Incluso las OPV ya son cosa de ayer

Las startup retrasan su salida a bolsa mientras que las compañías maduras optan por diversificar, ¿se está suavizando el mercado?

Al describir el mercado de valores de Estados Unidos hay algunos adjetivos que siempre se nos pasan por la cabeza: inmenso, resistente, diverso. Pero hay otro en el que muy probablemente no hayamos pensado: viejo. La media de edad de las empresas que cotizan en los mercados de EE.UU. ha ido aumentando de forma constante en las últimas tres décadas debido a que no entran compañías nuevas. Ahora se sitúa en los 20 años, una media que prácticamente duplica la de 1997, época de moda de las punto com.

Y, este año, el mercado tampoco va a rejuvenecer. Seis «unicornios» gigantes del sector tecnológico, entre ellos la red de vehículos compartidos Uber Technologies Inc. y el servicio de alquiler de viviendas online Airbnb Inc. se están preparando para salir a bolsa a una edad que, de media, es cuatro años superior a la que solíamos ver hace un par de décadas.

¿Qué ocurre cuando una población envejece? Son muchas las opiniones al respecto en el mercado de valores. Algunos dicen que los inversores pierden oportunidades. Para los gestores de fondos es complicado diseñar carteras que reflejen realmente lo que está pasando en la economía, ya que las compañías nuevas siguen siendo privadas. Hay otra teoría que compara las acciones con las personas y afirma que tanto unas como otras tienden a ralentizarse y a evitar el riesgo. Y aunque este concepto pueda parecer una locura tras el terremoto que sacudió la renta variable en el mes de diciembre, podría argumentarse que un mercado maduro es menos volátil.

Madurez igual a calma

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Cumplir años supone sostenibilidad. «Esa es la clave en este caso: las compañías más antiguas, las compañías más grandes, tienen un mejor historial porque se han hecho grandes», comenta René Stulz, presidente de la Cátedra Everett D. Reese de Economía Bancaria y Monetaria de la Universidad del Estado de Ohio. «Cuentas con más con que amortiguar el impacto ante una mala noticia. Puedes haber diversificado, puedes estar operando en diferentes países o en diferentes partes del país. Todo ello contribuye a reducir la volatilidad».

La tendencia hacia un número menor de empresas y empresas más antiguas se ha ido desarrollando a lo largo de los años. Las compañías son de capital privado durante más tiempo y las ofertas públicas de venta, en su momento todo un rito de iniciación para que una startup tuviera éxito, llegan más tarde. Una vez que la compañía cotiza en bolsa, se convierte en presa rápidamente. En un mercado dominado por las megacap, los gigantes se tragan a los competidores con facilidad. «¿Qué ha pasado en los últimos 20 años? Básicamente hemos vivido una escasez de OPV y un ritmo constante de fusiones y adquisiciones», comenta Michael Mauboussin, director de investigación de Blue Mountain Capital Management.

Un misterio continuo para los inversores en bolsa ha sido la calma casi sin precedentes que ha reinado en los mercados durante unos cinco años, una situación que suele atribuirse a los esfuerzos de los bancos centrales por respaldar un crecimiento constante tras una crisis económica. El vínculo entre edad avanzada y baja volatilidad no está comprobado, pero teóricos como Stulz afirman que las investigaciones que exploran dicha conexión están justificadas. «Cuando uno piensa en volatilidad, identifica dos partes», comenta. No cabe duda de que hay mucha turbulencia sistémica, o en todo el mercado. Representa a muchas compañías diferentes moviéndose al unísono cuando hay noticias sobre tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Pero también está lo que se conoce como volatilidad idiosincrática, o las subidas y bajadas que son propias de una única compañía. Cada vez es más raro que la volatilidad media de acciones concretas en un año determinado supere el 30 por ciento, según muestran los datos de Bloomberg. De 1990 a 2003, por lo general ese nivel definía la parte inferior del rango. «Las compañías que son más antiguas y más grandes tienen mucha menos volatilidad idiosincrática», añade Stulz.

Más grande, menos volátil

Los conglomerados pueden estar asimismo contribuyendo a la reducción de la volatilidad dado que las compañías se comportan cada más como índices de múltiples acciones. Amazon.com Inc. no es solo un mercado online, sino también una cadena de supermercados, una empresa de servicios en la nube y una potencia mediática. Walmart Inc. cuenta con múltiples marcas y Alphabet Inc., matriz de Google, es mucho más que un motor de búsqueda. «Hay un montón de compañías diferenciadas, cada una tiene su rendimiento esperado y su propia volatilidad», comenta Joe Mallen, director de inversiones de Helios Quantitative Research. «¿Qué pasa cuando las agrupas en una sola compañía? El rendimiento esperado pasa a ser el promedio de todas las partes y la volatilidad disminuye. Sencillamente estás construyendo una cartera».

Si tratamos de diseñar un comprador optimizado para los enormes gigantes de hoy en día, plantearíamos productos que repliquen índices, tales como fondos cotizados. Con arreglo a algunos analistas, no es de extrañar que a medida que el número de empresas se ha ido reduciendo, se haya disparado el número de ETFs. Lo que comenzó en 1993 con SPY, el ETF que replica al S&P 500, se ha convertido en una industria de casi 4 billones de dólares. Muchos inversores minoristas e institucionales no están interesados en compañías concretas. Las transacciones con ETFs representan alrededor de un cuarto del volumen total de operaciones diario en EE.UU., y hay días en que pueden suponer hasta un 40 por ciento.

Si la gente se centra en operar dentro y fuera de los mercados, no con acciones específicas, y las compañías jóvenes adoptan una forma de crecimiento al margen de los mercados de valores, «las cosas cambian desde el punto de vista de la volatilidad», comenta Yousef Abbasi, director de renta variable institucional de EE.UU. y estratega de mercado global de INTL FCStone. No por ello resulta necesariamente menos arriesgado invertir, los ETFs caen considerablemente cuando hay muestras de preocupación en torno al mercado, pero puede que haga más sencilla la selección de acciones concretas.

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