Putin reivindica el papel de Rusia como potencia con su provocación

En medio de las acusaciones que le llegan a Moscú desde todos los frentes por su agresiva política exterior y[…]

En medio de las acusaciones que le llegan a Moscú desde todos los frentes por su agresiva política exterior y por obcecarse en seguir bombardeando Alepo, el presidente Vladímir Putin inauguró ayer la legislatura de la recién elegida Duma (Cámara Baja) reivindicando el derecho de su país a «ser fuerte». Putin instó a los diputados a «unir esfuerzos para hacer realidad el derecho que tiene cualquier nación a ser fuerte». El llamamiento no va a caer en saco roto habida cuenta de que su partido, Rusia Unida, tiene 343 de los 450 escaños que constituyen la Duma.

Una vindicación que coincide con la confirmación ayer por el Ministerio de Defensa francés de que dos bombarderos rusos Tupolev-160 de largo alcance y capaces de portar armas nucleares («Blackjack» según la denominación de la Alianza) fueron seguidos el pasado 22 de septiembre por aviones galos poco antes de que lo hicieran después cazas españoles F-18 frente a la costa cántabra y tras una travesía que pasó por Noruega y el Reino Unido, en donde obligaron a que aeronaves de combate de esos dos países se pusieran también en acción. Todo el operativo de vigilancia fue coordinado por la OTAN.


El Ministerio de Defensa español también informó ayer del incidente, aunque matizó que la misión de nuestros F-18 fue «preventiva», ya que los bombarderos rusos no llegaron a violar el espacio aéreo español. De ahí que no haya habido nota de protesta ni respuesta de las autoridades rusas, que han mantenido en todo momento un silencio absoluto al respecto. Todo lo sucedido fue reflejado por el Ministerio de Defensa galo en un informe del 28 de septiembre sobre las misiones realizadas de «policía aérea», pero no trascendió hasta la fecha.

Sin plan de vuelo conocido

Asimismo, el pasado 26 de septiembre, las autoridades de Islandia denunciaron ante el Ministerio de Exteriores ruso un incidente aéreo que se produjo al norte del Atlántico, casi sobre las Islas Feroe. Dos bombarderos estratégicos rusos Tupolev-22M se acercaron a una distancia «peligrosa» de un avión de pasajeros que volaba desde Estocolmo a Reikiavik. Al parecer, los pilotos avistaron los aparatos rusos, que llevaban los transpondedores apagados y no informaron de su plan de vuelo, a poco más de un kilómetro por debajo del avión de línea. El Ministerio de Defensa ruso, que no suele informar de tales percances salvo para desmentirlo o minimizarlos -si ha habido queja formal- negó que sus bombarderos hubieran puesto en peligro a los ocupantes del vuelo.

Este tipo de contratiempos son mucho más frecuentes en las repúblicas bálticas, donde las violaciones del espacio aéreo están a la orden del día. Los aviones de combate Eurofighter con los que España participa en el despliegue del dispositivo de la OTAN en el este de Europa ha interceptado en más de una ocasión aviones rusos penetrando sin permiso en el espacio aéreo aliado.

La situación se ha agravado después de la anexión de Crimea y la ayuda rusa a los separatistas del este de Ucrania. Aviones y navíos rusos han protagonizado en los últimos meses múltiples incidentes, no sólo con países miembros de la Alianza, sino también con no alineados como Suecia, en cuyas aguas territoriales penetró un submarino ruso el año pasado.

Durante la ceremonia de relevo de Mijaíl Fradkov al frente del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), que ha sido sustituido por Serguéi Narishkin, Putin volvió a hablar ayer de la imperiosa necesidad que tiene Rusia de «reforzar» su dispositivo militar ante las «amenazas» que se ciernen sobre ella.

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