Viktor Orban basa su campaña en sus éxitos contra la inmigración

Los húngaros votan el próximo domingo su Parlamento de 199 escaños y hay ya un par de cosas seguras para[…]

Los húngaros votan el próximo domingo su Parlamento de 199 escaños y hay ya un par de cosas seguras para cuando cierren los colegios electorales. Una es que Viktor Orban, el primer ministro y líder del partido derechista Fidesz, va a ser el más votado con mucha diferencia sobre el segundo. Nadie duda de que va a renovar el mandato y dirigir su tercer legislatura consecutiva y cuarta en total. Otra cosa segura es que los países europeos y sobre todo sus medios de comunicación volverán a regañar a los húngaros por elegir a Orban. Al que consideran un dictador pese a que sus victorias electorales son impecables, como siempre se ha reconocido. Se le tilda asimismo de autoritario, censor, corrupto, xenófobo, racista y derechista. Lo cierto es que su mensaje de defensa y fomento de la nación, rechazo a toda aceptación de refugiados, radical oposición a la presencia musulmana en la sociedad húngara y criticas a las sociedades occidentales y a sus nuevos cada vez mayores imposiciones de la corrección política y de la ideología de género le granjea una gran popularidad. Unida a los éxitos económicos, al hecho incontrovertible de que los húngaros viven considerablemente mejor que hace diez años, explican que algunos pronósticos dan por segura la mayoría absoluta. Salvo inmensa sorpresa la alianza de Fidesz con el Partido Democratacristiano KDNP podría estar entre la mayoría absoluta y la mayoría de dos tercios que ya obtuvo en las anteriores. La semana pasada los sondeos daban el 49% a Fidesz-KDNP, el 18% al partido de extrema derecha Jobbik y un 14% a los socialistas del MSZP. Hungría es más aun que Polonia un país que se ha despedido prácticamente de la izquierda como opción de gobierno.

Se vuelve a ver en los sondeos el poco éxito de las injerencias de los medios de comunicación europeos, especialmente alemanes y los norteamericanos, casi unánimemente hostiles, y de ciertas ONG, muchas financiadas por el enemigo íntimo del primer ministro Orban, que es el multimillonario y especulador financiero George Soros. Este es de origen húngaro y tiene auténtica obsesión por acabar con el gobierno de Fidesz y de Orban. Para ello no escatima en medios desde hace muchos años. También los líderes de la Unión Europea en Bruselas enfrentados con este miembro díscolo e insumiso que es Orban han dejado saber lo muy nocivo que consideran al jefe de gobierno húngaro.

Lucha contra la pobreza

Lo cierto es que todos los datos macroeconómicos y no solo esos revelan que las dos legislaturas de Orban han sido muy eficaces en desmantelar el paro, en sanear las cuentas y en garantizar un crecimiento magnífico y sostenido. Con cifras que dan mucha envidia a casi todos los países de la Unión Europea. El índice de paro ha caído del 11,4 al 4,2%. El crecimiento se mantiene en un sólido 4%. Los sueldos han subido un 10% desde 2010. Parte del desempleo crónico de trabajadores no cualificados ha pasado a un empleo comunitario y las personas bajo el umbral de pobreza han sido reducidas en la mitad. Por otra parte, Hungría ha logrado en estos últimos ocho años recuperar hacia el alza la caída de la natalidad desde 1,2 a 1,6 niños por pareja y con los planes de apoyo familiar pretende llegar al 2,1 necesario para el aumento demográfico.

Todos ello forma parte del mensaje nacional que es la clave de la política de Orban de un fortalecimiento de la nación húngara y su rechazo a toda política de inmigración. Esto le ha traído al gobierno húngaro sus peores enfrentamientos con Bruselas y especialmente con Berlín y con la canciller Merkel. Porque Orban destacó en la crisis de septiembre del 2015 porque insistió en aplicar las leyes de la UE que Merkel había dejado unilateralmente en suspenso. Se negó a aceptar refugiados procedentes de países terceros y seguros porque así lo estipula la legislación. Y comenzó pronto con la construcción de vallas para cerrar y fortalecer la frontera. Una acción que todos le criticaron pero que todos menos Alemania le han imitado.

Los éxitos económicos son incuestionables aunque sean exagerados por la propaganda gubernamental. También son sistemáticamente denigrados por toda la gran orquesta hostil a Orban en Europa como líder más destacado de los países que cuestionan todos los dogmas socialdemócratas de Europa occidental que hoy en día se consideran corrección política.

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