La verdad sobre Solzhenitsyn

Algunas personas recurren a la siguiente frase para darse pote intelectual: «Yo ya no leo novelas. Solo ensayo». Eruditos como[…]

Algunas personas recurren a la siguiente frase para darse pote intelectual: «Yo ya no leo novelas. Solo ensayo». Eruditos como Harold Bloom, que ensalzan la literatura como una de las mayores vías de conocimiento sapiencial, les arrearían con la Larousse en la cabeza. Ayer precisamente se cumplieron cien años del nacimiento de Alexander Solzhenitsyn, el escritor ruso que despertó al mundo sobre las barbaridades del estalinismo. Mientras poetas como Neruda, cínicos como Sartre, intelectuales «comprometidos» y chicos bien de Oxford y Cambridge lo pasaban bomba jugando al comunismo en sus plácidas existencias occidentales, Solzhenitsyn padecía ocho años de calvario en los campos de trabajo de Stalin. Extraviado y olvidado en la taiga helada de Kazajistán, el matemático, filósofo y literato ruso desempeñaba labores de albañil en condiciones infrahumanas. La dieta era de hambre: unas onzas de pan, tazón de caldo y un cucharón de avena. Siendo un capitán del Ejército Rojo doblemente condecorado, había sido detenido en el frente de Prusia por criticar a Stalin en sus cartas privadas. Unos grilletes. Cabeza afeitada al cero en las mazmorras moscovitas de la Lyubyanka. Sentencia a ocho años de gulag sin juicio alguno.

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