El Banco de España no precipitó los rescates por falta de dinero y «exceso de confianza» del sector
El gobernador, Luis María Linde, no cree que le «corresponda» valorar si ese «manguerazo» habría tenido «un coste fiscal menor» de lo que se hizo
La crisis golpeó con fuerza al sector financiero en España hasta el punto de que podría haber sido necesario un «rescate público temprano» del sistema bancario mucho antes del solicitado finalmente por el Gobierno en 2012 a la UE. Sin embargo, los problemas fiscales del país a partir de 2009, con un elevado déficit y deuda creciente, impidieron que esa opción se llevara a cabo de forma preventiva. Así lo explicó este miércoles el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, en su comparecencia en la comisión de investigación en el Congreso sobre la crisis financiera en la que también admitió «errores» en la gestión de esta problemática.
El responsable del organismo destacó que esas acciones «más enérgicas» como inyecciones de capital «masivas» con fondos públicos a la banca en los años 2008 y 2009 (como hicieron Alemania, Reino Unido o EE UU) sólo fue viable en España hasta 2007 por coincidir con años que la cuentas del Estado registraron superávits.
Sin embargo, Linde señaló que en ese primer momento de la crisis las entidades financieras optaron por «soluciones privadas» lo que, a su juicio, provocó un «exceso de confianza» del sector para conseguir su saneamiento. En su opinión, cuando esos «manguerazos» fueron necesarios, a partir de 2011 con la segunda recesión, no eran posibles por la delicada situación de las finanzas públicas. Eso sí, Linde no quiso valorar si esa medida preventiva habría tenido un «menor coste» fiscal que las inyecciones posteriores.
En cualquier caso, el gobernador defendió las ayudas públicas a las entidades financieras no solventes al resaltar que su liquidación habría supuesto «la paralización de los servicios bancarios y pérdidas para los depositantes» en la parte no cubierta por los 100.000 euros del Fondo de Garantía de Depósitos. Asimismo, afirmó que dejar caer a las cajas rentables habría aumentado el riesgo de «contagio» a otras entidades. «Esta estrategia habría tenido un impacto demoledor sobre la confianza del sistema financiero», dijo.
Por otra parte, Linde reconoció este miércoles «fallos» del Banco de España a la hora de tratar de prevenir la burbuja crediticia inmobiliaria y admitió «errores de apreciación» en la gestión de la crisis bancaria. En concreto, señaló la incapacidad de apreciar la profundidad de la recesión o la «falta de resultado» de medidas como las 'fusiones frías' de las cajas. Sin embargo, justificó esos problemas de actuación en la «falta de herramientas». «Hubiera sido adecuado intentar hacer más, pero no había instrumentos legales para hacerlo», explicó en su comparecencia en la comisión de investigación del Congreso sobre la crisis financiera.
60.000 millones en riesgo
La intervención del responsable del organismo supervisor se basó en el informe realizado por el Banco de España hace unas semanas en el que se cifró en 60.613 millones de euros la ayuda inyectada a la entidades financieras que puede no recuperarse, de los cuales 39.542 millones son recursos públicos aportados por el Frob y 21.071 millones proceden de los bancos privados a través del Fondo de Garantía de Depósitos.
Linde retrocedió a los años del boom inmobiliario para entender el origen de la crisis. Y ahí llegó la primera autocrítica al reconocer que el Banco de España, aunque «identificó» la creciente vulnerabilidad patrimonial de las familias y empresas asociadas al elevado endeudamiento, el gran aumento del precio de la vivienda o la excesiva concentración del crédito en el sector inmobiliario, se consideraron «riesgos a la baja». De hecho, el gobernador admitió que «no se anticipó una fase recesiva tan intensa» como la producida desde 2008.
En este sentido, Linde insistió en que el Banco de España «no adoptó medidas que hubieran podido frenar el aumento del crédito» para la promoción inmobiliaria y la adquisición de vivienda. Pero Linde también señaló errores al evaluar la forma en que se corregirían los desequilibrios de los balances bancarios provocados por la burbuja inmobiliaria. «Se pensó que podrían corregirse de forma gradual. La realidad mostró que esta expectativa era demasiado optimista», señaló.