'Brexit': La UE marca el terreno y augura un tenso divorcio
Primero, la salida, y dentro de dos años, la negociación de la nueva relación entre la UE y Reino Unido. Alemania y Francia dejan bien claro que el divorcio no será fácil.
Cuando se conocieron los resultados del referéndum del 23 de junio de 2016, muchas eran las voces que sostenían que al final, jamás ocurriría. «Seguro que prevalece la coherencia», decían. La verdad es que la cascada de acontecimientos no invitaba a pensar otra cosa. Líderes políticos como David Cameron o Nigel Farage huyeron despavoridos, los defensores del 'out' reculaban diciendo que no era verdad todo lo que habían prometido, las manifestaciones proeuropeas teñían de azul comunitario Londres... Se equivocaron.
Nueve meses después, el 'brexit' ha llegado para quedarse. 29 de marzo de 2017, la enésima cicatriz europea. Ayer, por primera vez en los 60 años y 4 días de vida del club de clubes, la UE accionó el mecanismo para abrir las puertas de salida del club. El botón nuclear se llama Artículo 50. Así lo pidió el Reino Unido y así se hará. El encargado de entregar la carta del adiós fue su embajador ante las instituciones comunitarias, Tin Narrow. Ayer, a las 13.28 horas, algo se rompió. Es el momento de dar la vuelta al reloj de arena. Quedan dos años tremendos. Bienvenidos a la madre de todas las negociaciones.
«La Unión actuará como una sola y preservará sus intereses», se conjuraron los 27, que defendieron una «salida ordenada». ¿Qué significa esto? Berlín y París lo tradujeron más tarde: primero, la salida, y dentro de dos años, la negociación de la nueva relación. Primer golpe a la línea de flotación de la propuesta de Theresa May, que quería compaginar ambas, como describe en su carta.
«No es un día feliz»
«Las negociaciones deben primero aclarar cómo vamos a deshacer nuestros vínculos actuales, y solo cuando esta cuestión haya sido aclarada podremos empezar a hablar de nuestra relación futura», zanjó la canciller alemana, Angela Merkel, quien recordó que «Europa ha sido y será una historia de éxito». Nada de negociaciones en paralelo y nada de mantener estatus privilegiados. «No habrá acuerdos intermedios», alertó el presidente francés François Hollande, defensor de la línea dura para marcar el terreno a futuras aventuras en países como el suyo. Y es que salirse del club no puede salir gratis. Lo contrario sería un suicidio.
El mundo volvía a mirar a Bruselas. Las formas, los tempos... Todo iba a ser analizado al detalle. En días como el de ayer, tan importante es el relato como el lenguaje no verbal, de ahí que el presidente del Consejo, Donald Tusk, se autoimpuso una pronunciada sobriedad para explicar durante 3 minutos y 53 segundos que ya había recibido la carta de notificación del Artículo 50. La blandió con su mano derecha. «Aquí están las seis páginas de la carta», se arrancó mientras los flashes dotaban de épica un momento ya de por sí histórico.
«No hay motivos para fingir que hoy es un día feliz, ni en Bruselas ni en Londres. Muchos europeos, incluyendo casi la mitad de los británicos, deseaban seguir juntos», lamentó. «¿Qué más puedo decir? Ya os estamos echando de menos», se despidió ante decenas de periodistas que lanzaban lamentos al aire sabedores de que no se aceptaban preguntas.
Llegó el 'Brexit' y con él, un proceso burocrático inédito que durará al menos dos años. Si todo va a bien, el 29 de marzo de 2019, Reino Unido dejará de ser Estado miembro de la UE y por la tanto, los Tratados ya no serán de aplicación en su territorio. A la espera de que se cierre la relación bilateral entre ambos bloques, algo que puede durar una década, tendrá un estatus similar al de Japón.
Todo dependerá del acuerdo de salida. Primero, de cómo se cierra la negociación sobre el trato que recibirán los 3,3 millones de europeos que residen en Reino Unido y los 1,2 millones de británicos que lo hacen en otros países de la UE. Y segundo, si hay acuerdo sobre la factura que debe abonar Londres, ya cifrada por Bruselas en 60.000 millones.
Dos años «sin cambios»
Y tras el lamento, la arenga. «Paradójicamente, hay algo positivo. Ha provocado que los 27 estemos más determinados y unidos que antes», recalcó Tusk en una clara advertencia a la estrategia británica del divide y vencerás. Sin embargo, en el breve comunicado emitido por el Consejo, no hay la menor dosis de revanchismo: «No hay nada que ganar en este proceso, y hablo de las dos partes. De lo que se trata es de hacer un control de daños. Nuestro objetivo es claro: minimizar los costes para los ciudadanos, empresas y Estados de la UE».
Mano tendida, sí, pero también una clara advertencia. Los 27 recordaron que hasta que no transcurran estos dos años, el Reino Unido seguirá siendo de facto un Estado miembro del club con los mismos derechos y obligaciones que tiene ahora. ¿Por qué este mensaje? Porque no son pocas las voces que desde Londres están fijando el 29 de marzo de 2017 como la fecha de corte para que, por ejemplo, el Tribunal de Justicia de la UE ya no pinte nada en la legislación británica. Nada pasará hasta el 29 de marzo de 2019. Hasta entonces, Reino Unido seguirá formando parte del club de clubes, aunque no quieran.