Esperanza contra Gallardón: la próxima insumisión fiscal
Me ilusiona ver a Esperanza Aguirre y a Mariano Rajoy, el pasado fin de semana, firmando ante las cámaras su[…]
Me ilusiona ver a Esperanza Aguirre y a Mariano Rajoy, el pasado fin de semana, firmando ante las cámaras su declaración de insumisión, o rebeldía, o lo que se quiera, contra la subida del IVA. Me maravilla las posibilidades que esto abre. Y me encantaría ayudar a la presidenta de la Comunidad de Madrid a avanzar por la fabulosa senda que está abriendo entre los abruptos desfiladeros fiscales.
Le voy a dar sólo una pista de lo que podría ser su próximo paso: ya que firma contra la subida del IVA, podría mover también a la insumisión contra los impuestos municipales, y así le causaría un problema a uno de sus principales rivales políticos, Alberto Ruiz Gallardón. Por si Aguirre no lo sabe, le puedo decir que yo, por ejemplo, pagué el año pasado aproximadamente un 40 por ciento más de impuestos municipales considerando sólo la subida del IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) y la reaparición del impuesto sobre las basuras (que se había incluido en el IBI en 1986 pero acaba de resucitar). Y seguro que si busco en algún impuesto más, encuentro también subidas. Y las que se avecinan, a la vista de que Madrid es la ciudad más endeudada de España y nuestro alcalde no tiene mejor vía que subir y subir los impuestos sin parar para tapar el agujero que nos ha provocado tapar otros agujeros, como el de la M-30, por ejemplo.
¡Menos mal que llega Esperanza Aguirre al rescate, y con Rajoy de la mano! ¡Ni subida del IVA, ni del IBI, ni de nada más! ¿A qué espera, preclara presidenta, para lanzar su nueva campaña de insumisión fiscal, esta vez contra las subidas de impuestos municipales? Es más: ¿por qué no plantea ante el Tribunal Constitucional que semejantes subidas fiscales van contra nuestra Carta Magna? Casi seguro que no es así, que los asaltos fiscales municipales no atentan contra nuestra Constitución... pero en estos temas, nunca se sabe. Con un poco de suerte, con su habitual agilidad, productividad y competencia, los jueces del TC tardan tres o cuatro años en aclararse y, mientras tanto, los alcaldes no se atreven a subir más impuestos.