Así ha sido el desahucio de la hija del marqués de Larios de su casa en La Moraleja

Cuatro coches de la Policía Municipal, un furgón de la Policía Nacional, dos guardias de seguridad de Alcobendas, un par[…]

Cuatro coches de la Policía Municipal, un furgón de la Policía Nacional, dos guardias de seguridad de Alcobendas, un par de miembros de la comisión judicial, un cerrajero y un trabajador de la perrera municipal. Es el equipo que ha hecho falta para llevar a cabo el desahucio de la hija del marqués de Larios, Sandra Fernández de Villavicencio -fruto de su primer matrimonio con Eva Lydia Isabelle Frommer-, y de su nieto Kenzo, de seis años.

Pocas posibilidades le quedaban de evitar lo inevitable a Sandra y hacer que su padre entrase en razón y diese marcha atrás al desahucio, que la Policía ya intentó llevar a cabo la pasada semana. Gracias a sus perros, Sandra consiguió unos días más para hacerse a la idea de que tenía que despedirse para siempre de la casa en la que lleva viviendo más de 20 años.

Este martes no corrió con tanta suerte. En el número 2 del Camino de las Jaras (La Moraleja) se personó un trabajador de la perrera municipal para ayudar con todos los animales que vivían hasta hoy en la casa: cuatro perros, peces, tortugas, dos gallinas, conejos... Más de una hora tardaron en coger a todos y en meterlos en los furgones que les llevarían a una granja. Tras ellos salió, pasadas las once de la mañana, su hijo Kenzo, en brazos de su abuela que tuvo que quedarse hasta el final del desahucio aguardando en su coche a las puertas de la vivienda, obligada por la Policía a mantenerse detrás del cordón que pusieron a ambos lados de la calle.


Uno de los perros de Sandra saliendo de la vivienda
Uno de los perros de Sandra saliendo de la vivienda
-
JOSÉ RAMÓN LADRA

Sandra parcecía resistirse y, desde primera hora de la mañana, aseguraba que no iba a claudicar en su lucha. «No me voy a ir de casa. Es hora de que mi padre dé la cara y venga él a desahuciarme. He intentado llamarle, pero nada», decía. Unos minutos más tarde salía nerviosa por su propio pie del espectacular chalé de 180 metros cuadrados y más de 1.800 de parcela, hoy desolado y sin apenas muebles, de José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta.

«Es vengonzoso»

Desde que José Carlos Fernández de Villavicencio y Eva Frommer se divorciaron hace más de 20 años, cuando Sandra apenas tenía seis, padre e hija han mantenido una tensa relación, que terminó en un contencioso por la casa que el marqués tiene en La Moraleja hace un lustro. El único vínculo que practicamente les unía eran los 600 euros que pagaba al mes el aristócrata en concepto de manutención y el chalé familiar que dejó que disfrutasen Sandra y su madre.

Tanto ella como la que fue su mujer no entienden todavía las razones que han llevado al marqués a tomar esta drástica determinación que ha terminado con Sandra en la calle. «Es tan vergonzosa la situación», comentaba Frommer desde su coche a las puertas de la vivienda. De manera insistente, la que fue su mujer ha intentado comunicarse con él para hacerle ver lo equivocado que está: «Le he pedido que recapacite en varias ocasiones, que hay formas de hacer las cosas, pero ni me ha contestado». Tiene muy claro que de dinero no trata el asunto. Asegura que cuenta con un buen colchón para mantener a su actual familia -se volvió a casar y tiene dos hijos más- y apunta que los motivos podrían deberse a sus origen judío.

Más información

En portada

Noticias de