¿Qué pasa en el Madrid?

Es lo que se preguntan sus seguidores, con angustia, y sus rivales, con placer. ¿Qué pasa en el equipo que[…]

Es lo que se preguntan sus seguidores, con angustia, y sus rivales, con placer. ¿Qué pasa en el equipo que acaba de ganar la Copa de Europa, con uno de los historiales más brillantes de la historia del fútbol? Porque cinco partidos seguidos sin victoria y sólo un gol es más de un colista que de un aspirante al título. ¿Le han echado una maldición? ¿Es culpa del entrenador, el primero que paga el pato en estas ocasiones, de los jugadores, segundos sospechosos, del presidente, al que pocos se atreven a apuntar? Pienso que la causa es más profunda. Como aquellos compañeros de bachillerato que descollaban sobre todos y se les daban tan bien las ciencias como las letras, a los que se auguraba un futuro esplendoroso, pero que se quedaron en un cargo medio en la administración, en la filial de un banco o se iban al extranjero, el Madrid ha sido víctima de un exceso de talento, futbolístico desde luego, porque si fuera de inteligencia, como la tuvo en algunas ocasiones, ganaría todos los torneos.

¿Cuántos jugadores-estrella ha tenido el Madrid? Muchos. ¿Y cuántos ha quemado? Muchos más. Su política ha sido que, cuando un chico descollaba en un equipo nacional o extranjero, lo fichaba con gran fanfarria. Pero luego no rendía lo que en su equipo original, con lo que pasaba al banquillo y se transfería, para perdérsele de vista. ¿Por qué? Pues porque en el Madrid todos son estrellas. Y se les exige como tales. Pero para que brille una estrella tiene que haber, como en el ciclismo, gregarios que hagan el trabajo sucio: defender el área, robar balones, dar pases de gol. Si hay un superstar, como Ronaldo, todos sabían a quién pasar la pelota. Pero en el momento que ha desaparecido, al quedarse sin referencia y tirar a puerta, sin demasiado tino por falta de práctica, se pasan el balón, hacia atrás incluso, o lo pierden. Momento que aprovechan los dos contrarios adelantados, siempre más rápidos que los defensas o medios blancos, para salir disparados y batir sin problemas a los mejores porteros del mundo. El Madrid entra en crisis, busca un nuevo entrenador y un nuevo superestar. Pero estos surgen muy de tarde en tarde o están firmemente amarradas por clubes con petrodólares. Que los «técnicos» como llaman ahora a los entrenadores, cambien con la misma velocidad no hace más que agravar el problema, pues cada uno tiene su librillo y que lo aprendan los jugadores requiere su tiempo. Yo no tengo la fórmula para que el Madrid vuelva al nivel que se le exige. Pero vista la facilidad con que le meten goles y no los marca, tiene que volver a lo básico: el fútbol es un deporte de equipo, y en los equipos, unos defienden, otros avanzan y uno o dos meten goles. En resumen: tiene un exceso de estrellas y un déficit de currantes. Como en los partidos políticos, pero más serio y menos peligroso, porque lo del Madrid no es letal.

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