Quique Dacosta: de friegaplatos a estrella Michelín

Es el más coqueto de los grandes chefs. El que se quita el traje para calzarse una chaquetilla hecha a[…]

Es el más coqueto de los grandes chefs. El que se quita el traje para calzarse una chaquetilla hecha a medida y ponerse a los mandos de su triestrellado restaurante. Hoy, este imponente local en Dénia (Alicante) luce su nombre en la fachada: Quique Dacosta. Pero cuando él empezó a trabajar aquí, se llamaba El Poblet. Entonces era uno de los mejores restaurantes de la zona y ahora es uno de los mejores del mundo.

El responsable de este intenso viaje habla con pasión de un trabajo para la que no estaba destinado. Hasta que se vino a Dénia a ver a su madre y, descartando el sueño inicial de ser DJ, se puso a trabajar de friegaplatos en diversos locales. Así empezó a absorber una profesión que es, también, un modo de vida. Intenso y sacrificado, sí, pero imposible renunciar a él. El friegaplatos pasó a los fogones, ascendió y terminó por comprar el restaurante. Tiene además otros establecimientos más informales como El Poblet o Vuelve Carolina, ambos en Valencia, y va a abrir uno nuevo en Londres.

CÚ: A los 14 años vino a ver a su madre a Dénia y se quedó.

QD: Sí, pero no tenía ninguna intención de acabar de cocinero. Vengo de una familia de campo en Jarandilla de la Vera (Extremadura) sin ningún antecedente en esto de los restaurantes. De crío ayudaba a mi padre en el huerto, o acompañaba a mi abuelo a la obra. Mi abuela era costurera, y si tenía que hilvanar en verano, le echaba una mano.

CÚ: Y lo mismo hizo al llegar aquí.

QD: Más que nada por si me quería comprar unas zapatillas o un balón, para que no tuvieran que estar pendientes de mí. Hice aquí el instituto y los fines de semana trabajaba de camarero, limpiando platos...

CÚ: Luego consiguió trabajo en un restaurante llamado El Poblet.

QD: ¡Que hoy lleva mi nombre! Era un buen restaurante de la zona, con muy buena materia prima. Por aquel entonces no había escuelas ni universidades gastronómicas, y además no teníamos recursos financieros para pagarlas.

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