El barrio del cuero de Dacca echa el cierre a favor del medioambiente

El silencio reina hoy en Hazaribagh, el área de la capital bangladesí donde se concentran la gran mayoría de las[…]

El silencio reina hoy en Hazaribagh, el área de la capital bangladesí donde se concentran la gran mayoría de las curtidurías de cuero del país, mientras los marroquineros hacen las maletas al cumplirse el plazo impuesto por el Tribunal Supremo para que pongan fin a su contaminante actividad.

Tras ocho años de tira y aflojas e infinitos litros de vertidos tóxicos, el máximo órgano judicial dio el mes pasado un ultimátum a las 154 tenerías de este barrio y convino cortar el suministro de agua y electricidad a aquellas que no se hubiesen trasladado a las afueras de la ciudad para el 6 de abril.

Según estimaciones del Gobierno bangladesí, las curtidurías de Hazaribagh emiten diariamente unos 21.600 metros cúbicos de vertidos sin tratar que acaban en el principal río de Dacca, el Buriganga, y suponen un peligro para la salud de los vecinos.

Con la mirada inexpresiva, Mohammad Selim da sorbos a una taza de té en un puesto callejero situado junto a la curtiduría Ajmir Leather, que hoy está abierta a pesar de ser viernes, día de descanso para los musulmanes, para apresurar los preparativos de última hora de cara al inminente traslado.

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En el interior de la tenería, media docena de trabajadores se afanan en empaquetar las máquinas, algunas de ellas desmontadas en varias piezas y que serán llevadas a la nueva ubicación en uno o dos días.

"Normalmente trabajamos siete días a la semana, pero desde ayer nuestra fábrica está cerrada y todo lo que se está haciendo aquí ahora es sólo para facilitar la reubicación", indicó Selim a Efe.

Ya en 2009 el Supremo había ordenado el traslado de las tenerías en respuesta a una petición de la Asociación de Abogados Medioambientales de Bangladesh, pero el plazo fue prorrogado en diversas ocasiones al insistir los curtidores en que la nueva zona industrial todavía no estaba lista para albergar sus actividades.

Ante los continuos retrasos, un tribunal superior ordenó el pasado junio a las fábricas el pago de 625 dólares diarios en compensación por los daños medioambientales, una cuantía que el Supremo rebajó posteriormente a 125 dólares.

Ahora, Mohammad Fakrul Islam Rana, miembro de la Asociación de Manufactureros del Cuero de Bangladesh, lamenta en declaraciones Efe el varapalo que la reubicación del barrio del cuero dará a su negocio.

"Generalmente alquilamos la fábrica a los dueños de la tenería para preparar el cuero sin curtir y suministrarlo al mercado local. Ahora tenemos que mantener cerrado nuestro negocio hasta que estas fábricas reabran en su nueva ubicación", advirtió.

Los niveles de polución superan los límites permitidos por las autoridades, en algunos casos en varios millares de veces, de acuerdo con un estudio publicado por la organización Human Rights Watch (HRW) en 2012.

Las aguas residuales -que contienen ácido sulfúrico, plomo y cloro- se filtran por los suelos de las curtidurías y terminan en el Buriganga, a tan sólo un kilómetro de la zona donde están localizadas, según HRW.

La organización advirtió también en su informe de la "crisis de salud y seguridad" que las tenerías bangladesíes han creado entre sus más de 10.000 trabajadores, muchos de ellos mujeres y niños con enfermedades cutáneas y respiratorias por la exposición a productos químicos.

La industria del cuero en Bangladesh exporta sobre todo a China, EEUU y países europeos como España e Italia.

En el último año fiscal, las exportaciones de este material y productos derivados aumentaron más de un 15 % hasta superar los 1.160 millones de dólares, convirtiéndose en el segundo sector con más peso en el país.

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