La agresiva discusión entre fogones de Chicote y un cocinero

Pesadilla en la cocina Alberto Chicote vuelve a meterse en un restaurante ajeno para vivir otra «Pesadilla en la cocina».[…]

Alberto Chicote vuelve a meterse en un restaurante ajeno para vivir otra «Pesadilla en la cocina». En esta ocasión, el chef viajó hasta Valencia para visitar El Racó Maritim, un restaurante que lo tiene todo para ser una mina de oro. El restaurante está especializado en arroces y ubicado en la playa de la Malvarosa, una de las más visitadas del Levante español.

Además, tiene el tamaño perfecto para albergar a un gran número de turistas y gente local completamente entregada al relax y al disfrute. Pero el restaurante está lejos del éxito: hay una guerra entre cocina y sala, los clientes esperan sus platos durante horas y las paellas son incomestibles.

El Racó Maritim está regentado por un matrimonio que ha perdido el norte en la manera de dirigir su negocio y en el que las discusiones, los gritos e incluso el maltrato a la comida están a la orden del día. A la falta de compenetración de los dueños se le unen unos empleados muy desgastados por la mala comunicación de sus jefes y un descubrimiento al que Alberto Chicote está cada vez más acostumbrado en «Pesadilla en la cocina» pero que no deja de sorprenderle: cucarachas en el salón.

El chef se enfrentó a un negocio con problemas, pero también a una grave crisis matrimonial, que puede llevarse por delante la estabilidad profesional y personal de sus dueños. Además, las pérdidas que ha generado El Racó Maritim no ayudan a superar el difícil momento por el que pasa el restaurante. Mar y Vicente, el matrimonio al frente del negocio, ha pasado tiempos muy complicados en el que incluso llegaron a perder su casa por el dinero que les adeudaban los anteriores inquilinos del restaurante.

Una comida mediocre, la ausencia de un mando claro y un servicio caótico pueden hundir un transatlántico con un enorme potencial pero con problemas todavía mayores. Alberto Chicote tuvo también que enfrentarse a un cocinero que se encaró con él hasta límites extremos que podrían provocar situaciones más que desagradables.

El violento enfrentamiento entre el chef y el cocinero del Racó Maritim tuvo lugar a la hora de la comida, con el restaurante lleno de clientes esperando a ser atendidos. David, el nombre del cocinero, se empañaba en remover la paella, desoyendo los constantes consejos de Chicote. «Si no lo muevo se quema», se justificó el cocinero ante las acusaciones del chef, que notaba la paella dura. A David no le gustó nada el tono de Chicote, ya que no entendió por qué «tiene que venir aquí alguien de fuera a pegar gritos en la cocina. Hay otras formas de decirlo».

Poco después, Iván le pidió a su cocinero que hiciera sitio para preparar una paella más, pero David dijo que era imposible. «¡Mientes como un bellaco!», saltó Chicote enfadadísimo, cabreando también a David: «No me trates de embustero, no me trates de embustero», le contestó encarándose con el chef en actitud violenta. Al final el personal del restaurante los separó, pero poco después volvieron a tener un careo cuando Chicote le dijo que no tenía «ni puta idea de hacer paellas», y David volvió a ponerse agresivo con el chef.

Pese al entorno paradisíaco en el que se encuentra el negocio, El Racó Maritim debió asumir cambios radicales para salir del agujero en el que se encuentra. Y Mar y Vicente tuvieron que cambiar muchas cosas si no quieren que todo se acabe. «Siempre que señalo un problema tú intentas ponerte de lado, Vicente. Me estás empezando a hartar, sio el restaurante es tuvo tienes que salvarlo tú». Al final, aunque después de mucho esfuerzo y malos tragos, el deselance fue en apariencia feliz: el equipo del restaurante consiguió compenetrarse de un modo más o menos eficaz y los clientes se quedaron contentos con su comida.

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