"Buffett quería ser feliz, no el más rico del mundo"

Guy Spier, el inversor que pagó 250.000 dólares por comer con Warren Buffett, desvela los detalles de una experiencia que le cambió la vida y ofrece la cara más desconocida del 'Oráculo de Omaha'. 

Lo primero que pensó Guy Spier cuando decidió gastar 250.000 dólares por comer con Warren Buffett fue que estaba loco, aunque entonces no sabía que esa comida benéfica con el 'Oráculo de Omaha' iba a cambiar por completo su vida. Graduado en Economía por la Universidad de Oxford como primero de su promoción, y con un máster en Harvard, Spier llevaba una vida de frustración trabajando como banquero de inversión en Nueva York, hasta que comenzó a interesarse por la figura de Buffett y la filosofía de la inversión en valor. Asqueado de Wall Street, llegó a dejar su empleo e incluso paso una temporada sin trabajo hasta que decidió lanzar su propio fondo, Aquamarine Fund, con dinero de familiares y conocidos, profundamente influenciado ya por las ideas del famoso inversor. Y de ahí a la oportunidad de conocer al maestro en persona, gracias a una puja en eBay, tras lo que decidió trasladarse a Suiza y comenzar una nueva vida. Ahora, Spier recoge esta experiencia vital en el libro 'La educación de un inversor en valor' (Deusto), y desgrana las enseñanzas que pudo extraer de Buffett, aunque la principal lección no es precisamente técnica. «Se fiel a ti mismo y haz aquello que te haga feliz». 

¿Qué va a encontrar el lector de su libro? 

No se van a encontrar un libro técnico, sobre cómo invertir o leer un balance. Lo que yo quería explicar era mi historia real y cómo llegué a obtener éxito, que llegó no porque fuera el más inteligente, sino porque empecé a describir y analizar las cosas que no funcionaban bien en mi vida cuando era banquero de inversión en Nueva York, y porque empecé a tomar decisiones para sacarme de la posición en la que estaba. Y esto que yo hice es lo que todo el mundo puede hacer. La inversión en valor tiene un aspecto técnico, pero estas competencias son las más fáciles. Invertir en bolsa es aprender de la vida, no se pueden separar ambas cosas.

¿Qué se le pasó por la cabeza cuando decidió gastar 250.000 dólares por comer con Buffett?

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Lo primero que pensé fue, «¿Guy, estás loco?». A veces no entendemos todo lo que pasa en el mundo, y si quisiéramos actuar tratando de entenderlo, habría decisiones que nunca tomaríamos. Pensé que al final de la comida, igual no pasaba nada interesante, pero también pensaba que podría cambiar mi vida. Así que dije, «¿Por qué no, a ver qué pasa?». Tenía el dinero, y de hecho, esa comida me ha llevado a hacer cambios en mi vida que jamás habría visto. Una lección que extraje es, haz las cosas que quieras aunque pienses que puedan parecer estúpidas, porque no sabes qué va a pasar.

También le ha influido mucho otro allegado a Buffet, Charlie Munger, ¿por qué? 

Está a mucha más altura que Buffett. Piensa muchas cosas, lee muchos libros diferentes, es más filósofo que Buffett. Warren no quiere gastar tiempo en enseñar a otros cómo lo hace, pero Munger si lo dedica. Lo que no me gusta es que Munger no haya escrito un libro. Lo he visto tres o cuatro veces, y quería haberme hecho su amigo, pero él no se interesó por mí.

Antes de comer con Buffett invirtió el 20 por ciento de su fondo en su empresa, Berkshire Hathaway, ¿por qué lo hizo? 

Si, más o menos invertí esto, pero tendría que haber sido más. Espero que no fuera una decisión guiada por la euforia emocional. Ya había invertido en 1997 y la cena fue diez años más tarde. Hay sociedades que son especiales, y Berkshire Hathaway es una de ellas. Invertí en ella cuando había euforia en las bolsas por Internet. Hay tantos negocios diferentes en la compañía, que convierten en la sociedad en algo muy especial.

¿Qué lecciones más importantes extrajo del almuerzo con Warren Buffett?

La primera es la idea de que es mejor hacer las cosas que pienses que son buenas, no las que te hacen más popular. Buffett hace lo que cree correcto. En 1999 la gente le decía que por qué no invertía en tecnología, y él se negaba. Luego estalló la burbuja. Hace dos años, fue muy difícil para mí ver cómo vendía sus acciones en IBM y compraba Apple, porque le había estado siguiendo tanto que no daba crédito. Yo comprendí lo que es Apple antes que Buffett, pero me dije, si él no las compra, yo tampoco. Pero Buffett compró Apple porque entendió que era una buena idea, no porque el mundo le dijera que comprara. Lo importante es que compró porque entendió lo que era la compañía.

¿Qué será de Berkshire Hathaway cuando Buffett ya no esté?

Yo voy cada año a Omaha y conozco a muchos de sus líderes. La empresa tiene muchos empleados, y la idea que tiene Buffett es algo que la gente no entiende. Podría invertir mucho dinero en algo que cambiase por completo a la empresa, pero hay un equipo de directivos con el que estoy feliz. Las cosas no van a cambiar mucho.

¿Por qué le cambió la vida tras la cita con Buffett?

Una de las cosas que aprendí fue al mirar a los ojos de Buffett y entender las cosas que le hacen feliz. Tenía que verle los ojos para comprender que él no quería ser el más rico del mundo, sino hacer las cosas que de verdad le hacen feliz. Lo que pasa es que, en su caso, las cosas que le hacen feliz son también las que le enriquecen. Pero el dinero para Buffett es lo menos importante. Y yo me dije, ahora es el momento de vivir con lo que me hace feliz en el día a día.

En 2008 lo pasó muy mal y estuvo a punto de arruinarse...

El capítulo sobre lo que pasó me dolió escribirlo. Quiero mostrar que en una carrera profesional hay momentos muy difíciles. Llegué a pensar que mi fondo podría ir a la quiebra, y tenía mucho miedo, pero estoy seguro de que Warren Buffett no lo tenía, porque es un hombre diferente a nosotros. Tras las caídas, mi cabeza sabía que era el momento de comprar acciones pero vomitaba cada vez que lo hacía.

¿Cual es el mejor consejo que podría dar a los inversores que quieran mejorar?

Si hablan inglés, lo mejor que pueden hacer es acudir a Omaha a la convención de Berkshire Hathaway. Y si no, intentar rodearse de gente que tenga buenas ideas. Pienso que hay oportunidades grandes aquí en España.

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