Tomás Alonso, el diseñador que huye de lo "fácil" y busca "nuevos problemas"

Carlos Alberto Fernández

A Coruña, 28 ene.- Una caja con la mitad de sus laterales, la apuesta por materiales ligeros, el reto de trabajar con cristal, de reducir los objetos a lo esencial y evitar "el camino más fácil" para buscar "nuevos problemas" a los que aportar soluciones, así es el diseñador gallego Tomás Alonso, figura emergente del diseño industrial contemporáneo internacional.

Alonso (Vigo, 1974) comparte la visión personal de su trabajo en OKAY Studio, del que es uno de los seis fundadores, en una entrevista con Efe que coincide con su participación en el ciclo 12miradas::Riverside en la Galería Vilaseco, comisariado por Carlos Quintáns e impulsado por Corporación Hijos de Rivera en A Coruña.

El diseño le ha cautivado desde niño, cuando dibujaba objetos y soñaba con ser diseñador de coches.

Ese sueño, como el de construir su casa "desde los cimientos", aún no lo ha cumplido ("Quizás ahora no es el momento", dice), pero fue lo que le llevó a hacer las maletas con 19 años para estudiar diseño industrial en Estados Unidos.

Después, residió en Italia, Australia y, finalmente, se ha instalado en Londres, donde estudió un máster en el Royal College of Art. En la capital inglesa, vive, diseña y crea aplicando lo que la vida le ha ido mostrando, porque el diseñador es "una esponja", absorbe y ejecuta.

"Galicia tendrá su parte de referencia en mí, pero al mismo tiempo hay mucha influencia de otros sitios en los que he vivido. Los diseñadores tenemos referencias de muchos lugares. Nuestro trabajo es cuestionar y ver cosas desde otros ángulos, buscar otros enfoques y haber estado en otras culturas te ayuda", sostiene.

Tanto es así, que una de las recomendaciones que da a los jóvenes diseñadores industriales españoles es que "salgan, que vean mundo, que abran la mente", pero hay más: "Les diría que tengan mucha paciencia, que las cosas pasan despacio, que el diseño es una profesión muy agradecida y al mismo tiempo no, que poniendo cariño y amor a lo que hacen, sale bien".

Le gusta que en España "se vean más y más estudios pequeños" que colaboran "con empresas nacionales y extranjeras" y aboga por una cuestión que considera "fundamental", que las firmas "entiendan que para seguir avanzando es importante trabajar con diseñadores, porque hay unas que lo entienden muy bien y otras que lo ignoran".

A él le atraen los retos, porque "podía haber elegido el camino más fácil", el de "seguir un tipo de proyecto" en el que ya tiene experiencia, pero prefiere "buscar cada vez un nuevo problema por resolver".

Al principio, él tenía que crear sus "propios problemas" para "dar a conocer" su "forma de pensar", sus proyectos, pero ahora, los retos se los "sugieren" porque "casi todo es por encargo".

"Lo bueno es que siguen siendo proyectos distintos", puntualiza Alonso, que ahora está inmerso, entre otros, en el diseño interior (mobiliario incluido) de la vivienda de un cliente privado en Bélgica, y de una tienda que se pueda ir moviendo de ciudad en ciudad para una empresa inglesa.

Para la exposición que estará en A Coruña hasta el 26 de febrero ha "buscado referencias" de aquello que le inspira, que es mucho.

"Lo complicado es editar, reducirlo a doce cosas, porque hay un montón. No me he podido contener con limitarme a lo bidimensional y he apostado por una combinación de objetos e imágenes, porque el objeto, con sus propiedades tridimensionales y de material te permite ver cosas que en la foto no se aprecian tanto", sostiene.

Ha elegido un cucharón japonés hecho con un martillado de aluminio que le da la forma, el ejemplo de la extrusión del aluminio en una fábrica, una minisierra japonesa, fotos de diseños clásicos, piezas en cristal de un proyecto en el que está trabajando y un libro escogido para la ocasión: 'Arte Diseño', sobre Isaac Díaz Pardo.

Descubrió esa obra "hace unos años, después de estar mucho tiempo fuera de Galicia", le gusta el título porque "relaciona el diálogo" que define su trabajo y admite que ha defendido las "ideas con las que Díaz Pardo y Seoane fundaron Sargadelos".

De pronto, llama la atención la foto de una piscina en la exposición. "Es para transmitir que muchas veces tienes que desconectar para, una vez que has absorbido todo, dejar que repose antes de empezar a trabajar y nadar es una de las cosas que más me gusta".

Él, que trata de llegar a objetos "que funcionen bien, sean claros y visualmente sencillos", es creativo en el agua y también en el aire, porque los aviones son otra fuente de inspiración: "Estás sobre las nubes, casi siempre con los rayos del sol, te sientas con tu libreta y te empieza a salir lo que has estado macerando. Es como el catalizador para que surjan ideas".

Espera que "no vaya adelante el internet en los aviones" y en la tierra, que la industria no acabe con el artesano, un tema delicado y con el que se involucra.

"Es importante que como diseñadores intentemos concienciar a la gente que compra objetos, que entienda que la artesanía lo tiene un poco fastidiado a la hora de competir con la producción en masa. Ese es un poco el motivo de que me haya involucrado en bastantes proyectos fomentando la divulgación de procesos artesanales", explica.

Tal vez por eso, cuando recibió la llamada de Ikea para aportar su creatividad a la colección de 2014, superó algunas "dudas éticas" que le surgían, sobre las que evita profundizar, y se dejó llevar por lo "alucinante" de colaborar con la multinacional sueca.

"Ha sido una pasada por la oportunidad de llegar a tanta gente. Como diseñador industrial es ideal, porque el diseño muchas veces se ve como una profesión elitista, de hacer cosas para unos pocos. Lo interesante es hacer cosas para todo el mundo", justifica.

Además, supuso "un reto grande por las limitaciones de precio y de packaging (que sea fácil de embalar) que conllevaba", pero a este gallego internacional que deconstruye los objetos le encantan los desafíos.

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