La vaca Blanca Cacereña es reconocida como raza 100% autóctona

La Asociación Nacional de Ganaderos Criadores de Raza Blanca Cacereña ha sido autorizada para el uso del logotipo Raza Autóctona,[…]

La Asociación Nacional de Ganaderos Criadores de Raza Blanca Cacereña ha sido autorizada para el uso del logotipo Raza Autóctona, según se acuerda en una resolución publicada por la Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura.

Esta autorización implica una diferenciación de los productos procedentes de la raza Blanca Cacereña, para que los consumidores puedan apreciar la calidad de los mismos y valorar sus cualidades, y supone un motivo más para avanzar en su recuperación.

La raza bovina Blanca Cacereña está catalogada en peligro de extinción y forma parte de las razas originarias de Extremadura, junto con la cabra Retinta, la cabra Verata y la gallina Extremeña Azul.

La Asociación Nacional de Ganaderos Criadores de Raza Blanca Cacereña es la entidad reconocida para la gestión del Libro Genealógico de la raza, según informa la Junta en un comunicado.

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Por su parte, la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio es la autoridad encargada de la aprobación del pliego de condiciones para la utilización del logotipo en esa raza.

Actualmente, la Asociación trabaja por la conservación de la raza en colaboración con la Junta en el Centro de Selección y Reproducción Animal (CENSYRA) de Badajoz, donde se mantiene un núcleo bajo cruzamientos de mínima consanguinidad.

Aquí se realizan las pruebas de testaje para la valoración de los machos jóvenes y se recoge y almacena material genético (semen y embriones) en su Banco de Germoplasma.

La Blanca Cacereña, cuyo censo se distribuye en Extremadura, mayoritariamente en la provincia de Cáceres, debe su nombre a su capa blanca y es la única raza autóctona en España con esta tonalidad.

Existen referencias de esta raza desde tiempos de los romanos, en las que las vacas blancas eran sacrificadas a Júpiter como ofrenda, y en épocas no muy lejanas fueron signo de distinción entre los ganaderos.

Destaca por su rusticidad, su adaptación al terreno y al clima, y por su capacidad de aprovechar los recursos que ofrece el campo.

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