Las cartas perdidas del héroe vasco que defendió a España en Trafalgar y Waterloo

Un tesoro de la Guerra de la Independencia española oculto desde hacía décadas. Unas joyas de valor incalculable guardadas en[…]

Un tesoro de la Guerra de la Independencia española oculto desde hacía décadas. Unas joyas de valor incalculable guardadas en lo más profundo de una docena de ataúdes de madera en cuyo interior estaban destinadas a sufrir un destino más preocupante que la destrucción por el paso del tiempo: el olvido. Eso es lo que encontró el ahora investigador Gonzalo Serrats Urrecha -donostiarra de nacimiento- cuando abrió doce viejos baúles que tenía en su residencia familiar y que guardaban en su interior los recuerdos de toda una vida: la del general Miguel Ricardo de Álava, concretamente. Un militar vasco que tuvo el honor de ser el único que combatió tanto en Trafalgar como en Waterloo y que durante años fue la mano derecha del Duque de Wellington, el artífice de la derrota de Napoleón Bonaparte y el hombre que ayudó a expulsar a los franceses de la Península Ibérica.

Portada del libro
Portada del libro- G. SERRATS

En aquellas cajas del tiempo, en aquellos museos llenos de polvo, Urrecha no solo halló los recuerdos de su familiar lejano (el hermano de la mujer de Álava fue abuelo de su bisabuela) sino que encontró unas hojas de papel con capacidad para cambiar la Historia de España: medio centenar de cartas perdidas (el correo electrónico de entonces, para los más jóvenes) que se enviaron Wellington y el propio general durante toda su vida. Unas misivas con contenido oficial y personal gracias a las cuales ha quedado claro que los dos tuvieron una relación de amistad que perduró hasta su muerte y que, para sorpresa del investigador, están escritas en castellano. Algo lógico en el caso de Álava, pero totalmente extraño en el Duque, de quien se desconocía hasta ahora que sabía hablar y escribir en nuestro idioma.

Con todo, la correspondencia no fue lo único que se dejó ver cuando Serrats le quitó el polvo a aquellos baúles, sino que también aparecieron un número incontable de documentación de la época en la que los españoles andábamos combatiendo a bayoneta contra las tropas del «Petit corso», ansioso de meter la bandera gala hasta el centro de Madrid a base de fusiles. Información, por cierto, que rompe algunos mitos grabados a fuego en los libros de Historia como que Wellington era consciente de que sus tropas habían incendiado San Sebastián en 1813. Ahora, después de años de duro esfuerzo y miles de horas de trabajo, Urrecha ha recopilado todos los datos que ha atesorado y ha alumbrado con ella un libro bautizado como «El General Álava y Wellington. De Trafalgar a Waterloo» (editado por «Foro para el estudio de la Historia Militar de España»).

La historia de Álava

Cartas, escritos, documentación, objetos personales... Todo ello es testigo mudo de la vida de un gran español que fue alumbrado en Vitoria en 1772 y que, cuando no sumaba más que unas pocas primaveras a sus espaldas, ya estaba combatiendo contra los galos y sus ansias de conquista. Pasados los años, y ya como capitán de corbeta, Álava dio con sus huesos en la batalla de Trafalgar (acaecida poco antes de que Napoleón nos invadiera y en la que España andaba aliada a la fuerza con los franchutes=. En ella, el futuro general estuvo a las órdenes de Federico Gravina en el «Príncipe de Asturias» y luchó como un jabato contra los ingleses en la que fue considerada una de las mayores derrotas navales de nuestro ejército. Allí, demostró que tenía el naso tan grande que apenas le cabía en la toldilla de su buque.

Retrato de Álava, en la casa del autor
Retrato de Álava, en la casa del autor- G. SERRATS

Posteriormente, cuando el «Pequeño corso» invadió la Península con la excusa de llegar hasta Portugal bajo el auspicio del infame Manolito Godoy, Álava dejó su cargo como diputado de provincia y, tras algunos vaivenes políticos, terminó defendiendo al bando contrario a los franceses. Allá por 1809 combatió a las órdenes del Duque de Albuquerque y, finalmente, se reunió con el oficial enviado por Gran Bretaña para tratar de organizar una resistencia común contra los galos: el Duque de Wellington. Este le aceptó de buena gana ya que conocía varios idiomas y podía ser el pegamento que le uniera con la resistencia hispana. Allí, Álava y el futuro comandante general del ejército aliado en la Península Ibérica trabaron una amistad que duró años y les llevó, incluso, a comunicarse por carta.

El comienzo de la aventura

1-¿Cómo descubrió las cartas perdidas del general Álava?

Estaban en 12 baúles que habían permanecido cerrados en mi residencia familiar desde siempre. Era una parte de nuestro archivo que no teníamos ordenada, pero estaba muy bien conservada. Aproximadamente en el año 2000 decidí emprender la labor de clasificarla. Abrí todos los baúles y empezaron a salir muchos papeles interesantes. Después la organicé en compañía de un tío mío historiador. Fue una labor apasionante que se terminó convirtiendo en una droga. Al final empecé a sacar tiempo de donde fuera para dedicarle a los archivos. Era un sentimiento muy fuerte porque Álava había sido un personaje cercano y habitual para mí y para mi familia. Descubrimos muchísimas cosas y, cuando acabamos la labor de sumario, tocó profundizar en cada uno de los documentos descubiertos. En ese momento decidí estudiar su biografía y profundizar en el archivo, buscar rastros de Álava donde fuera, y reconstruir su biografía.

2-¿Por qué nunca se había organizado su familia esa información?

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Nadie de la familia se había atrevido nunca a clasificar esa información. Al fin y al cabo eran 12 baúles que incluían muchos metros cúbicos de papel. Atacar un archivo de ese calibre supone mucha dedicación.

Duque de Wellington
Duque de Wellington- Wikimedia

3-¿Cuánto tiempo le ha llevado organizar todos los informes y las cartas que encontró dentro de los baúles?

He dedicado unas 17.000 horas hasta finalizar la obra. Ha sido una auténtica locura, pero una locura vivida desde la pasión. Lo que he hecho es compaginar mi vida y mi trabajo con la necesidad de saber qué pasaba hace 200 años, cuál era el entorno de Europa en esa época, cómo era la situación? Mi objetivo era introducirme en su forma de pensar y ver la vida, de manera rotunda. Por eso he intentado leer lo que ellos leían, rescatar las cosas que quedan de de ese momento? Después hice una transcripción de todas sus cartas y las anotaciones de las mismas. Así me fui imbuyendo de todos los detalles de la personalidad de Álava. Esta labor me llevó años. Para terminar, me lancé a escribir.

4-¿Hubo algo que le asombrara de Álava después de leer esta documentación?

Sí. Me he quedado prendado de su personalidad. He caído rendido ante ella, ante su forma de pensar, ante lo que hace? Todo eso es lo que trato de transmitir en el libro. Este comienza describiendo su biografía. Luego explico con profundidad el período que va desde su participación en Trafalgar, hasta su combate en Waterloo. Profundizo, además, en muchos datos inéditos que he encontrado en nuestro archivo y aporto elementos desconocidos de la Guerra de la Independencia. Detalles que, sin duda, ayudan a comprender los episodios de su vida y su época.

El español que hizo a Wellington hablar castellano

5-¿Cómo se conocieron Álava y Wellington?

Desde la llegada británica a Portugal, en 1809, Álava fue enviado en misiones diplomáticas a su Cuartel General. Cuando Álava se incorporó, como representante español, al Cuartel General aliado en 1810 jamás se separaba de Wellington. Comían juntos, luchaban juntos... Se hicieron amigos. Sin embargo, en 1812 hirieron a Álava durante la retirada del intento de toma del castillo de Burgos y fue enviado lejos del inglés para recuperarse. Aquí empezaron a escribirse. Continuaron sus conversaciones íntimas. En este primer periodo, cuando el ejército aliado todavía no había arrancado la campaña que expulsaría definitivamente a los franceses, le escribió 27 cartas de carácter personal, además de las oficiales. Eran conversaciones de colaboradores y amigos que hacían debido a la separación. Después, de agosto a noviembre de 1813, le escribió 18 más.

Wellington nunca usaba el castellano por carta porque era peligroso. Solo lo utilizaba con Álava

6-¿Qué rasgos característicos tenían estas cartas?

Que estaban escritas de puño y letra por el mismo Wellington sin ayuda de sus secretarios, como solía pasar. El británico dedicó mucho tiempo a que se publicaran sus cartas oficiales, pero esta correspondencia era de su intimidad. De hecho, el Duque destruyó todas sus misivas personales para que nadie supiera cómo había sido su correspondencia personal. Estas cartas, junto con toda la documentación inédita de la Guerra de la Independencia, aportan muchos matices sobre la verdadera personalidad de Wellington. Curiosamente, los historiadores que han leído el libro afirman que descubren a un nuevo Wellington, algo sorprendente si consideramos que trata sobre Álava. Pero estudiar a uno es, inevitablemente, estudiar a otro.

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7-¿En qué idioma hablaban por carta?

Wellington se dirigía a Álava en castellano. Esto es importantísimo porque, hasta ahora, no se conocía que lo sabía, ni escrito ni hablado. Es el gran matiz que aportan estas cartas. Además, el uso del idioma deja entrever la relación que ambos tenían. Wellington usaba el inglés para escribir a sus compatriotas británicos y el francés -el idioma del enemigo- para comunicarse con cualquier otro porque era el idioma erudito. No se sabía que hablaba el español porque no quedó constancia de ello y nunca lo utilizó por carta porque era peligroso. Era cauteloso porque si se equivocaba con alguna palabra en una comunicación oficial podía haber problemas y, al fin y al cabo, estaba dirigiendo desde su tienda a un ejército más numeroso que el que tiene España actualmente. El que lo usase con Álava implica su relación, su amistad. De hecho, sé que un oficial español le pidió que le respondiera en castellano y dijo que no podía hacerlo. Y eso sucedió mientras se comunicaba con Álava en castellano.

8-Y... ¿Cómo era el español de Wellington?

Fue mejorando con el tiempo, desde 1809 hasta 1814. En las últimas se notó su gran evolución. Wellington había estudiado idiomas en Eton, uno de los colegios más prestigiosos, y Álava en un seminario avanzado (el Patriótico de Vergara) con unas ideas progresistas para la época y unos magníficos profesores.

9-¿De qué hablaban por carta?

Las temáticas eran fundamentalmente tres. La primera era el seguimiento de la guerra a nivel global. Wellington y Álava siempre fueron conscientes de que estaban en el escenario sur de una contienda europea (mientras que la mirada del gobierno era mucho más local). En segundo término hablaban de las tortuosas relaciones con el gobierno de Cádiz y las cosas que allí sucedían. Finalmente, también hablaban de temas personales. Hablaban de mujeres, de caza... Leer estas cartas es divertido porque en tema de mujeres es prácticamente imposible enterarse de nada. Hablan de forma encriptada.

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Serrats, en Waterloo
Serrats, en Waterloo- G. SERRATS

10-¿Hubo alguna confesión por carta de Wellington a Álava?

Una cosa muy curiosa es que Wellington siempre decía que no hacía caso a las Gazetas, los periódicos de la época. Pero en realidad no era verdad, y eso se puede ver en las cartas. Wellington nunca replicaba lo que los periódicos le decían, no daba pábulo a los comentarios que hacían, pero le afectaban, y mucho. Un ejemplo simpático está en una misiva donde envía a Álava una Gazeta en la que cargan contra él por bailar mal.

Un monstruo de las relaciones personales

11-¿Qué labor desempeñó Álava en el Cuartel General de Wellington?

Wellington, a partir de otoño de 1812, era el mando único del ejército aliado. Eso significaba que comandaba conjuntamente a las fuerzas españolas, portuguesas y británicas. Ejercer bien en el cargo no fue nada fácil para él porque la colaboración era muy problemática. Álava intentaba que los españoles y los ingleses superaran esas dificultades diarias y que todo el mundo tuviese un objetivo común: acabar con la ocupación francesa, con el emperador Napoleón y con sus ansias de conquista. Era el enlace con el ejército y el valedor de los pueblos de España, y lo hacía muy bien. El general Castaños, cuando llegó al cuartel general, mandó una carta diciendo que le parecía imposible que la labor de Álava se pudiese desarrollar como él lo hacía porque lograba luchar por los intereses españoles y, a la vez, llevarse bien con la oficialidad británica. Era un monstruo de las relaciones humanas y hubiera logrado caer bien al mismísimo diablo. Además, fue un colaborador necesario para lograr el apoyo de la guerrilla.

12-¿A qué se refiere con un «monstruo de las relaciones personales»?

A que tenía claro cuál era su objetivo: hacer que la colaboración fuese efectiva. Sabía que para ello eran claves las relaciones personales. Unas relaciones deterioradas son el obstáculo de cualquier colaboración. Y eso no pasa solo en el ámbito militar, sino en todos. Sin buenas relaciones personales es muy difícil progresar hacia un objetivo común.

«Álava era un monstruo de las relaciones humanas»

13-¿Cómo se forjó esta buena relación entre ambos?

A Wellington le gustaba la gente de buena cuna, y Álava lo era. También le agradaba estar rodeado de personas con buena conversación, y el español la tenía. Finalmente, al británico también le gustaba la gente honesta, y Álava no tenía ni una fisura en ese sentido. Además, a ambos les agradaba que el otro defendiese ?lo suyo? con todo el arrojo del que fueran capaces porque entendían que, aunque cada uno tuviese una visión distinta, acabarían llegando a un acuerdo. Con todo, lograron ser amigos a pesar de que Álava defendía los intereses españoles y, en muchas ocasiones, Wellington tenía que tomar decisiones muy duras para su ejército como conquistar una ciudad perdiendo hombres.

14-Afirma que era muy honesto ¿Hasta qué punto?

Fue increíblemente honesto. El historiador Napier (británico y contemporáneo de Álava) dijo de él que era "un valiente, generoso y desinteresado español a través del cual se mantuvo la relación en lo alto" y que "era demasiado franco y honesto, alejado de intrigas". Un ejemplo es que Álava se pasó años tratando de saldar una pequeña deuda que había contraído en Salamanca ante de la batalla de los Arapiles. Aquel día se hospedó en una casa antes de la contienda y, después, se pasó tres décadas tratando de encontrar al dueño de la vivienda para pagarle. Al final lo logró, encontró al dueño y le envió dinero a través de su primo, pero la confirmación de que el pago se había hecho no le llegó hasta una semana después de que muriera. Fue un rasgo clave de su carácter.

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15-¿Cambió su relación después de la Guerra de la Independencia?

No. Eso se pudo ver después. Cuando acabó la Guerra de la Independencia, Álava fue detenido por liberal debido a una intriga política de su segundo en la diputación de Álava. Wellington envió entonces una carta a Fernando VII defendiendo la labor de Álava. En ella hablaba de él de una forma en la que nuestro mejor amigo no hablaría de nosotros. Decía que Álava había intentado calmar los ánimos para que la inquina se centrase en el enemigo común (Napoleón). La defensa que hace de Álava es tremenda, y lo único que pedía era que tuviese un juicio rápido y justo, no que le liberasen. Al final el juicio tuvo lugar y, tres meses más tarde, el español fue liberado. Posteriormente fue promovido a teniente general y destinado como embajador en Bruselas. Fue totalmente exonerado. Para entender la importancia que tenía Álava basta decir que los británicos escribieron al congreso de Viena que había sido liberado por temor a una revuelta. Puede que sea una exageración, pero es lo que ponía la carta que se envió. Fue un personaje muy querido en la época.

Recreación de la carta de Wellington a Fernando VII
Recreación de la carta de Wellington a Fernando VII- LAURA ALBOR (Infografía)

16-¿Wellington habló alguna vez en las cartas de las capacidades militares de Álava?

En las cartas íntimas no. No solían ser laudatorias. En referencias externas sí. En la misiva a Fernando VII, por ejemplo, explica su gran papel como militar. Pero que se fiaba de él a nivel militar lo podemos observar en Waterloo. Cuando llegó la primavera de 1815, Wellington le incorporó al Cuartel General para hacer lo mismo que habían hecho juntos en el territorio español: reconstruir el ejército multinacional y organizarlo para luchar contra los franceses. Álava se convirtió entonces en su mano derecha oculta porque, realmente, no tenía permiso para estar allí al ser embajador del nuevo reino de los Países Bajos. Lo hizo de forma secreta.

17-¿Volvieron a verse después de Waterloo?

Si. En 1824 Álava llegó a Inglaterra exiliado y vivió con Wellington en su casa durante dos años. En otras largas épocas, ocho años más. Hay una cita famosa en la que se afirma que el británico le dijo a su banquero lo siguiente: "Mientras yo tenga un penique, que nada le falte a este ciudadano español". ¿Quién haría eso hoy en día?

La leyenda negra inglesa

18-Habla de las buenas relaciones entre España e Inglaterra, pero siempre se ha afirmado que, en 1813, las tropas británicas quemaron San Sebastián después de conquistarla a los franceses

No creo que fuera así. Wellington se lanzó sobre San Sebastián. Era una acción muy arriesgada porque siempre tuvo pocos medios de asedio. Cuando la conquistó se produjo un saqueo horroroso. Eso fue asumido por Wellington, pues sabía que era imposible tratar de parar el robo de una ciudad que acababa de ser tomada debido a que la gente estaba fuera de sí y la mayoría de la oficialidad moría en la brecha. El problema fue que, a la vez, se produjo el incendio de la ciudad.

«En el imaginario colectivo siempre se ha dicho que fueron los ingleses y los portugueses los que quemaron San Sebastián»

Por ello, en el imaginario colectivo y en la historia de la ciudad siempre se ha dicho que fueron los ingleses y los portugueses los que la quemaron. Pero en las cartas íntimas de Wellington, lo que se descubre es algo que reescribirá la historia de San Sebastián y la Guerra de la Independencia: que Wellington creyó hasta su muerte que sus tropas no habían quemado la ciudad.

Hasta ahora se sabía que lo había dicho, pero eso no es lo mismo que saber que lo creía de verdad. La diferencia es abismal. Hay que tener en cuenta que nunca negó el saqueo. De hecho pidió perdón por él, aunque fue una carta que las instituciones guipuzcoanas ocultaron. Pero con el incendio fue tajante. Además... ¿Para qué iba a quemar la ciudad? Había sufrido 4.500 bajas para tomarla cuando podría haberla destruida con bombas desde el exterior. Y para la soldadesca desbocada, que ardiera significaba que se terminaba la capacidad de robar más de su interior. No tiene sentido. En las cartas personales que desvelo se ve como Wellington quería indemne la ciudad de San Sebastián. La necesitaba para tener una plaza fuerte cerca de la frontera, la quería para la causa.

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19-¿Por qué se alimentó esta leyenda desde el gobierno?

Dinero. Con la cantidad de bajas que se estaban teniendo, el gobierno se apoyó en esas habladurías ratificadas por el pueblo donostiarra para pedir cuentas al único país que tenía dinero: Gran Bretaña. Francia era el enemigo y España estaba esquilmada. Londres era la única ciudad que podía ayudar. La estrategia fue pedir responsabilidades y ayuda para volver a levantar la ciudad. Al final, gracias a ello en San Sebastián se ha perpetuado la idea de que el incendio fue provocado por el ejército aliado.

20-¿Ayudó esto a fomentar la leyenda negra que existe sobre los británicos en la Guerra de la Independencia?

Si. Hay que tener en cuenta que ya había cierta beligerancia entre Gran Bretaña y España, y esta se acrecentó de varias formas. La primera fue la contratación por parte de Fernando VII de agentes sediciosos con el objetivo de generar sentimiento antibritánico. Esto, sumado al caldo de cultivo del saqueo, al incendio y a la existencia de un partido antibritánico muy beligerante en Cádiz, terminó por desesperar a Wellington. El británico no tenía apoyo emocional. De hecho, presentó su renuncia, pero no se la aceptaron. Acabó con su mando cuando terminó la Guerra de la Independencia, en primavera de 1814.

Recreación de la carta de Wellington a Álava
Recreación de la carta de Wellington a Álava- LAURA ALBOR (INFOGRAFÍA)

21-¿Wellington quiso dejar el mando?

Si. No entendía, en septiembre de 1813, como, habiendo tenido 8.000 heridos británicos en pocos meses -por solo 800 de los españoles- y teniendo que cuidar a otros 2.000 heridos enemigos, no se le cediesen hospitales en las ciudades. Decía que esos heridos eran para liberar a los españoles y que se sentía incomprendido. Además, sufría con la beligerancia del partido antibritánico y con las gazetas que escribían, aunque afirmara que no se las leía.

22-¿Existe algún otro hecho exagerado durante la Guerra de la Independencia que haya ayudado a fomentar la leyenda negra inglesa?

Si. Un ejemplo es que, cuando el ejército aliado conquistó Madrid después de la batalla de los Arapiles y posteriormente la abandonara, en la ciudad permanecieron algunas tropas británicas. En el imaginario colectivo ha quedado que estos soldados, al huir por la presión del ejército francés, quemaron una fábrica de porcelana que había en el Retiro. Pero eso es mentira. Lo que destruyeron realmente fue una fortaleza militar ubicada en la zona, que había sido hacía años una fábrica, y que los franceses usaban como defensa. La destruyeron para que no volviera a ser utilizada por ellos. Pero aunque digas esto cientos de veces, todavía habrá madrileños que piensen con victimismo que fue una acción para minar los recursos productivos españoles.

23-¿Cómo definiría la colaboración británica en la Guerra de la Independencia?

En lo que respecta a lo británico durante la Guerra de la Independencia, solo puedo hablar de una lealtad tremenda por su parte y un agradecimiento máximo. Wellington era un conservador que no creía que la Constitución de 1812 fuese buena para el pueblo. La consideraba demasiado avanzada, y él era contrario a eso. Sin embargo, a pesar de ello sentía una lealtad institucional absoluta hacia ella y la hacía jurar en los pueblos y ciudades que liberaba. Conociendo en profundidad la época, creo que el mensaje que debemos transmitir es el de los horrores que generó la guerra. Los horrores los sufrió en primera persona el pueblo español y el portugués, el escenario de la contienda, pero miles y miles de británicos murieron ayudando en aquella resistencia feroz a la ocupación francesa.

Gonzalo Serrats, junto al cuadro del general Álava
Gonzalo Serrats, junto al cuadro del general Álava- G. SERRATS

24-¿Se ganó la Guerra de la Independencia gracias a los británicos?

La Guerra de la Independencia se ganó por una colaboración, por una alianza que hizo frente a Napoleón y que logró hacerse con una victoria determinante en el sur de Europa. El pueblo peninsular (el español y el portugués), sus guerrillas, el menesteroso y resiliente ejercito español, el ejercito portugués (que se integraba dentro del británico) y el ejercito inglés y su armada (que fue fundamental) consiguieron juntos abatir una dinastía impuesta. Pero todos ellos. Sin alguno de ellos, quizá, esto no hubiera sido posible, y Álava engrasó estas relaciones. Fue ese nudo invisible que permitió que esta colaboración se mantuviera en lo alto. Como decía Napier.

25-¿Debemos estar agradecidos a los británicos?

La lealtad del gobierno británico y del ejercito que desplazo a la Península Ibérica fue encomiable. Otra cosa es que nos podamos lamentar del desastre que la guerra es, pero aquí los británicos se dejaron miles de almas. No es posible no estarles agradecidos. Cuando alguien me dice que defendían sus intereses, les digo que esa es la mejor colaboración, aquella en la que diferentes son capaces de perseguir un objetivo común. Esa es la clave.

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