Tres comidas

Si dices que en Venezuela la gente hace tres comidas al día es que alguien te ha echado «droja» en[…]

Si dices que en Venezuela la gente hace tres comidas al día es que alguien te ha echado «droja» en el Laclau, un Pinker del posmarxismo para comunistas

Lo que pierde a los comunistas es la confrontación de sus mitos con sus realidades. Así, por ejemplo, su mito de las tres comidas, que les viene de Cuba, en uno de cuyos rincones, Guantánamo, se sirven, en efecto, tres comidas al día.

-En Venezuela la gente hace tres comidas al día -dice «Milhouse» Errejón, como si alguien le hubiera echado «droja» en el Laclau, un charlatán posmarxista que sería para los comunistas lo que Pinker, un charlatán posjunguiano, para los liberalios, o sea, un punto de apoyo para levantar el meñique.

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La noticia la dio Errejón minutos antes de que el canciller de Sánchez, Borrell, con su cara de «aegagrus hircus», suscribiera con el canciller de Putin, Lavrov, con su cara de «camelus dromedarius», un pacto contra las «fake news», que es decir contra los «hackers» de Putin, esos diablillos cojuelos que, según la verdad oficial, llevaron a Trump a la Casa Blanca, sacaron de la UE a la Gran Bretaña y despertaron el separatismo en Cataluña.

Frente al mito de las tres comidas de Errejón, la realidad de la hambruna venezolana: ver al país de Miranda en ese estado impresiona más que ver a Ronaldinho con un saldo de seis euros, pero así es el socialismo científico de la América española, cuyos hijos, a todo esto, progresan imparablemente en la América inglesa, donde pronto no quedará del sistema político del Tío Sam ni la chistera, y será como nuestra venganza de lo del «Maine».

Los meñiques erectos de Nueva York, que deben de leer a Pinker y a Laclau en la rebotica de los Lindo, han colocado en la Cámara de Representantes a Ocasio-Cortez, ideológicamente un Errejón con maneras de María Félix, apadrinada por Obama, hecho un Pedro Knight, el esposo de Celia Cruz (ésas, y no las de Michelle, son unas memorias interesantes): fronteras abiertas (ella vive en Nueva York) y sanidad y universidad (su público) gratuitas. «¿Cómo pagar todo eso?», le preguntaron en campaña. «Pues? pagándolo», respondió.

Es la representante más joven.

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