Bruselas lanza la revolución del IVA para cortar una sangría de 170.000 millones anuales
La Comisión propone dar a los países más margen de actuación a la hora de establecer los tipos del impuesto y rediseñar el IVA transfronterizo
La Comisión Europea puso este jueves la primera piedra de su particular revolución del IVA, un impuesto que supone el 7% del PIB de la UE y por el que se ingresan cada año 1 billón de euros en el conjunto de las arcas de los 28 -sí, con 'b', como todo el PIB de España-. Ahora comienza la engorrosa travesía por el desierto del Consejo (países) y el Parlamento para impulsar una negociación que se barrunta muy complicada por lo ambicioso de la propuesta de Bruselas, que se sustenta sobre una cifra: 170.000 millones. Se trata de la sangría de dinero que resulta de lo que se preveía recaudar y lo que finalmente se ingresa. Una cantidad enorme que equivale al presupuesto español para todo 2016. El porqué principal de este agujero es el mismo de siempre: el fraude.
«Están robando el dinero de los europeos, así de sencillo. Es intolerable. Se trata de una enorme pérdida de dinero que podría invertirse en crecimiento y empleo, en escuelas y hospitales. Ha llegado la hora de recuperar ese dinero», censuró el comisario de Asuntos Económicos, el francés Pierre Moscovici. Se mostró muy contundente en toda su intervención, sabedor de que la revelación de los llamados 'papeles de Panamá' pueden ser el trampolín perfecto para que los países se vean obligados, por fin, a arrimar el hombro para erradicar estas prácticas.
Las líneas maestras de la ya conocida como revolución del IVA -este jueves se habló de propuestas, pero las medidas legislativas llegarán a finales de año y durante 2017- se han trazado pensando en varios frentes. Quizá el de mayor impacto sea la intención de conceder a los Estados miembros plena «libertad» para diseñar el IVA. Ahora, la normativa vigente data de 1993 y se aprobó con carácter transitorio, lo que evidencia que entonces todo se hizo pensando en una próxima revisión. Al final, ha durado 23 años, demasiado incluso para la UE.
El marco legal que aún impera es bastante farragoso y establece un tipo mínimo del 15% que puede ser reducido al 5% para un determinado tipo de productos que están incluidos en una lista comunitaria. No obstante, existen excepciones basadas en razones históricas en las que puede ser inferior o incluso del 0% -en España, el superreducido es del 4%-.
Lo que ahora hace Bruselas es un planteamiento con dos alternativas. El menos ambicioso habla de una revisión permanente de ese listado del IVA reducido que se elaboraría de la mano con los Estados. El más ambicioso consiste en dar una libertad total a los países para que hagan y deshagan sin imposición de tipos. Es decir, que desaparecería el 15% y el 5% ahora vigentes.
No obstante, para evitar una guerra de bajada de impuestos dentro de la UE, se establecerían unos cortafuegos basados en las reglas de competencia o la gobernanza económica. Es decir, que un país como puede ser España que está bajo vigilancia por el descuadre de sus cuentas públicas, no podría bajar el IVA a su gusto sin el plácet de Bruselas para evitar una merma en la recaudación. De hecho, si algo ha pedido constantemente estos años la Comisión a España son subidas de IVA.
Pérdida de 50.000 millones
Por otra parte, Moscovici avanzó que se pretende rediseñar la normativa del IVA transfronterizo ya que en la actualidad se pierden 50.000 millones por prácticas de fraude. Cómo se tributa, dónde se paga, quién... El objetivo es simple: «Queremos que una operación de compraventa nacional entre Bruselas y Amberes se acoja a las mismas reglas que una entre Bruselas y Madrid. Hay que pensar en un espacio común europeo del IVA». Los cálculos de los expertos comunitarios cifran en 40.000 millones el dinero que podría recuperarse, un 80% de lo ahora perdido.
Por otra parte, el comisario francés se refirió al caso exclusivo de los libros y periódicos digitales para defender que tengan el mismo trato de IVA que los del soporte papel, que por lo general se acogen al reducido. El Tribunal de Justicia de Luxemburgo ya ha sentenciado que no puede ser así, pero ateniéndose a las reglas vigentes que ahora se quieren cambiar. «Como ha dicho el presidente Juncker, un libro electrónico es un libro y un periódico electrónico es un periódico. Es tan simple como eso», zanjó el francés.