Un 'semáforo' que está lejos de regular todo el tráfico de activos financieros

La buena noticia es que el Ministerio de Economía ha aprobado el conocido como 'semáforo' de riesgos de productos financieros.[…]

La buena noticia es que el Ministerio de Economía ha aprobado el conocido como 'semáforo' de riesgos de productos financieros. La mala es que su contenido final poco tiene que ver con la idea inicial que partió de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Cuando accedió a la presidencia de la CNMV, en plena resaca de todo el escándalo de las participaciones preferentes, Elvira Rodríguez tenía claro que debía mover ficha, que tenía que tomar la iniciativa para proteger al pequeño inversor, para evitar que este tipo de situaciones volvieran a repetirse. El objetivo era que nadie en una sucursal financiera volviera a vender este tipo de activos financieros con mensajes del estilo «tengo un producto muy rentable y seguro, que lo tenemos reservado para clientes preferentes, por eso se llama así». Mensajes que, por desgracia, fueron muy habituales y calaron entre los pequeños ahorradores.

Desde la CNMV comenzaron a trabajar en una especie de 'semáforo' que sirviera para mejorar la información que reciben los inversores antes de contratar un producto. Así, de una manera práctica y muy visual comprenderían el nivel de riesgo que iban a asumir y la complejidad del activo. Con este aviso, las personas con escasos conocimientos financieros se lo pensarían antes de entrar en productos complejos y de elevado riesgo.

Pero ¿qué ha sucedido para que este sistema de alerta que tuvo una buena acogida inicial se reciba ahora con tanto escepticismo por los expertos? Lo fundamental es que del punto de partida de la CNMV no queda mucho en el proyecto final. El Ministerio de Economía se apropió de la idea del organismo regulador y la hizo suya, introduciendo en los últimos meses una serie de cambios que han dejado un texto definitivo «bastante descafeinado» si se compara con la ambiciosa iniciativa de la CNMV. Entre otras cosas, se han dejado fuera a los productos más complejos, a los que más problemas pueden crear a los inversores más inexpertos. Y no vale como excusa decir que esos productos van a estar regidos por una norma europea a finales de 2016. Esto solo provocará más confusión y más normas a consultar. Y otros productos, como la deuda española y europea, Economía considera que no deben estar dentro de la norma. La típica chapuza de última hora que permitirá que en las sucursales se vuelvan a saltar algunos semáforos en rojo. Al tiempo.

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