Jarvis Cocker: «Pasárselo bien es una forma de resistencia»
Con permiso quizá de Van Morrison, Jarvis Cocker es la mayor estrella de esta edición del Primavera Sound. El que[…]
Con permiso quizá de Van Morrison, Jarvis Cocker es la mayor estrella de esta edición del Primavera Sound. El que nunca fuera «common people» ha venido al festival de tapadillo erigido en una especie de místico del desbarre, un intelectual del instinto, un teórico del retorno a lo primario en donde, defiende, se esconde nuestro verdadero tarro de las esencias (o la ida de tarro). Ama la música electrónica. El inglés reivindica el dejarse llevar al son de la música en una discoteca, en donde, si todo sale bien, el mundo se para. «Hay que volver a lo básico, a lo fundamental», recalcara varias veces en esta entrevista. Para Cocker, lo fundamental es bailar. Y esto es lo que ha intentado mostrar con el proyecto que ha presentado en Barcelona, «Dancefloor meditations», una extraña performance en donde el británico recitó un ensayo personal sobre la historia del ritmo, con acompañamiento musical y de luces, e invitó al público a intentar alcanzar un estado mental parecido al de la meditación trascendental. Acabó contonéandose en medio del público envuelto en la música de los Bee Gees.
La charla con el exlíder de Pulp empezó a oscuras, en un tórrido zulo, y con un calentador de agua bufando consantemente. Nos faltaba Íker Jiménez. ¿Qué pasa con la luz? Gesto de no saber de Cocker. Va y viene, no hay nada que hacer. También contábamos con la presencia del simpático y articulado Steve Mackey, el exbajista del mítico grupo de Britpop liderado por Cocker. Ambos habían actuado en el escenario de culto del Primavera Sound, el Heineken Hidden Stage, presentando este proyecto discoespiritual, que, en opinión generalizada, es una marcianada pero especial y única. De hecho, el cantante quería que el público respondiera un test de preguntas tan potentes y profundas como raras. Era un formulario para contestarse a uno mismo interiormente, sin rellenar nada. Y ABC le ha planteado su juego al propio Cocker, que tiene mirada de niño juguetón con un toque malévolo.
¿Le da miedo la oscuridad? «En la oscuridad tú rellenas el vacío con tu imaginación. Y eso es una de las cosas más magnificas que tiene el hombre, la imaginación», dice. ¿Es un animal nocturno? «No sé qué pasa con los animales. ¿Tiene un perro imaginación?», se desliza el cantante sin mediar sonrisa en su boquita de piñón. «Por supuesto que no tememos la oscuridad, como estas viendo en esta habitación. Somos felices en ella. En la oscuridad es cuando ocurren las cosas más interesantes de la vida. Además, en la oscuridad la imaginación puede volar libre, en la luz hay demasiada realidad. Amamos la oscuridad», añade Mackey.
Tranquilidad mental
¿Como vas de tranquilidad mental? «He intentado meditar, fui a clases. A todo el mundo le gustaría alcanzar la tranquilidad mental, porque es en ese momento cuando ves que la vida podría ser mucho más simple y fácil si no te preocupas por todo... Hay una cosa fantástica de bailar y de actuar, y es que si te sumerges en la música no estás pensando en nada más. Eso está fenomenal». ¿Medita? ¿Cómo entró en contacto con la meditación? «Sí, medito, pero no soy un experto. Fue por mi novia, me apunté a clases de meditación trascendental. Sé que cuando hablo de bailar como un estado diferente de conciencia, donde no estás preocupado, y lo emparento con la meditación suena mal...». Allá va otro misil de su propio test: ¿Cuán intenso es su amor, Mister Cocker? «Muy profundo, muy hondo», responde con Mackey partiéndose de fondo.
Mister Cocker es un estiloso largirucho de espíritu inquieto. Y esto se demostró pristínamente en sus «Meditaciones de pista de baile», en el que el de Sheffield se marcó esa especie de charla Ted espiritual que derivó en rave. En el espectáulo utilizó fulminantes luces estroboscópicas, frecuencias sonoras extremas y, por supuesto, su «bailoteo» suave . La cueva escondida de Heineken era el lugar ideal para un experimento así, gracias a la oscuridad de esa catacumba/nave industrial y también de ambiente coqueto (en la marabunta habitual del festival no se puede hacer una bizarrada así). En un alarde de cercanía propiciada por el marco, el vocalista bailó un buen rato en medio del público, que le acariciaba como si fuera un tótem. ¿Estar de fiesta es un tipo de resistencia erótica? «Sí, exacto. Pasárselo bien es una forma de resistencia», responde el exlíder de Pulp.
Ya queda poco para acabar el test: ¿cuán bajo pueden caer? Aquí interviene Mackey: «Me interesa mucho Berghain, un club nocturno de Berlín del que todo el mundo habla. No he estado, pero mis hijos sí. Hay una oscura habitación muy famosa ahí en donde pasan cosas sexuales... y eso es una medida de lo bajo que puedes caer en el mundo de la noche», dice sonriendo Mackey. «Yo casi estuve allí...», dice Cocker. Y se oyen seguidamente las risas de Mackey. «En el club, quiero decir». Después disertan acerca de por qué en Alemania la cultura discotequera es un orgullo nacional y en Inglaterra es perseguida (mencionan el cierre de Fabric en Londres). «Es algo patológico. Cuando la gente se lo está pasando bien es complicado que quiera seguir órdenes», afirma el que fuera icono del Britpop. Cree en el poder iluminador de las luces de las discotecas. «Van a por ellos porque en esos momentos sus mentes están libres», dice.