Millones de niñas son invisibles por la falta de datos sobre sus vidas

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Plan International, organización independiente de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria comprometida con los derechos de la infancia, ha presentado, a nivel mundial, el informe «Contar lo Invisible: Usar los datos para transformar las vida de las niñas y las mujeres para 2030», que revela que millones de niñas en todo el planeta son invisibles para los gobiernos y la sociedad porque una gran parte de los datos relevantes sobre sobre su vida no existen o están incompletos.

El informe «Contar lo invisible» forma parte del trabajo que Plan International desarrolla desde 2007 en defensa de los derechos de las niñas a través de su movimiento global Por Ser Niña. Parte clave de este movimiento son los informes anuales «El Estado de las Niñas en el mundo», que de 2007 a 2015, analizaron con atención la situación de las niñas en relación a temas como la educación, las emergencias, la vida en las grandes ciudades y la tecnología o la equidad de género, entre otros.

«Actualmente en muchos países podemos saber cuántas niñas asisten a la escuela, pero no cuántas la abandonan por matrimonio temprano forzado, embarazo, violencia sexual, el precio de la matrícula o la falta de oportunidades de empleo después de la escuela. ¿Cómo podemos esperar incrementar el acceso de todas las niñas a la educación o garantizar la equidad de género como establecen los ODS si no damos seguimiento a algunos de los factores más importantes que limitan sus oportunidades?», explica Concha López, directora general de Plan International en España.

Según el nuevo informe de Plan International, en las situaciones en las que hay datos es habitual que estos ofrezcan un panorama general, con poco detalle y por tanto información sesgada o incorrecta. Por ejemplo, las jóvenes madres adolescentes son virtualmente invisibles para los encargados de tomar las decisiones. La mayoría de las fuentes oficiales únicamente recogen datos acerca de las niñas y mujeres entre 15 y 49 años de edad, por lo que se sabe muy poco sobre los 2 millones de niños y niñas nacidos de mujeres menores de 15 años cada año en países de ingresos bajos y medios.

Para alcanzar las metas de los ODS primero es necesario confrontar una dura realidad: la mayor parte de los objetivos y las metas no son completamente medibles. A modo de ejemplo, los 14 indicadores que se utilizarán para medir el objetivo 5: lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas. Solo tres de los indicadores se recogen periódicamente en la mayoría de los países a partir de metodologías estadísticas acordadas. Los demás exigen más trabajo o se deben recoger más ampliamente.

Los 231 indicadores que forman la base para revisar el progreso hacia los ODS, han sido llamados «la última pieza que falta» de la agenda 2030, sin embargo, apenas se dispone de datos, metodología y estándares desarrollados plenamente para el 40% de ellos

Cambio en la ley

El informe, además, hace hincapié en la necesidad de que los datos ofrezcan información disgregada, recogida de forma ética - respetando la privacidad de las niñas- y que incluya origen étnico, religión, discapacidad, ubicación, estado civil, riqueza, orientación sexual e identidad de género para paliar el hecho de que las encuestas, a menudo, se diseñan de manera que reproducen las normas tradicionales de género y minimizan aún más el papel de la mujer y las niñas.

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Un importante caso de éxito que refleja el informe, es el llevó a cabo por Plan International en Guatemala contra el matrimonio infantil donde consiguió elevarse la edad legal para casarse. La organización, en coordinación con un grupo de socios, tomaron medidas para hacer campaña por un cambio en la ley que establecía los 14 años como la edad mínima para el matrimonio tanto de niñas como de niños.

Los datos desempeñaron un papel importante en la estrategia de incidencia. Los defensores de la sociedad civil utilizaron la abrumadora evidencia de la práctica del matrimonio infantil y su impacto en las vidas de los niños y niñas, así como un análisis de las leyes mayas tradicionales, con el fin de influir con éxito en los legisladores y reducir la oposición a la reforma. Finalmente el Congreso aprobó la nueva ley en agosto del 2015, elevando la edad mínima de matrimonio a 18 años para los niños y las niñas.

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