Vino, aceite y leche ecológica desde Muel con vacas en alquiler
Javier y Juan Sanz son dos jóvenes hermanos que hace un año se embarcaron en su primer negocio, producir leche[…]
Javier y Juan Sanz son dos jóvenes hermanos que hace un año se embarcaron en su primer negocio, producir leche ecológica en Aragón, y se encontraron con una finca en alquiler en Muel (Zaragoza) que ya cultivaba olivos y viñas ecológicas, por lo que se animaron también a arrendar las vacas.
Acaban de cumplir su primer año como empresarios, trabajadores autónomos como ellos prefieren, y en noviembre pasado consiguieron la certificación, aunque desde junio ya comercializaban sus productos 100 % ecológicos.
En contacto con los animales y el campo desde pequeños en Santa Isabel, en lo que entonces era una pedanía rural de Zaragoza, desde donde su abuelo trabajaba como tratante de ganado y cultivaba tierras, siempre han tenido claro a lo que querían dedicarse.
Empezaron con dieciséis vacas de la raza austríaca Fleckvieh, adquiridas mediante leasing, un sistema de financiación con poco riesgo que tras cinco años de cuotas les permitirá que los animales pasen a ser de su propiedad.
Como han explicado a los medios durante una visita a su explotación, se trata de una raza mixta (leche y carne) que, aunque en comparación con la vaca frisona da prácticamente la mitad de leche, es de mejor calidad y sabor y produce durante doce años frente a los aproximadamente 2-3 años de la lechera tradicional española.
Ahora ya cuentan con veintidós vacas, que además ya han dado a luz 17 terneros, y producen 300 litros (18-20 por animal) al día, que comercializan bajo la marca Torreconde y que embotellan o transforman en queso fresco y yogur desde la quesería que han levantado en La Puebla de Alfindén, de la que se encarga Javier.
Sus productos se pueden adquirir en una treintena de tiendas de Zaragoza y provincia, así como en Huesca capital y Jaca; también se consumen en el colegio School House Montesori y próximamente en el Juan de Lanuza, ambos en la capital aragonesa.
Todos los sábados acuden además puntualmente al mercado agroecológico al aire libre de Zaragoza. Ni siquiera el día de la boda de Javier dejaron de vender. Tienen clientes tan fieles que alguno un sábado les llegó a despertar a las 7 de la mañana para preguntar si iban a ir esa jornada, comenta Juan.
Apenas siete meses después de empezar la comercialización, ya tienen contratados a tres trabajadores y están pensando en ampliar la gama con postres como cuajadas, flan y natillas y aprovecharlo para expandirse en otras ciudades como Madrid.
Es la primera empresa láctea aragonesa que cuenta con la certificación ecológica y para ello se requiere que los animales tengan libre acceso al monte y a los pastos, que también tienen que ser ecológicos, como el pienso y cualquier tratamiento sanitario que reciban, que debe ser validado por el veterinario.
Están contentos porque, salvo el problema de poder disponer de una toma de luz en el mercado agroecológico, reconocen que desde la administración se les han facilitado las cosas.
Pese a que su contacto con la ganadería y el campo ha sido "bucólico" a través de su abuelo: "disfrutábamos sin obligaciones", ha destacado Javier, no les ha sorprendido la "dureza" de tener que estar pendientes de la granja algunas veces las 24 horas del día.
El ordeño está completamente mecanizado con un robot, el "cerebro" de la explotación, al que los animales acuden solos y que transmite la información a través del móvil, pero también las averías. Y lo hace a cualquier hora de la noche o del día sin tener en cuenta si es festivo o Navidad.
Es lo que ocurrió el pasado 25 de diciembre, cuando se congeló la bomba de vacío y los tubos dejaron de succionar, lo que se solucionó con un simple golpe a la maquinaria como aconsejó el informático, con quien no pudieron contactar hasta las 7 de la tarde, como ha recordado Juan.
Aunque han estudiado ingeniería técnica, Javier ha reconocido que aprenden "de la experiencia y el trabajo".
Así, Juan, responsable de la explotación, ya no tiene que estar pendiente de un parto, como la primera vez, que se pasó varias horas esperando a que lo que asomara el ternero fueran las patas delanteras como le había dicho el veterinario.
El terreno de Muel es una finca de 200 hectáreas, en quince de las cuales están plantados olivos de la clase arbequina, cuyas aceitunas transforman en aceite en una almazara de La Codoñera con la marca Olium y del que este año han conseguido una producción de 3.000 litros.
Además, otras dos hectáreas están plantadas de viñedos de la variedad carbenet y garnacha cuya cosecha venden a la cooperativa de la localidad. Este año han sembrado otras quince hectáreas con pasto para los animales.
Entre sus futuros planes, aparte de atraer escolares o universitarios para que conozcan el negocio, figura la transformación del estiércol en energía con la que poder bombear agua para regar la finca.
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