Miles de personas asisten a las últimas horas de la vida de Jesús en Castro
Más de 20.000 personas han presenciado esta mañana de Viernes Santo en Castro Urdiales la representación de las últimas horas[…]
Más de 20.000 personas han presenciado esta mañana de Viernes Santo en Castro Urdiales la representación de las últimas horas de la vida de Jesús de Nazaret en torno a una escenificación que, año tras año, rebosa realismo sumado al sentimiento de un pueblo apegado a la Semana Santa.
La trigésima segunda edición de esta Fiesta de Interés Turístico Nacional ha durado algo más de cinco horas y se ha vuelto a rememorar, entre otros actos, la Última Cena de Jesús con sus discípulos, el prendimiento, el juicio del Sanedrín, el arrepentimiento de Judas, la crucifixión, la muerte, el descendimiento y la resurrección de Cristo.
Aunque la presencia de nubes durante todo el recorrido amenazaba la posibilidad de lluvia, al final solo han caído unas pocas gotas de agua que no han impedido a los más de 700 actores no profesionales, que participan en el viacrucis popular, culminar un trabajo proyectado durante todo un año.
Las calles del casco histórico de Castro Urdiales, la iglesia de Santa María, La Atalaya o la plaza del Ayuntamiento han sido una vez más los enclaves principales de una representación caracterizada por el sobrecogimiento que aflora entre la muchedumbre.
Sobre todo, en los actos donde el realismo en la interpretación de los actores ha llegado a la máxima expresión, como en las caídas de Jesús con la corona de espinas y el madero, los latigazos, o el semblante compungido de la Virgen María al tener a su hijo muerto entre sus brazos.
Como cada año los papeles protagonistas de Jesús, María o Juan son interpretados por diferentes actores vinculados a la asociación de la Pasión Viviente, que se encarga de impulsar este espectáculo cuidando hasta el más mínimo detalle de vestuario, maquillaje, sonido y ambientación.
Al castreño Alejandro Calvo le ha correspondido el "privilegio" y el "orgullo" de encarnar este año al hijo de Dios. Un papel que, según afirma, "no todo el mundo puede hacer o está preparado para ello".
Dependiente de una tienda de electrónica, a sus 22 años lleva prácticamente toda su vida vinculado a la Pasión Viviente, por lo que representar la figura de uno de los hombres más influyentes en la historia de la humanidad supone para él culminar un sueño deseado desde la infancia.
"Mi familia ha estado siempre muy unida a la Pasión Viviente. De hecho mi padre ya interpretó a Cristo en 1994 y, como suele ser habitual en la representación, mi madre en la vida real es María", apunta Alejandro.
Antes de aprender el guión, grabar con su voz las frases que se han escuchado este Viernes Santo por los altavoces o ensayar los actos principales, el joven castreño confiesa que centró sus primeros pasos en tantear las caídas de Jesucristo a lo largo del viacrucis con la idea de mitigar el dolor y las molestias.
"Ha sido un día sufrido pero, a su vez, emotivo al ver las caras de mi prima (María Magdalena), mi amigo (Juan), mi madre (María), y otros allegados que figuran como leprosos", sostiene.
"De hecho mi padre me ha juzgado tanto en la vida real como en la obra, porque ha encarnado a Pilato", bromea.
Los comienzos de la Pasión Viviente datan de 1984, cuando un grupo de 60 amigos deciden durante un campamento de verano embarcarse en la aventura de representar la vida de Cristo con personajes reales.
Desde entonces, la Asociación Cultural Pasión Viviente ha constituido una gran familia que se encarga de organizar cada año un espectáculo sin ánimo de lucro. con el diseño y cuidado de sus propios trajes o complementos y erigiendo los distintos decorados que se reutilizan en posteriores ediciones.
Un trabajo que toma forma desde la noche del Jueves Santo cuando soldados romanos rastrean con antorchas las vías centrales de Castro Urdiales en busca de Cristo y apresan a dos ladrones que son juzgados al día siguiente junto al hijo de Dios.
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