún precisan sus valoraciones.

Pero hay otros analistas, como Aristóbulo de Juan, que considera que no es necesario crear un banco malo porque, de hecho, ya existe un instrumento que podría actuar como tal, como en otras crisis bancarias que ha sufrido España: el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Éste debería comprar los activos de la banca a valor en libros, es decir, sin que los bancos tuvieran que apuntarse pérdidas. Para que la operación no fuera excesivamente onerosa para el Estado, las entidades financieras deberían realizar mayores aportaciones al FGD, hasta situarse en el máximo legal. De esta manera, por cada euro que aportara la banca, el Estado aportaría otro. Se repartirían los costes.

Porque la filosofía de esta segunda modalidad de "banco malo" no es la de quedarse con los activos inmobiliarios, claro está, sino que iría vendiéndolos poco a poco, por lo que iría acumulando minusvalías (está claro que haría ventas con pérdidas, dado que se ha adjudicado los inmuebles al valor al que los bancos los tenían apuntados en el balance). Por eso, esta tipología de "banco malo" no contribuiría al último acelerón de la caída de los precios inmobiliarios. Ésta seguiría siendo tan a cámara lenta, como hasta ahora.

Publicidad
Publicidad

¿Puede acabar España como Irlanda?

¿Se puede llevar el "banco malo" por delante al Estado, como sucedió en Irlanda? José Ramón Iturriaga, socio-director de Abante, dice que no: a lo sumo, el "agujero" del sistema financiero español es de 100.000 millones de euros, es decir, el 10% del PIB.

El problema del sistema financiero irlandés era inmensamente mayor. No sólo porque su burbuja inmobiliaria fue más grande (en 2007, la inversión en vivienda suponía el 15% del PIB, cerca del doble que en España) y su exposición al crédito promotor era de un 60% del total de sus activos a diciembre de 2009, frente al 40% en que se situaba en las entidades españolas. Además, la banca irlandesa hizo algo en lo que no incurrió la española: la banca de activos: en Irlanda estaba el sistema bancario en la sombra de toda Europa. En total, el pasivo del sistema bancario del país era equivalente a nueve veces su PIB. A cierre de agosto, el pasivo de los bancos españoles, según datos del Banco de España, equivalen a 3,3 veces el PIB. Nada que ver. Además, el Estado irlandés cometió el error de garantizar todos los pasivos de su sector financiero, algo que España no ha hecho.

Publicidad
En portada

Noticias de