El peronismo se sincera con el FMI y Brasil se lanza a defender el real

El peso argentino recibe a la baja los primeros contactos entre Alberto Fernández y el Fondo Monetario, mientras que los activos brasileños sufren por las malas relaciones exteriores de Bolsonaro

Alberto Fernández, el ganador de las primarias argentinas del pasado 11 de agosto y, por tanto, probable ganador de las presidenciales que tendrán lugar el 27 de octubre, se manifestó ayer vía comunicado sobre el acuerdo de rescate al que llegaron el Gobierno de Mauricio Macri y el Fondo Monetario Internacional el año pasado cuando las salidas de capitales estuvieron a punto de llevarse por delante al país. Eran unas declaraciones muy esperadas porque uno de los mayores temores de los inversores ante una eventual victoria de Fernández es un posible choque con el Fondo Monetario que pueda degenerar en riesgos más graves. 

Fernandez ayer criticó el programa del FMI y el Gobierno de Macri y argumentó que no ha cumplido unos objetivos que él declara compartir. Añadió que en los meses que Argentina lleva en el programa del FMI, la economía no ha dejado de contraerse; el empleo, la situación de las empresas y de las familias no ha parado de empeorar; el endeudamiento ha continuado creciendo; y la inflación no ha bajado de manera sostenida. Afirmó que la ayuda que Argentina ha recibido del Fondo se ha desperdiciado en la financiación de la salida de capitales del país: si los desembolsos efectuados por el FMI hasta el momento alcanzan los 44.500 millones de dólares, la fuga de dinero entre junio de 2018 y julio de 2019 es de 36.600 millones.

Esto fue lo que Alberto Fernández manifestó a la misión del Fondo que ahora está en Argentina para evaluar la conveniencia de liberar el mes que viene otro tramo del rescate, que alcanza los 5.400 millones de dólares. 

La reacción de los activos argentinos fue negativa, aunque en las ventas de los inversores también intervino el miedo a que el Fondo decida no continuar con sus préstamos. Algo que hace pensarlo es que en las conversaciones entre el organismo y el previsible próximo Gobierno argentino salió la posible conveniencia de que se adelante la fecha de las elecciones. Aunque también hay fundamentos económicos detrás: con las medidas anunciadas por Mauricio Macri para recuperar el favor del pueblo, es fácil que el país no cumpla con los mandatos del FMI en materia fiscal en el conjunto del año. De perder Macri las elecciones, ésa será la herencia que dejará a su sucesor en el cargo. 

El peso argentino fue ayer la peor moneda de entre las emergentes, con un descenso del 1,71% frente al billete verde, la mayor caída en dos semanas, con lo que su depreciación en lo que llevamos de año supera el 33%.

Desde las elecciones primarias el peso pierde un 19%. Según recoge Bloomberg, la caída de la divisa argentina en la jornada de ayer podría haber si mayor si el banco central no hubiera intervenido con la venta de dólares en el mercado en varias emisiones. 

El Merval, el principal indicador bursátil del país, bajó un 5,10% en la jornada de ayer. Desde el 11 de agosto en que se celebraron las primarias ha perdido un 44% de su valor. 

La rentabilidad del bono argentino en euros con vencimiento en 2028 subía desde niveles del 18,60% hasta el 19,40%. 

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La opinión del equipo económico peronista sobre el programa de rescate del fondo (conforme con los objetivos planteados, crítico con cómo se está desarrollando) se une a la que la semana pasada dio sobre la posibilidad de un impago de la deuda y del establecimiento de controles de capitales. Fernández negó categóricamente que bajo su Gobierno vaya a haber un impago o una quita.

Aunque, si el país está necesitando casi todo el dinero que recibe del FMI para frenar la caída del peso y en el año 2021 tiene que empezar a devolver el préstamo del organismo, puede haber más que ruido en ese momento, o cuando se vaya acercando. ¿Requerirá una prórroga en la devolución del rescate? No hay que descartarlo.

Brasil contiene la caída del real

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La autoridad monetaria argentina no es la única que sale a defender a su moneda. En la jornada de ayer hubo un movimiento extraño en el real brasileño: el banco central anunció la venta de 1.000 millones de dólares y ello tuvo el efecto secundario de sostenimiento de la moneda local. 

Desde las elecciones primarias argentinas, el real brasileño, con su caída de más de un 5% frente al dólar, es la tercera moneda que peor lo hace de entre las emergentes, sólo superada por el propio peso y por la lira turca. 

Sobre el país se ciernen tres grandes riesgos. Uno de ellos ha aflorado en las últimas jornadas: las malas relaciones internacionales del presidente Jair Bolsonaro con el resto del mundo han lanzado sombras sobre las expectativas de la evolución de su comercio exterior y, de hecho, ya se está observando que el déficit por cuenta corriente está siendo peor de lo previsto. Ello tiene una derivada interna, que se ha materializado en la bajada de la popularidad de Bolsonaro en su país, sobre todo por su nefasta gestión de los incendios en la Amazonia y la difamación lanzada contra las ONGs. Además, las acusaciones contra Rodrigo Maia, portavoz en el Congreso y clave en la agenda de reformas pro-mercado, pueden desembocar en dificultades para llevar adelante los cambios legislativos que los inversores exigen para continuar apostando por el país, como el que se refiere a las pensiones. En tercer lugar, Brasil tiene un problema de falta de crecimiento económico. Tal es así que puede estar a punto de entrar en recesión técnica. Mañana se publica el dato del PIB del segundo trimestre. En el primero, se contrajo un 0,2%.

Mathieu Racheter, de Julius Baer, apunta que algunos de los factores anteriores han provocado que las acciones brasileñas se hayan comportado mal en los últimos tiempos. Así, en lo que llevamos de mes de agosto, el Bovespa, el principal índice del país, baja un 4,46%, frente al descenso del 2,70% que acumula el Ibex-35. A juicio de Racheter, la bolsa carioca debería volver pronto a superar en rentabilidad al resto, debido a las buenas expectativas de beneficio que tienen las empresas y también a los bajos tipos de interés.

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