Doce horas solo en el bosque

Ha protagonizado la aventura de su vida con solo seis años. El personaje se llama Carlos y se perdió a[…]

Ha protagonizado la aventura de su vida con solo seis años. El personaje se llama Carlos y se perdió a última hora de la tarde del domingo en Pelayos de la Presa, cuando salió a pasear con sus padres y un nutrido grupo de familiares después de haber celebrado el Día de la Madre.

Tras pasar doce horas a la intemperie, en plena noche, refugiado entre unos matorrales de una zona boscosa, fue hallado a las ocho de la mañana de ayer, sano y salvo, cuando el ruido del helicóptero que se incorporó al dispositivo de búsqueda, le hizo salir de su «escondite» situado en el paraje conocido como Monte Pelayo.

Al parecer, al pequeño se le perdió la pista sobre las ocho de la tarde, cuando el grupo, dividido en dos, se paró para hacerse una fotografía. Fue entonces cuando Carlos se debió quedar rezagado y nadie se percató de su ausencia hasta que se reunieron en casa, ya que cada parte de la pandilla pensaba que el niño estaba con la otra.

La angustia cundió y tras varios intentos infructuosos de localizarle, una hora después sus padres denunciaban su desaparición en el puesto de San Martín de Valdeiglesias.

De inmediato, se activó un dispositivo de búsqueda integrado por patrullas de Guardia Civil de la zona, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), las Unidades de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic), la Unidad Cinológica (canina)y el Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) de la Comunidad de Madrid.

Utilizaron drones

Hasta utilizaron drones y cámaras térmicas y de visión nocturna. Al operativo se sumaron, además de su familia y numerosos vecinos del pueblo, la Policía Local de la localidad, la de San Martín de Valdeiglesias y la de Cadalso de los Vidrios, así como voluntarios de Protección Civil. La Benemérita y SOSDesaparecidos difundieron la imagen del pequeño en las redes sociales, reclamando la colaboración ciudadana.

En total, más de un centenar de personas buscaron al niño en una noche que se convirtió en una pesadilla para sus padres, muy conocidos, que suelen pasar los fines de semana y las vacaciones en el municipio, donde tienen su segunda residencia.

La preocupación cundía a medida que pasaban las horas por si había caído a alguno de los pozos que hay en esa zona, al margen de las bajas temperaturas. Y es que el pequeño Carlos llevaba encima de la ropa una ligera sudadera roja con capucha, insuficiente para estar al raso. Por ello, fue avispado y se guareció entre los arbustos para protegerse.

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A las ocho de la mañana de ayer, el ruido del helicóptero que se sumó al dispositivo de búsqueda debió despertar al niño, que salió de su refugio y caminó en dirección al aparato. Entonces, fue visto desde el aire y desde tierra por quienes estaban tras su pista. Varias personas le llamaron por su nombre y el crío salió corriendo hacia ellos, explicó uno de los testigos. Sufría una ligera hipotermia, fruto de haber pasado doce horas a la intemperie, según informaron fuentes del Instituto Armado. Tras ser atendido por sanitarios, fue entregado a sus padres quienes no cesaban de abrazarle.

Estaba en el paraje del Monte Pelayos, en la parte alta del pueblo, sobre los chalés. «Pidió un cola-cao caliente con galletas porque tenía frío y hambre», explicó un agente. «Guardadme el secreto por si se preocupa mi abuela», pidió la criatura. Algunos consideraban un milagro que estuviera ileso con el frío que hizo.

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