«La combinación de hombres y mujeres en un equipo aporta una mayor riqueza de cualidades y capacidades»
Las mujeres se abren hueco con fuerza en los dos ejes de la industria financiera: cada vez son más las profesionales que nutren sus filas, ejerciendo actividades como el asesoramiento o la gestión de activos, a la par que son clientes exigentes y sofisticadas que demandan soluciones de ahorro e inversión capaces de dar respuesta a sus necesidades.
El entorno de mercado ofrece numerosos retos para los inversores, en un momento en el que se cumplen 10 años de la crisis financiera más profunda de los últimos tiempos y en el que los ahorradores e inversores demandan mejores servicios de asesoramiento. El sector financiero, que afronta también retos derivados de una creciente regulación y una necesaria digitalización, ha de dar respuesta a esos clientes más exigentes, entre los que asoman con mayor fuerza millennials y mujeres. Begoña Montesinos Isasa y Arancha Mínguez Ropiñón, asesoras patrimoniales y socias de Diaphanum, analizan los riesgos financieros y dan su visión sobre una industria en la que la mujer tiene un papel creciente y consistente.
Se acaban de cumplir 10 años desde la quiebra de Lehman Brothers y el inicio de la crisis. ¿Asesores e inversores hemos aprendido la lección o hay demasiada deuda en el sistema?
B.M. Al final los bancos centrales, con su objetivo de dinamizar la economía desde 2008, han mantenido unas políticas monetarias super estimulativas que, aparte de mantener los tipos muy bajos, han consistido o están consistiendo en inyectar dinero en la economía mediante la compra de bonos, lo cual los ha encarecido. Sin su intervención, muy probablemente los agentes del mercado no hubieran llevado los precios/rentabilidades a los niveles actuales.
A.M. No hay que pensar que estamos en una situación similar a la crisis de las subprime ya que los bonos en general están respaldados y tienen unas garantías de devolución muy superiores.
Las políticas de los bancos centrales sirvieron para dejar atrás los problemas... ¿pero provocarán ahora una nueva crisis cuando se retiren?
A.M. El ejemplo a seguir ha sido la Fed, que está retirando estímulos normalizando los precios/rentabilidades de los bonos sin que se produzcan estridencias en el mercado.
B.M. El gran reto de otras regiones del mundo es que no haya un estallido de las rentabilidades y que se normalicen poco a poco, permitiendo al resto de los activos asimilar la subida.
Entonces, ¿cuál es el principal riesgo: la guerra comercial, el Brexit, la política...?
B.M. Aunque los mercados cada vez están más insensibles al establecimiento de aranceles entre EE.UU., China y otros países, la guerra comercial y su efecto sobre la confianza de los agentes económicos se está haciendo sentir y es un riesgo importante sobre el crecimiento económico. Hay esperanza de que a partir de las elecciones de noviembre se baje mucho el tono. El Brexit es un riesgo más localizado en Europa y va a tener mayor eco en la medida que nos acerquemos a noviembre, mes que se considera como límite para llegar a un acuerdo si se quiere llegar a una salida ordenada de Reino Unido de la UE. Italia cobra protagonismo en época de elaborar presupuestos, ya que la intención de subir el gasto público y reducir impuestos se compagina muy mal con el compromiso de mantener a raya el déficit público. Este riesgo tiene un efecto más directo sobre los bonos y bolsas de los países periféricos. Otros riesgos serían la banca italiana y alemana, que puede dar algún susto más, aunque la situación parece controlada; en la economía China hay un problema de endeudamiento de los particulares y nuevos estímulos para el crecimiento; el precio del petróleo, ya que tras la reducción de producción de Venezuela y las sanciones a Irán, la oferta se está reduciendo y la demanda se mantiene fuerte...
A.M. A nivel local, la inestabilidad política de un gobierno en minoría y con ideas que ya han mostrado varias veces que son perjudiciales para la economía, así como el reciente aniversario de los acontecimientos de Cataluña, pueden ir en contra de los mercados. También están las elecciones en Brasil, con la segunda vuelta pendiente. El riesgo económico más importante es el posible recalentamiento de la economía de EE.UU.; con los datos de desempleo bajísimos, la inflación por encima del objetivo de la Fed y los estímulos fiscales, hay que estar muy atentos a la evolución de los salarios que por el momento crecen a niveles del 2,7 por ciento.
En este entorno, ¿cómo veis a los clientes: más cautos o siguen con apetito por el riesgo?
A.M. Para nosotros es muy importante definir bien el nivel máximo de riesgo con el cliente antes de empezar a gestionar su cartera. Ante la ausencia de rentabilidades o retornos negativos en la parte conservadora de las carteras, los clientes tienden a querer asumir algo más de riesgo para obtener mayores rendimientos. Somos muy estrictos a la hora de determinar ese nivel de volatilidad con el cliente y tenemos herramientas que nos permiten hacer un seguimiento continuado del riesgo, para evitar sorpresas negativas si se producen caídas en los mercados.
¿En qué activos veis más riesgo ahora mismo y en cuáles más oportunidades?
B.M. Soy optimista con la tesorería, aunque el retorno sea nulo, pero nos ayuda a reducir el nivel de riesgo en las carteras. Y estoy negativa con los bonos de gobierno y corporativos por la baja relación rentabilidad esperable/precio. Soy neutral con la renta variable, que está soportada por la evolución de los resultados, pero con valoraciones exigentes. Y positiva en alternativos, aunque utilizando aquellos fondos que verdaderamente descorrelacionan de los mercados.
A.M.- Hemos reducido la exposición de las carteras a renta fija y corporativa con sensibilidad a las subidas de tipos y a alternativos direccionales. También en divisas hemos aumentado la apuesta por la libra. Y por el lado de la renta variable, mantenemos nuestra sobreponderación en Estados Unidos.
El entorno también ha cambiado mucho en 10 años... por ejemplo, la crisis impulsó la regulación, con normas como MiFID II: ¿creéis que es excesiva?
B.M. La regulación es buena en tanto en cuanto aporte protección al inversor. Creemos que es bueno que haya transparencia porque reduce los posibles conflictos de interés que se han puesto de manifiesto en los últimos años. Con respecto a la formación, consideramos que todo lo que redunde en una mayor profesionalidad a la hora de recomendar al cliente va en su beneficio.
¿Y cómo de diferencial es para vosotras ser asesoras que ofrecéis a los clientes un servicio independiente (el de Diaphanum) frente al asesoramiento no independiente?
A.M. Son modelos muy diferentes. Nuestros clientes valoran la ausencia de conflictos de interés y la transparencia en los costes, lo que implica una mayor independencia tanto del riesgo como en la selección del producto. Esto se traduce en que hay una alineación de intereses entre el cliente y su asesor, porque ambos tienen el mismo objetivo.
¿Y cómo de diferencial es ser mujer en esta industria de asesoramiento financiero, dominada por hombres?
A.M. Desde mi punto de vista quizás, más que en cualidades concretas, las diferencias están en nuestra forma de pensar y afrontar una situación, un problema, en definitiva, a la hora de ponernos a trabajar. Sin ser experta en la materia, la mujer tiende a pensar de manera más transversal, nos tomamos nuestro tiempo en reflexionar y analizar las distintas aristas de una situación. Quizás el hombre sea más directo, va planteándose objetivos más concretos para su resolución. Ambos planteamientos son muy necesarios y complementarios. Ese pensamiento más global de la mujer es muy interesante, tanto en tareas relacionadas con el análisis de mercados como a la hora de sentarte con un cliente y valorar bien todos los factores específicos que se deben tener en cuenta para dar un buen servicio. También tenemos una gran capacidad de escuchar, algo fundamental en este trabajo. Pero no me gusta generalizar, hay que huir de clichés a la hora de atribuir supuestas cualidades a unos y otras. Trabajamos con hombres que presentan estas cualidades que he remarcado en las mujeres y viceversa.
B.M. Un buen asesor financiero tiene que tener, además de una buena formación técnica, cualidades como la prudencia, la capacidad de tomar decisiones en diversidad de situaciones, sin dejarse llevar por cargas emocionales, la capacidad analítica y, especialmente, mucha empatía para entender las circunstancias particulares de cada cliente (económicas, personales, culturales, etc.). El candidato, ya sea hombre o mujer, que cuente con un adecuado equilibrio de estas cualidades será un buen asesor financiero. Lo importante es conseguir un buen equipo de profesionales donde unos perfiles y otros se complementen. La combinación de hombres y mujeres en un equipo aporta sin duda una mayor riqueza de cualidades y capacidades.
La incorporación de los millennials o las mujeres a la riqueza global también es un factor diferencial para el negocio...
A.M.- Bueno, ya hay muchas mujeres que son grandes clientas en el negocio del asesoramiento financiero. Muchas de ellas muy preparadas, entienden de mercados y exigen un servicio muy profesional. Es una tendencia en aumento desde hace muchos años. La incorporación de la mujer al mundo laboral cada vez más cualificado en las mismas condiciones que el hombre es un proceso imparable que sustenta esta tendencia.
¿Y cómo tendrá que adaptarse la industria para atender a esas mujeres?
B.M. No creo que sea necesario incluir servicios añadidos, pero sí pensamos que el sector debe seguir evolucionando y adaptándose a las exigencias y necesidades que van surgiendo de los clientes. Los inversores, independientemente de su género, buscan lo mismo: ser asesorados por un buen profesional, que analice con rigor y seriedad, que haga un buen seguimiento de sus objetivos y les ayude a tomar las decisiones más adecuadas en cada momento.
A.M. La cliente mujer, igual que el cliente hombre, necesita sentir seguridad y confianza en su asesor patrimonial. Es importante que éste sea empático, sea capaz de adaptarse a su interlocutor y se alinee con sus intereses.
La posición de la mujer en esta industria es minoritaria pero está creciendo: ¿habrá cada vez más asesoras, más profesionales?
A.M. Sí, sin duda. Hay mujeres muy bien preparadas, tanto desde el punto de vista académico como de actitud. Las escuelas de negocios están llenas de mujeres con currículos buenísimos y la sociedad cada vez está más preparada para incluirlas en todo tipo de posiciones profesionales. Estamos preparadas para hacernos valer en un mercado laboral muy competitivo.
B.M. El sector financiero es uno de los sectores donde se está viendo esta tendencia creciente de manera clara, en todo tipo de departamentos. Quizás en puestos directivos la presencia de la mujer sea menor en proporción, pero también la tendencia va en aumento.
¿Cuál sería vuestro deseo en cuanto al desarrollo de la mujer en la industria?
A.M. Sin duda, igualdad en oportunidades tanto en educación y preparación como en la posibilidad de acceso a puestos de trabajo. Pero en función de la valía de cada individuo.