Citas trascendentes

Pocas veces el calendario europeo ha venido tan cargado de citas con marcada trascendencia para todos. En apenas diez meses,[…]

Pocas veces el calendario europeo ha venido tan cargado de citas con marcada trascendencia para todos. En apenas diez meses, consultas electorales y otros hechos de envergadura condicionarán los derroteros de la UE en su conjunto.

Para comenzar, esta misma semana dos elecciones cuyos respectivos desenlaces no deberían dejar indiferente a nadie. En Austria, la definitiva elección del presidente. En Italia, el referéndum para votar la propuesta de reforma de la Constitución, concebido como plebiscito personal por parte de Matteo Renzi, que tendrá que atenerse a las consecuencias.
El segundo acto, en primavera, arrancando con un mes de marzo que puede acoger hasta tres acontecimientos mayores: uno, el final de la política expansiva del Banco Central Europeo y sus compras masivas de deuda pública; dos, la invocación por la primera ministra británica si la resolución judicial pendiente no lo impide del artículo 50 del Tratado de la Unión, con el inicio oficial de las negociaciones para la salida del Reino Unido; tres, las elecciones parlamentarias el día 15 en los Países Bajos, donde Geert Wilders, al frente del extremista y antiislámico Partido por la Libertad, tiene opciones reales de encabezar un gobierno de coalición. Y pocas semanas después, entre el final de abril y el 7 de mayo, las dos vueltas de las elecciones presidenciales en Francia, con un acrecido Frente Nacional de Marine Le Pen que enfatiza su discurso rupturista contra la Unión, contra el euro, contra las directrices de la Comisión y el Parlamento, en línea con el del ultraderechista líder holandés.
El tercer acto se desarrollará en tierras germánicas cuando llegue el otoño, con la amenaza de que el partido netamente populista Alternativa para Alemania creado en 2013 para oponerse a los rescates financieros y que ha encontrando luego en el rechazo a los programas de acogida de refugiados la más potente catapulta consiga una significativa representación a escala nacional, una vez que ya está presente en nueve parlamentos regionales.
No nos esperan meses aburridos, ciertamente, con Trump, además, asumiendo desde los primeros compases de enero la presidencia de los Estados Unidos. Convendrá, por ello, aprovechar al máximo las oportunidades que la nueva legislatura brinda a la política en España. El reparto de fuerzas en el Congreso de los Diputados, en vez de un obstáculo, puede ser el necesario revulsivo para alcanzar acuerdos sobre grandes problemas que se han demostrado irresolubles sin pactos de amplio espectro: la reforma del sistema educativo es un buen ejemplo. Sobre el encaje constitucional de Cataluña, el sistema de pensiones, la financiación autonómica, la reforma de la justicia o el saneamiento de la vida pública no se aportarán soluciones pragmáticas y duraderas sin negociación entre las principales fuerzas políticas. Es la hora propicia para demostrar capacidad en la búsqueda de puntos de coincidencia al servicio de intereses generales. Y hay que apretar el paso. Siempre el primer año marca el recorrido de toda la legislatura. Combatamos a los agoreros que anuncian una legislatura perdida: la suerte no está echada. En democracia, la responsabilidad es de todos. 

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