Tengo una corazonada... fiscal y me duele

Exultante estaba ayer Alberto Ruiz Gallardón viendo como los madrileños arropaban el gran proyecto del alcalde de Madrid: traer los[…]

Exultante estaba ayer Alberto Ruiz Gallardón viendo como los madrileños arropaban el gran proyecto del alcalde de Madrid: traer los Juegos Olímpicos a la capital de España cueste lo que cueste. Bajo el lema de "Tengo una corazonada", miles de jóvenes se acercaron a la Cibeles para participar en la foto aérea con la que demostrar a los miembros del COI que los ciudadanos quieren a toda costa el mayor espectáculo del deporte en 2016 para España.

Uno que pasó por allí observó que lo curioso es que la mayoría, que resistió algún que otro chaparrón, eran jovencitos y jovencitas con ganas de pasar un buen rato... gratis, porque el bolsillo no está para muchos dispendios. Chavales y chavalas de entre 15 y 18 años, de los que asoman la ropa interior como símbolo de modernidad, a los que el boom económico les ha permitido tener casi de todo.

Doy por hecho que la inmensa mayoría, que se lo pasó a lo grande con David Bisbal, desconoce que a sus padres les va a tocar pagar 120 euros más de media por un impuesto -el de recogida de basuras, ya sean de la casa, del garage o del trastero- que el aspirante a medallista olímpico ha rescatado para sufragar tanta fanfarria. Unos padres que han visto como en los últimos años el aspirante a ministro les ha duplicado el Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI) y como en los últimos mese ha desplegado una red de radares para masacrar a cualquier que pase de 50 en la vía pública.

Un afán recaudador necesario para tapar un agujero de 7.000 millones de euros, que es lo que debe el Ayuntamiento de Madrid, por mala gestión. Un pozo negro que es mucho mayor en las cuentas del Estado, también manejada por unos pésimos administradores, que el sábado nos pidieron un esfuerzo solidario para comernos una súbida de impuestos del IVA; de las rentas del capital y de los impuestos indirectos.

A los que leen esta sección no les sonará a nuevo. Allá por finales de septiembre de 2008 ya avisamos que nos iban a freir a más tasas para financiar los disparates de unos y otros. Siento comunicarles que los que anunció la excelsa ministra Salgado este fin de semana no serán los últimos. Nos van a hacer más difícil llegar a fin de mes porque nos van a coser a más impuestos, ya sea la administración general, la autonómica o la municipal.

Porque las cuentas son fáciles de echar. Una recesión supone inmediatamente menos ingresos para el Estado por la recaudación de las empresas, de los trabajadores, etcétera. Además, al aumentar el paro a cifras históricas, se eleva el gasto social en la misma proporción, más si nuestro querido Gobierno sigue subvencionando desempleados. Ello tiene su consecuencia directa: el déficit y la nación se tiene que endeudar hasta las cejas.

¿Cómo parar esta bola de nieve? Hay dos formas. La fácil, la de los poco ingeniosos, es subir los impuestos. La otra, reducir la factura social, por ejemplo, poniendo en la calle a la mitad de los más de 100.000 funcionarios que se han contratado en el último año. Pero a esto no se atreven porque saben que se paralizarían las administraciones y el caos sería brutal. Significaría un incremento salvaje del malestar de la tropa, a la que sólo le falta que le empujen un poquito para salir a la calle y protestar por tanta atrocidad.

Apriétense el bolsillo que les va a seguir metiendo mano.

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