La guerra de París comienza con la invasión de ratas

La guerra de París ha comenzado con la guerra de las ratas. La alcaldesa Anne Hidalgo, gaditana de nacimiento, corre[…]

La guerra de París ha comenzado con la guerra de las ratas. La alcaldesa Anne Hidalgo, gaditana de nacimiento, corre el riesgo de ser víctima de una nueva «invasión» de manadas de roedores «de cola muy larga, cabeza pequeña, hocico puntiagudo, orejas tiesas, patas cortas, pelaje gris oscuro, muy fecundos y voraces».

Los primeros días de canícula primaveral han provocado nuevos estallidos de alarma.

Los turistas descubren nidos de ratas «acampando» bajo el Pont Neuf (Puente Nuevo), uno de los puentes más legendarios, históricos y transitados de la capital.

Una pareja de enamorados que salía de la catedral de Notre Dame y buscaba refugio amoroso en un puente próximo, descubrió con horror que varias ratas esperaban un descuido para «asaltar» su bolso con bocatas.

En varios barrios del este parisino, los vecinos se tropiezan con ratas no siempre solitarias que buscan su pitanza entre los cubos de basura por recoger.

«Le Parisien», «Le Figaro» y «RTL» han vuelto a evocar la penúltima invasión de las ratas, inscrita en la legendaria relación de las ratas y París, que remonta a la Edad Media, con la construcción de las primeras alcantarillas.

Desde hace unos mil años, cada sucesiva modernización del sistema municipal de alcantarillas, cada gran transformación urbana, cada gran crecida del Sena, cada verano de gran sequía, desentierra una nueva invasión de ratas.

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Tras la invasión de las ratas del invierno pasado, los primeros días de canícula han convertido la invasión de la temporada en una guerra política sin cuartel, consecuencia última del grave deterioro de una suciedad urbana inquietante.

Embarcada en numerosos proyectos, no siempre polémicos, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, está en primera línea de fuego sin cuartel, en muchos frentes, enturbiados, todos, por la nueva invasión de las ratas.

La alcaldía de París decidió en su día cerrar las muelles del Sena, convertidos en «autopistas», para convertirlos en zonas de recreo peatonal. Proyecto muy polémico, con partidarios y adversarios encarnizados. La irrupción de las ratas en las nuevas vías peatonales da un perfume fétido a la polémica.

La alcaldía de París decidió «reorganizar» un servicio especial de bicicletas de alquiler? el proyecto se ha transformado en un rompecabezas: la aparición de bicicletas de muchos colores, abandonadas entre cubos de basura, da una imagen lamentable de la ciudad.

La alcaldía de París lanzó numerosos programas de «reformas» y «modernización»? convirtiendo numerosos barrios en zonas de complejo acceso para el peatón, sorteando vallas, obras inacabables, montones de basura o montones de restos de obras hechas o por hacer.

Al mal funcionamiento del servicio municipal de recogida de basura se añade
un crecimiento patético de la

falta de higie

ne
y civismo, allí donde la «vida nocturna» o la «marcha» se han transformado en una pesadilla para los vecinos tradicionales.

La nueva invasión veraniega de las ratas de la temporada aportan a cada uno de esos «frentes» un matiz maloliente, con un costo político que puede ser devastador para la alcaldesa.

A dos años cortos de las próximas elecciones municipales (primavera 2020), todos los grandes partidos han comenzado a mover los peones de una guerra de trincheras muy larga, dura y correosa.

Anne Hidalgo está sola y sin compromiso. Elegida como candidata socialista, su partido, el PS, está en ruinas. Aliada de comunistas, ecologistas e izquierdistas radicales, debe hacer muchas concesiones.

A la derecha, Valérie Pécresse aspira a utilizar la batalla de París para instalarse en el podio del futuro liderazgo conservador. Benjamin Griveaux, portavoz oficial del gobierno de Emmanuel Macron, aspira a conquistar París para el partido del presidente.

La invasión de las ratas es un excelente arma arrojadiza, para unos y otras.

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