Cerco a la fiscalidad de los ETF

La reforma fiscal de la Administración Biden quiere acabar con su ventaja fiscal

El primer borrador de la reforma fiscal de los demócratas viene con susto para los inversores estadounidenses en fondos cotizados. El documento quiere eliminar la ventaja fiscal de los ETF cuando se produce un reembolso en especie, un truco totalmente legal que data de la administración Nixon.

Esta iniciativa, que se enmarca dentro de una subida de impuestos a los ricos (y que busca revertir las medidas de la anterior administración liderada por Donald Trump), recaudaría 205.000 millones de dólares en la próxima década y apuntalaría los 2,4 billones de dólares que busca Joe Biden para su inversión en infraestructuras y gasto social.

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Limitar los "latidos del corazón"

El documento supone la eliminación de un plumazo del diferimiento de los impuestos vinculados a las ganancias patrimoniales de los ETF. Es decir, supondría el adelanto de la carga fiscal de los inversores, que hasta ahora no tributan hasta que vendían su producto.

El ‘truco’ al que hace referencia la iniciativa es que en lugar de vender valores con ganancias e incurrir en un impuesto sobre las plusvalías, los ETF pueden enviar esas acciones a un participante autorizado y recibir los valores que el fondo quiere poseer a cambio. Esta práctica, conocida como los latidos del mercado (heartbeat trade en inglés), es utilizada por muchos gestores para borrar todas las ganancias imponibles de un fondo.

Para ello se adjunta un fondo a un ETF y cada vez que se quiera deshacer una posición con plusvalías el ETF entra como inversor y sale una vez que se venda la posición. Este proceso también puede realizarse a la inversa, siendo el ETF quien contrate al banco para poder realizar compras de valores y luego retirarlos en especie en forma de acciones revalorizadas.

De esta manera se evita pagar impuestos sobre la plusvalía porque las ganancias se usan para reembolsar las participaciones que se adquirieron. Vanguard y Blackrock son algunas de las gestoras que desempeñan esta práctica de manera habitual.

En última instancia, «esto es un gran beneficio para los inversores de ETF porque les permite diferir en gran medida los impuestos sobre las ganancias en sus inversiones hasta que vendan el ETF en sí», explica Jay Jacobs, responsable de investigación y estrategia de Global X.

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Además, los inversores de ETF no se ven afectados por las acciones de otros participantes en el vehículo, mientras que en un fondo sí se podría producir que los inversores restantes tuvieran que tributar sobre las ganancias del capital si hubiera un número elevado de partícipes que vendieran sus posiciones.

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Afectaría a cualquier inversor

La cuestión es que de entrar en vigor afectaría no sólo a los grandes inversores, sino también a los minoristas. A pesar de que la iniciativa está en marcha, no está claro que salga adelante como consecuencia del alto nivel de aceptación que tienen estos productos.

«Es difícil para mí ver que esto obtenga apoyo popular, en gran parte porque es un beneficio que es universal, por lo que todos los inversores, grandes, pequeños y intermedios, que invierten dinero imponible se benefician de la eficiencia fiscal de los ETF», explicó Ben Johnson, director de investigación global de ETF en Morningstar.

Pero ¿qué opina la industria de ETF estadounidenses? La idea es que no les afectará. «La industria resistirá con fuerza», replicó Johnson. No obstante, Jacobs reconoce que de aprobarse sí podría afectar negativamente a los flujos de entrada de ETF, que sólo en los Estados Unidos alcanzaron los 500.000 millones en 2020.

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España se resiste a regularlos como fondos

En España, los ETF cotizan de manera distinta que los fondos de inversión, lo que les resta atractivo a pesar de que son productos más transparentes, con comisiones más ventajosas y que facilitan una alta diversificación.

Esto, para Pedro Coelho, responsable de Société Générale para Lyxor ETF en España, Portugal y Latinoamérica, constituye una equivocación ya que «los ETF cumplen con todos los requisitos que los fondos tienen que superar para ser traspasables, además de ser estructuras más eficientes desde varios puntos de vista como el de la negociación».

Un inversor de un fondo sólo paga impuestos por las plusvalías generadas cuando vende su participación. Hasta ese momento, el partícipe puede traspasar su inversión de un producto a otro sin tener que pagar este tributo fiscal. Esto le permite poder ajustar su inversión en todo momento.

Sin embargo, esto no ocurre en los ETF a pesar de ser fondos cotizados (la única diferencia con los otros vehículos de inversión es que éstos se pueden vender y comprar en el día).

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Si un inversor quiere modificar sustancialmente su inversión debe venderla y pasar por el fisco, tributando a los tipos establecidos del capital mobiliario que van desde el 19 por ciento hasta el 23 por ciento. Asimismo, en el caso de que el ETF recibiera acciones, éstas también tributarían a estos tipos establecidos.

Lo paradójico es que esto no ocurre, por ejemplo, en otras inversiones pasivas como son los fondos indexados, que gozan de las mismas ventajas que los de gestión activa.

En definitiva, esta fiscalidad diferente supone un obstáculo para que la inversión en fondos cotizados termine de despegar en España.

Si en los Estados Unidos los ETF se reparten a partes iguales los flujos de entrada con los fondos de inversión, y en Europa comienzan a despegar (con un 20 por ciento de la inversión total), en España todavía su presencia es reducida.

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