El lado más cómico de la vida de un Guardia Civil visto por un agente

Germán Vaquero, un agente sevillano de la Guardia Civil, ha mostrado la cara más cómica y cercana de este cuerpo[…]

Germán Vaquero, un agente sevillano de la Guardia Civil, ha mostrado la cara más cómica y cercana de este cuerpo de seguridad con su obra "¡A la orden, mi sargento!", en la que, según ha dicho a Efe, traslada una imagen familiar que desecha la hostilidad de ciertos sectores sociales hacia esta institución.

La obra (Almuzara), que lleva el subtítulo de "Anécdotas divertidas y verídicas de la Guardia Civil", es un compendio de cortas narraciones de las innumerables, curiosas y delirantes situaciones que ocurren a diario en España con agentes del cuerpo y la población civil.

Un libro lleno de contextos extraordinarios y situaciones entrañables como "Pater Putatibus", "El 'pastelito'", "La pseudo-denuncia" o "Español, preconstitucional y chicharrero", que tal y como ha indicado Vaquero "más de una vez uno no sabe afrontarlas porque no sabes cómo vienen".

Situaciones que cuentan con personajes tan excéntricos como un cura y una prostituta, un agente con tendencia al exhibicionismo en el cuartel, un señor mayor de 60 años que no tiene reparo en tachar de 'marica' a quien fuera y que se considera admirador total de la benemérita, o el patriarca de entre toda la comunidad de esquizofrénicos.

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De todas ellas, el autor ha destacado -al igual que, según indica, lo hicieron sus lectores-, la anécdota de 'Pater Putatibus', en la que, según cuenta, "pasando la una de la mañana y tras ir circulando por una carretera secundaria de poco tránsito, decidimos perseguir y dar el alto a un vehículo sospechoso".

Éste vehículo, según ha explicado Vaquero, "contenía al párroco de una localidad de la demarcación, junto a una joven señorita, atractiva, emperifollada, liviana de ropa y con un gran deseo de esconderse, en la parte delantera; una prostituta".

No obstante, "lo más gracioso", apunta Vaquero, fue que el cura nos dijo que nos intentó "dar esquinazo" en numerosas ocasiones, a lo que respondí: "Padre, los caminos del Señor son inescrutables".

Asimismo, otra de ellas, según ha recalcado, ocurrió en la cárcel modelo de Barcelona, donde, según informa, los guardias hacían servicios de garitas que solo podían ser abiertas por ellos.

Tal y como ha narrado, en una ocasión, "como a un agente no le daba tiempo a ir al servicio, puso un pañuelo en el suelo, hizo sus deposiciones y lo tiró envuelto, con tan mala suerte de que un hombre lo encontró y, pensando que quizás tendría 'una joya envuelta', salió corriendo para que nadie le viese".

Al cabo de unos segundos, "abrió el contenido, vio lo que había, y, del susto, "lanzó aquello para arriba sin saber que 'todo lo que sube, baja', con lo que le cayó todo el 'pastelito' encima", ha explicado Germán Vaquero.

Igualmente, el agente ha rememorado una anécdota que presenció en su primer destino, cuando, tras ver cómo un hombre afirmaba en el cuartel "haber encontrado la foto de una joven menor de edad desnuda por internet", su compañero de guardia le preguntaba "¿cómo había tenido acceso a ella?"

El individuo le comentó que la había localizado en el programa de descargas eMule -mientras descargaba una película francesa-, a lo que el compañero respondió: "eMule, ¿ese programa donde la gente descarga películas de forma ilegal?".

Acto seguido, tras hacerse el silencio y mirar hacia izquierda y derecha, el hombre salió corriendo despavorido, huyendo del brazo de la ley y pensando "erróneamente" que sería denunciado por bajar películas de internet.

Germán Vaquero se crió a escasos metros del cuartel Virgen de Gracia de Carmona (Sevilla), donde, a pesar de que no tuviera un referente familiar cercano en el cuerpo, jugaba junto con los niños de los agentes, lo que hizo que en 2007 y tras finalizar sus estudios universitarios, ingresase en la Guardia Civil.

El benemérito carmonés ha excluido esa "imagen demasiado seria" que tiene la sociedad de la Guardia Civil, ya que "la mayoría de nuestras actuaciones tienen que ver con el ciudadano, ayudando y poniendo muchas veces una sonrisa en la cara de éste cuando lo tenemos delante" y dejando una impronta "plenamente positiva".

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