Deuda pública: ¿Quién dijo miedo?

El mercado de renta fija ha vuelto a demostrar que no hace precisamente gala de su apellido. Sobre todo, en[…]

El mercado de renta fija ha vuelto a demostrar que no hace precisamente gala de su apellido. Sobre todo, en lo que se refiere a los movimientos de sus activos en el mercado secundario (es decir donde fluctúan diariamente y se ven sometidos a los vaivenes de los tipos de interés, la demanda o aspectos tan subjetivos como la percepción del riesgo que mantienen los inversores). Basta mencionar la evolución de los tipos de interés de la deuda española en las últimas semanas para comprender el asunto.

En febrero, con el estallido de la "tragedia" griega y las dudas sobre su disciplina fiscal que afectaron a otros países (entre ellos España, Italia y Portugal), el bono español a diez años llegó a pagar más de 120 puntos básicos que el alemán. Como una estampida, algunas casas de análisis como Goldman Sachs y Deutsche Bank corrieron a elaborar "interesados" informes en los que recomendaban vender deuda española y comprar CDS (seguros de crédito contra la deuda) para cubrirse de un posible impago, áreas en las que son expertas y por las que cobran suculentas comisiones.  

Un mes más tarde y sin desaparecer las incertidumbres sobre la disciplina fiscal de España, el mercado ha iniciado una incipiente normalización. En las últimas subastas de letras a tres, seis y doce meses y obligaciones a diez y 30 años, el Tesoro ha ofrecido tipos más bajos que en las colocaciones de febrero. Dicho en otras palabras: el coste de financiación se ha reducido. De hecho, el bono español (al 3,81%) ya paga menos que el británico (3,9%), el italiano (3,9%), el irlandés (4,48%), el portugués (4,2%) y, sobre todo, que el griego (que presenta una rentabilidad del 6,30%, según datos de Bloomberg).

Además, en contraste con los días de vértigo y miedo que sufrió la deuda española en febrero, cada vez son más las casas de análisis que reconocen que invirtieron en los activos de renta fija gubernamental para sacar partido de sus altos diferenciales: Barclays, Aviva, A&G... ¿Quién dijo miedo? Queda clara su estrategia: febrero representó un buen momento para comprar: la rentabilidad compensaba con creces el riesgo (más que nada porque nadie creía en un riesgo real de impago). Ahora, con las aguas un poco calmadas, el momento más oportuno para entrar parece haber pasado.

En portada

Noticias de